No. 418 - El Tempestario y otros relatos


De: El tempestario y otros relatos


Como lo había ofrecido Con-fabulación en su número anterior, publicaremos por entregas algunos textos del libro de Cuentos de Gonzalo Márquez Cristo cuya primera edición data de 1998





El mago

Yo, sin duda su mayor admirador, hace dos años renuncié al pequeño circo donde triunfaba para seguirlo. Al aceptarme, con desmedida serenidad, me impuso la típica condición de jamás indagar sobre sus prestidigitaciones, y he cumplido.

Ha pasado el tiempo, he develado pocos de sus trucos —los más elementales— al observar con rigor los instrumentos de que se sirve para ejecutarlos, debido a mi largo aprendizaje en éste difícil arte; sin embargo jamás le he escuchado una explicación, un festejo o una revelación sobre sus actos maravillosos. Hay algunos que me sobrecogen sin poder explicar su artilugio y otros que me hacen creer —como lo piensan todos— en la participación de fuerzas divinas o demoníacas inexplicables. Mi relación con él fue motivada al comienzo por el asombro, ahora por la devoción. Sé que muchos compartirán durante esta inolvidable noche mi actitud religiosa.

Mientras escucho el apabullante ruido de la multitud congregada en esta plaza reclamando su presencia, imagino que este escenario improvisado y abierto me dejará escrutar detalles que en los teatros me eran vedados. Hoy debo convencerme de su divinidad o comprender la verdadera estructura de su taumaturgia, de sus increíbles hazañas.

Las luces se apagan y cien mil personas quedamos en una oscuridad menguada por una luna llena que surge detrás del cerro de Guadalupe. Se oye en crescendo la rechifla por el prolongado incumplimiento, criticada por la voz enérgica del mago que silencia a la multitud. Él, declarándose enojado por lo que denomina una injusticia de los espectadores, una insoportable agresión, les exige que observen sus relojes; se escucha entonces una gigantesca exclamación al verificar en ellos la hora exacta de citación al acto. Asombrados aplauden con euforia al ilusionista.

Incluso yo, que desde la adolescencia hago aparecer palomas en mis manos y transformo mujeres enjauladas en leonas en un tiempo menor a un segundo, festejo ese inicio deslumbrante, mientras vigilo mi reloj.

En la mitad del escenario está el magistral mago cubierto por un arco iris. La multitud aplaude cuando empieza a despojarse de los colores que lo envuelven, uno a uno, arrojándolos con violencia hacia el cielo despejado donde quedan suspendidos. Al desprenderse del último, el mago desaparece. En ese instante cruza una manada de golondrinas y empieza a llover, cae una lluvia fina que toma todos los siete matices de la luz descompuesta. Numerosas personas corroborando que no hay nubes, extienden con incredulidad las manos para verificar que son gotas de agua.

Cesa la lluvia. Poco después olvidando los prodigios recién realizados, la multitud de nuevo grita exasperada clamando por la presencia del mago. Irritado por la nueva acción del público aparece en la mitad del escenario entre una contorsionista rubia y otra negra que bailan como serpientes entre ligeros vestidos dorados. Todos lo contemplan con fascinación. Su capa gigantesca libera reflejos. Ellas inclinan dos enormes cestos y el público verifica que están vacíos. El mago se quita el sombrero y en su cabeza aparece un pan y un pez rojo sacudiéndose, provocando la risa de los niños. El acto se sigue en enormes pantallas gigantes de televisión. Se oyen cada vez más fuertes sus extrañas palabras mágicas. Lanza la capa sobre los cestos y al retirarla surgen centenares de peces rojos vivos y de panes pardos que son lanzados a la gente enardecida. Los practicantes religiosos no aplauden al creer profanado su milagro bíblico.

El mago señala insistentemente a la luna atravesada por una pequeña nube que le da una apariencia de movimiento. Al fin todos obedeciendo se vuelven a mirarla y esperan el próximo asombro. Él grita palabras incomprensibles y estirando los brazos hace unos pases extraños, lentos, precisos, y todos vemos —incluso yo, que tras bambalinas sé que no utiliza hologramas ni sofisticados instrumentos ópticos—, vemos, repito, moverse a la luna, subir del horizonte al cenit, quedar exactamente sobre nosotros, y absortos ni siquiera nos atrevemos a respirar temiendo que esto ocasione su desprendimiento sobre nuestras cabezas.

La visión dura un minuto y aparece de nuevo el plateado satélite en su posición original coronando a Guadalupe. El mago se acerca a los cestos que se llenan sucesivamente y tres veces más vuelve a vaciar esos panes y peces rojos aleteantes sobre la multitud.
Con voz grave ordena a las bellas contorsionistas que se acuesten sobre dos camillas con ruedas y realiza la tradicional escena de la descuartización del cuerpo en cuatro partes, pero esta vez con una terrible modificación. Cierra las cajas y usando una gran sierra las fragmenta, separa los pedazos mientras la gente grita. Por último decide unir sus partes, y acudiendo a una desconocida crueldad intercambia sus cabezas. Luego al abrir las cajas pide a las dos mujeres que se levanten. Ellas surgen con el rostro trocado y reconociendo su transformación empiezan a gritar y a llorar, el público espera sin entender si esto corresponde a un montaje o a un truco perverso. Entonces compruebo, al nunca haber visto esta variación realizada muy cerca de mis ojos lo ocurrido, y comparto la sensación de sus dos asistentes enloquecidas por el terror.

El pánico se generaliza. Muchas personas quieren desertar pero la vasta congregación hace imposible la huida. Los aplausos y los gritos de horror se van alternando.
El mago pide niños voluntarios y de inmediato se presentan casi cien. Con rapidez elije dos de siete años y camina llevándolos de las manos. Una jaula cubierta con un lienzo negro se desliza sobre el escenario, entonces sus madres asustadas imaginando el peligro que se avecina intentan detener el acto. Es demasiado tarde. El sublime taumaturgo descubriéndola muestra un agitado tigre de bengala en su interior y pide silencio, ordena a los niños que entren al cubil del felino; obedecen como sonámbulos mientras la fiera sucumbe a un poder inexplicable, los rodea febrilmente y juguetea con ellos lamiéndoles la cara. El mago los saca entonces de la jaula y con un signo les pide que corran hacia donde aguardan sus angustiadas progenitoras. Recibe los aplausos y omite cerrar la puerta. La gente se inquieta imaginando la fuga del tigre. Se suceden tres fuertes relámpagos en el horizonte que no coinciden con el cielo completamente estrellado. La multitud atemorizada empieza a correr por las calles contiguas a la plaza, tropezándose, cayendo...

De lo que sigue es posible pensar que se trata de un cuento fantástico, pero es fácil verificar mis palabras viendo las imágenes de los camarógrafos que tienen el coraje de permanecer. Veo, es decir, miles de personas vemos el extraordinario final. El mago provisto de una capa gigantesca y una máscara de cóndor, sin parecer advertir lo que ocurre a su alrededor, camina lentamente hasta el borde del escenario y abre los brazos, permanece inmóvil unos instantes imitando voces de aves, y unos segundos después haciendo unos gritos inexplicables empieza a volar. Revolotea sobre la plaza seguido por los proyectores y alaridos de la multitud. Después de tres vueltas se dirige hacia el oriente y observamos que su silueta disminuye sobre la luna llena. El tigre lo contempla desde su jaula abierta, alelado.

Entonces, soportando el estrépito de la multitud en fuga y el de las bellas contorsionistas de cabeza cambiada, tengo la fuerza para entrar al sitio que siempre me fue negado. Abro el cubículo donde él se esconde a oficiar sus más increíbles prodigios y veo lo inimaginable. Aterrorizado empiezo a gritar, a clamar auxilio... Ahí encuentro a mi maestro, el más extraordinario de todos los magos, inmóvil, tendido sobre el piso metálico. Un hilo de sangre fluye de cada uno de sus ojos.

Confundido, espero que se reduzca mi angustia antes de arrodillarme a verificar su pulso, su respiración... Deshecho compruebo su muerte. Aún con esperanza supongo que es uno de sus impecables trucos con el propósito de castigarme por haber incumplido su prohibición de espiar sus enigmas; o que es el precio pagado porque nadie puede sobrevivir a aquellos desmesurados sortilegios.

Sin embargo quiero creer que al salir lo encontraré sobre la tarima ejecutando otro de sus actos increíbles en los cuales seré su más humilde ayudante. Pero sospecho también —y deben entender mi desolación— que lo asesiné al abrir esa puerta que me había enfáticamente prohibido mientras su imagen volaba hacia la luna, y siento venir mi llanto.

A Amparo Osorio

A Gonzalo Márquez Cristo

POEMA DE HERNANDO SOCARRÁS

Treinta días de tu impulso.
Te levantas de la tierra
Profunda
Donde no hay error.

Poesía de un solo impacto
Se rompen las palabras
Señaladas,
Más breves cuando digo:
“Compañero, eres otro libro
Que no teme a la oscuridad”

Homenaje póstumo al Poeta




Este viernes 24 de junio de 2016 se cumple un mes de la muerte del poeta colombiano Gonzalo Márquez Cristo. El poeta murió en Bogotá, su ciudad natal, después de un doloroso proceso de intervenciones médicas. Chali nos dijo adiós sumiendo en luto a nuestras almas. Gonzalo (Gonzalito) nos dejó el ejemplo de toda una vida dedicada a la creación poética y al liderazgo cultural. Su carismática personalidad se ganó el afecto de muchos escritores e intelectuales cartageneros, a raíz de la calidad de su trabajo y del cariño que él le profesaba a Cartagena de Indias y a la Universidad de Cartagena. Por todo ello, muchos poetas de Cartagena vamos a rendirle un sentido homenaje a la memoria de Gonzalo, y especial a la trascendencia de su obra.

En este homenaje póstumo y leyendo fragmentos de las obras de Gonzalo estarán presentes los siguientes poetas y escritores que convocan a este acto de la amistad y el reconocimiento:

Herbert Protskar Andrade, Argemiro Menco Mendoza, Limberto Tarriba, Gustavo Tatis Guerra, Mariana Pereira de Castro, Jaime Arturo Martínez, Bebela Vargas, René Arrieta Pérez, Miguel Torres Pereira, Wiston Morales Chavarro, Lázaro Valdelamar, Alicia Haydar, Lidia Corcione, Joce Daniels, Gonzalo Alvarino y “Generación Fallida”. 
Ese día recibiremos un saludo a este homenaje, desde E.E.U.U., de parte la poeta Hortensia Naizara. Desde Medelín, de parte del poeta Fernando Rendón. Desde Argentina, de parte del poeta Héctor de León Born. y desde Bogotá, de parte de los poetas Claudia de la Espriella y Edilberto Sierra.

El acto se realizará en la Biblioteca Fernández de Madrid de la Universidad de Cartagena, (Sede San Agustín), el 24 de junio de 2016 a las 9:30 a.m. 

Contamos con el apoyo institucional de la Universidad de Cartagena representado por  Edgar Parra Chacón (Rector), Raquel Miranda (Dir. Biblioteca), Sonia Burgos Cantor (Vicedecana, Fac. Ciencias Humanas), Ivette Yidios (Decana Fac. Ciencias Humanas), Jorge Llamas (Fac. Educación-Ciencias Sociales), Edilbert Torregrosa (Prof. Representante Consejo Académico).


Sol de Hielo, un abrazo para Gonzalo Márquez Cristo



Por: Luis Alejandro Contreras



Así bautizó Gonzalo aquella tarde, tarde caraqueña, en la que el sol no lograba atravesar las nubes por completo. Me dijo, ¿sabes cómo llamamos en Bogotá a estas insinuaciones solares? Sol de hielo. Y fue una de las más gratas conversas de la que guste hacer evocación mi ya trajinada memoria. Habíamos subido al Ávila. Quería mostrarle esa maravilla, que en veces se da, la de ver al sur la ciudad caraqueña y al norte el mar caribe. Pero esa tarde las nubes al norte estaban ariscas. Y ni siquiera el sol pudo convencerlas. Dejaba traslucir su esplendor tras la niebla, pero hasta allí. Un disco de luz tras el rocío celeste. Entonces se tendió en el aire la pregunta de Gonzalo. Recuerdo haberle dicho, la poesía está en todas partes pues, pues ése es adagio colectivo. Hoy Gonzalo se ha ido a perseguir soles de hielo, cantos de otredad, vuelos de polvo cósmico entre los aires de la nada, porque la nada lo es todo. Salve Gonzalo. Gracias por tu amistad y ese acallado entusiasmo tuyo, tan henchido de templada fruición. Lamento no haber podido volver a Bogotá. Algún día nos sentaremos a contemplar soles de hielo y beberemos del vino más excelso, el vino que se bebe en los confines que brotan de las cabeceras del tiempo. SALUD!


Arturo Bolaños


De reciente aparición en el marco de la pasada Feria Internacional del libro, publicamos algunas notas que sobre Ufano aliento escribieran diversos escritores españoles y colombianos.





Arturo Bolaños Martínez juramenta, más allá de toda ufanía, por  todo  lo  que  sobrevive,  por  la  niñez  eternal  que  no  se desarraiga del hombre, sus límpidos poemas son palabras que piden resurrección, sea bajo este cielo o más acá de la llave solar, tal como advierte Compañera que me olvidas en la noche / te espero / como al sol. Leamos, con intención profunda, lo que por dos lustros estuvo acopiando –y decantando– el poeta de San Juan de Pasto. Alfredo Pérez Alencart, Universidad de Salamanca.

Ufano aliento trabaja con el deseo del lenguaje como andadura entre lo decible y lo invisible, cosecha alientos que no explotan sino que se contienen porque El silencio/ anuncia el verso/ y lo fecunda. Julio César Goyes, Universidad Nacional.

La  lectura  de  estos  hermosos  poemas  nos  enseña  que  las palabras  cotidianas, sangre verbal de los hombres, son todopoderosas porque pueden, incluso, convertirse en silencio. Arturo  Bolaños  Martínez  es,  sin  duda,  un  admirable  poeta. Carlos Vidales, Estocolmo.

No a menudo, una voz venida de América sacude un panorama literario español que a veces parece cansado y sobre todo viciado, y desearía que fuéramos muchos los que nos sintiéramos vivificados. Pienso en lo que ha sido recientemente para nosotros Gonzalo Rojas, cuya voz tardó en ser escuchada de verdad. Ahora hay que pedir atención para Bolaños Martínez y celebrar y agradecer que esté aquí. Y no solo hoy, entre nosotros.
Barcelona.

A UN SOPLO
De la infancia
de los viajes
de los amores.

Con la huella de la sonrisa
el polvo
y la ceniza.

Solo extraño
aquellos silencios
a un soplo de convertirse en palabras.


A UNA ALENADA
De la infantesa
dels viatges
dels amors.

Amb lemprenta del somriure
la pols
i la cendra.

Només enyoro
aquells silencis
a una alenada d´esdevenir paraules.

Traducción al Catalán: Leonora Gambino


Rene Char… Su destellante palabra

Conmemorando el natalicio de este imprescindible poeta francés (L´isle-sur-Sorgue, Vaucluse, 14 de junio de 1907) ofrecemos a nuestros lectores uno de sus más significativos poemas traducidos por el poeta venezolano Luis Alberto Crespo para el libro Aromas Cazadores, publicado en Caracas-Venezuela por Monte Avila Editores en 1982.



VIAJEROS
Cefeida en Orión
Después que el tren desaparece
La estación sale riendo
En busca del viajero.

Todo lo que se oculta bajo la mano es, esta noche, esencial.
Lo no cumplido ensordece de esencial.

Inventamos fuerzas de las cuales tocamos las extremidades,
casi nunca el corazón.

Conviene acercar los utensilios de la mesa de comer con insignes precauciones.
Este intervalo singular no tiene parentesco ni puede medirse.

Nuestro presente llegó a tal punto a inflamarse que invocarlo sería destinarlo al viento.

Camarada, he aquí tu salvoconducto para dirigirte a donde quieres y sufrir en todas   partes. Desde la línea de flotación hasta los abismos. El coraje se sacia con infinitas   variantes. Lugar de delicias que dura un día.

Construyeron una barca con la espuma del mar a fin de llegar a la orilla más distante.           Ellos son esta cadera de arrecifes.

El calumniador desciende irresistiblemente hacia este mar. En cambio los dioses son             complejos y lentos en sus aprobaciones.

Estamos estando, como mancha amarilla, frente a la chimenea de la bestialidad.         ¿Quién lo duda? Ni siquiera ese farsante que es el gran frío.

La sombra de la vida interviene a tiempo para preservar el lugar que le debemos en    nosotros. Cuanto más altas sean las montañas, mayor será el derecho de los         clarividentes a llevar el relámpago de las cumbres en su bastón.

--Vida, ¿dónde está tu victoria?
--En ésta. Sobre aquél.
--Yo sé, Amiga, que el porvenir es escaso.

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CARTAS DE LOS LECTORES

CONFABULACION reitera a sus amigos y seguidores su gratitud por los cientos de miles de mensajes recibidos, que por obvios motivos han sido imposibles de contestar.


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