La sonrisa del paria

Zayrho de San Vicente



Zayrho De San Vicente Celis. (Bogotá, 1986). Médico de la Universidad de La Sabana. Especialista en Epidemiología: Universidad del Rosario – Universidad CES.  Máster en Farmacoeconomía y Economía de La Salud y del Medicamento: Universitat Pompeu Fabra – Barcelona School of Management. Ha trabajado en medicina clínica, investigación y como gerente de Farmacoeconomía para Venezuela, Centroamérica y el Caribe (Janssen– Compañía farmacéutica de Johnson & Johnson). Miembro fundador de la Fundación Fahrenheit 451. Escritor de artículos científicos, poesía, cuento y ensayo. Ganador de los concursos de poesía y cuento de la Universidad de La Sabana (2008). Estudiante de percusión latina e investigador sobre ritmos afrocubanos (Salsa, Son Cubano y Jazz latino). Ha publicado apartes de su trabajo en la revista del Festival de Literatura de Bogotá y en el periódico cultural Confabulación. Ha participado en lecturas de poesía en Colombia y España.

Los poemas aquí publicados pertenecen al libro La sonrisa del paria, recientemente publicado por Común Presencia Editores.  La portada es una pintura de Fernando Maldonado.


Apertura

Tal vez las palpitaciones se han silenciado.
La ventana al cosmos se ha abierto posterior a la contusión que rompió los vidrios.

Las estrellas ya no muestran la senda de los enamorados, en cambio predicen las líneas del universo, el telón de la vida, la respuesta de los solitarios.

Las flores ya no son metáforas, son naturaleza, retorno, parte del ciclo de lo que germina y perece en el advenimiento de los cambios.

Las ondas sonoras se escapan de los corazones, inundan la mente, embelesan el idilio de los gritos que reclaman la conquista del horizonte, de los diálogos que combaten la infección de las memorias ausentes.

El báculo de luz ha surgido de la tierra, desgarrando las raíces de lo que parecía inquebrantable, revelando que en la penumbra también existen composiciones dignas de visiones y retratos.

Las estaciones ahora quieren convertirse en fortalezas, en muros de caliza, reemplazando los biombos que exaltan los sentidos pero no protegen de las tempestades.
El zumbido de los vientos es más fuerte que los trinos de los pájaros. La opacidad de la niebla se sobrepone al prisma. Las cicatrices y las fisuras exaltan su discurso.

La cabeza se ha levantado hacia las nubes viendo su movimiento y su ruta. Los atajos son infinitos, las enredaderas cortan los pasos del inocente pero le develan los matices de la salida.

La ganancia de los tiempos debe coronarse, debe gobernar con su corona de espinas.

La apertura es peligrosa, lenta, imperiosa. Encarna la crucifixión. Enmarca la salida de la colmena. Abandona los delirios menguando el vuelo, exaltando la hermosura del olvido.



Calendario

¡Ah, cuán grande es el mundo a las luz de las lámparas!
¡A ojos del recuerdo cuan pequeño es el mundo!
Charles Baudelaire

Pedazos de tiempo exprimidos en el cerebro:

Primero una imagen,
luego un impulso, algunos segundos,
gritos interiores.

La misma imagen,
otro impulso, algunas estaciones, luego discurso,
un poco de silencio. 

La misma imagen,
un suspiro,
un vistazo a través del cristal.

Lenguajes que se escapan de las bocas
y se internan en las cisuras.

A la deriva del sueño:
Sobre la imagen encarcelada hay mucho que escribir



Vitruvio

¿Quién dijo que no se puede ser como el Vitruvio?
Con una mano tomando el pulso
y con la otra tocando la lira,
con la boca abriendo puertas,
también cantando los coros y las rimas
y con los pies transitando el pasado
y agitando las noches.


La casa del 22
Luego de temporadas de probar el vino, o recorrer iluminaciones, siempre regreso. Vuelvo a descubrirme en los pisos de la madera que cruje, encontrando un lugar que no conocía, donde se oculta un día de 1992.


En sillas de espaldar ancho fuimos sanados y ahora sentados allí mismo nos alimentamos de las estrellas.