Poemas de Octavio Mendoza

(Barbosa, Santander). Con estudios en pintura, grabado, ciencia, arquitectura y urbanismo en universidades de Bogotá (Colombia) y Seúl (Corea  del sur), el artista Octavio Mendoza ha expuesto en ciudades de Europa y América. Es autor del libro: Días que también fueron la vida. La editorial Caza de Libros publicará su primer poemario.

 

PRESAGIO


No se nos ha dado la dicha,
ni la saciedad, ni el odio.

No se nos ha dado el camino,
ni un destino ya encarnado.
No se nos ha dado el hastío,
que es carne de indolencia.

No se nos ha dado el vacío,
ni  venganza, ni represalia.
porque sería como caminar con la sustancia del odio.

Se nos ha dado el color,
la respiración de las hojas,
y  la simetría del agua para entender lo que es secreto.
Se nos ha dado la lluvia para apaciguar la tierra,
y la tierra para extraer las señales del ser.

Se nos ha dado el sueño,
la consolación de los cuerpos,
la flor que navega en el lago de una orilla a otra
mostrando el viaje circular del tiempo.

Y se nos ha dado el presagio
 cuando alguien ha pasado la calle, diciendo a otro:
“no basta, no basta la alegría, volvamos adentro a contemplar la llama”.



ME EXTIENDO SOBRE LA HIERBA


Vagando, vagando, sin sonido en mis palabras,
llego de nuevo al montículo de mi descanso.

Me extiendo sobre la hierba fragante;
otros se quedan de pie y no los envidio.

Miro el horizonte  desde otra altura
con la sensación de los días lejanos.

Me siento alrededor de un árbol
cuyo tronco crece en círculos concéntricos,
como un lagarto de pie que reclama al cielo.

Enciendo una fogata y caigo en un sueño
que me regala el día, hasta la extensión de la noche.

Aunque viva para ver el alba,
¿cómo desear que alguien me despierte,
si sueño un viaje
sobre la hoja movida por el viento alrededor de mi cabeza?



LO VIVIDO


Hay un momento en que lo vivido
pide una explicación final;
en que la vida pasada
finge ser brisa que busca entre los cuartos,

            en que el recuerdo de alguien
            es esa flor en el vaso que cambiamos de sitio.
            Queremos partir a otros días
            y escoger lo que vamos a dejar:

Viejos papeles rotos, hojas secas con un nombre,
una foto en que tenemos las piernas al aire
y el mundo es una pista de baile.


            No sabemos si llevar o dejar
            el brillo de unos ojos en una fotografía diminuta
            con una frase que dice:
           “Te estoy amando pronto, más pronto de lo posible”