Tributo a Nereo López




“Colombia es un país que se ha caracterizado por exterminar la memoria y por eso a los artistas que intentamos protegerla nos arrasan, excluyéndonos de los museos y de las noticias, para impulsar expresiones comerciales y mediocres. Ya no hay arte, sólo hay productos”, me escribió hace unos meses Nereo López (Cartagena, 1920), verdadero sobreviviente de ese grupo de tres reyes magos de la fotografía artística en Colombia, conformado además por Leo Matiz y Hernán Díaz, figuras que ahora también intentan condenar al olvido.
Los frecuentes mensajes de Nereo me llegan provenientes de Nueva York a avanzadas horas de la noche ciudad donde reside desde cuando cumplió ochenta años, siguiendo su arraigada costumbre de sátiro y fiel a su noctambulismo que lo llevó a libar sin tregua con el mítico Grupo de Barranquilla, y que lo hizo abandonar Colombia buscando a una edad en la que muchos comienzan a despedirse, el inicio de una vida en una ciudad más proclive al arte y a su sensibilidad artística: “Es importante volver a nacer, no importa el tiempo que un hombre promedie. Iniciar es mi religión, volver a comenzar mi credo”.
Y esa vitalidad que no conoce límites, lo ha llevado a sus casi 95 años, a profundizar las técnicas y los programas más avanzados de la fotografía digital y a ser corresponsal de diversos portales de Internet, concediéndole el título otorgado por sus amigos, de “el cibernauta más viejo del mundo”.




Foto de Nereo López

Es importante resaltar que Nereo, a quien he visto cuatro veces en plena acción artística, hace sus fotos con una pequeña cámara, siguiendo un proceso singular: “Cuando disparo una fotografía voy tras un pensamiento, persigo una idea que ya ha germinado dentro de mí. Un fotógrafo debe decidir si es él quien hace la foto o es su cámara. Nunca disparo al azar, soy una especie de francotirador.”
Autor de los libros que compilan su obra: Los que esperan, Punto silencio, Selva grita y Un contador de historias, trabaja desde hace años en la producción y la difícil financiación de su proyecto NereoErótica, que contendrá un conjunto selecto de sus retratos de exuberantes mujeres, que ha ido capturando con su lente por varias décadas, desde mucho antes de que trabajara como director de fotografía de la película La langosta azul, rodada en 1957 por García Márquez, Cepeda Samudio, Enrique Grau y Luis Vicens.



Foto de Nereo López

 “El gris es un color evasivo y peligroso. Aunque soy un defensor acérrimo del color, que considero otro lenguaje, soy partidario del retrato en blanco y negro, con el perdón de las damas”, reflexiona en otro de sus mensajes, con su característica actitud seductora. 
Con-Fabulación publica aquí tres fotos como tributo a este artista, que en una pequeña entrevista realizada hace un año para nuestro medio virtual, se declaraba un “simple instrumento de la luz”. G.M.C.


  

 
 Foto de Nereo López