No. 455, Una vida, una Obra

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FUNDADORES: Gonzalo Márquez Cristo y Amparo Osorio. DIRECTORA: Amparo Osorio. COMITÉ EDITORIAL: Iván Beltrán Castillo, Fabio Jurado Valencia, Carlos Fajardo. CONFABULADORES: Fernando Maldonado, Gabriel Arturo Castro, Guillermo Bustamante Zamudio, Fabio Martínez,  Javier Osuna, Sergio Gama, Mauricio Díaz. EN EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Armando Rodríguez Ballesteros, Osvaldo Sauma (Costa Rica). Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Rodolfo Häsler (España); Luis Rafael Gálvez, Martha Cecilia Rivera (Estados Unidos); Jorge Torres, Jorge Nájar, Efer Arocha (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Renato Sandoval (Perú); Luis Bravo (Uruguay); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Adalber Salas (Venezuela);
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GONZALO MÁRQUEZ CRISTO UNA VIDA, UNA OBRA


 Gonzalo Márquez Cristo
Febrero 1º. de 1963 – Mayo 24 de 2016




                                             


                                               







       



























   









HOMENAJE


Por Amparo Osorio



INVERNAL

            A Chali

Oscurecía en los ojos de los árboles.
Yo aspiré entre su aroma
los llantos ocultos
de la última tempestad.
Y nada pude hacer contra ese invierno
que me azotaba el rostro.
No hay lucidez para el olvido.
Tampoco hay esperanza.

(De: La caída interior)



GONZALO MÁRQUEZ CRISTO UN POETA ESENCIAL


Por Antonio Correa Losada*

Toda pasión contiene una potencia desconocida que nos vuelve seres disponibles, para afrontar entre el delirio y la sensatez, las tareas bizarras que concibe la imaginación. A su alrededor, el mundo queda intimidado, agitado por esa fuerza desprejuiciada, vital, alegre. Así nos movíamos por calles y avenidas de los barrios del centro de Bogotá: La Macarena, Chapinero y La Soledad; por librerías, restaurantes y cantinas, abiertas al mediodía, entre el sol y el frío de la Sabana y las noches incondicionales, atrabiliarias, llenas de secretos y asombros. Con Gonzalo Márquez Cristo (1963), nos encontramos en el tránsito de esa década dura e insípida de los años 90, donde el espejismo y el fetiche del consumo y el capital imperial, eran la marca de triunfo de la época. Ese amigo, inigualable, niño grande, alto y un tanto escuálido, de melena rojiza o negra alborotada, quien como pacto de complicidad, desplegaba una sonrisa pícara en su rostro, enmarcado por una barba rala. Fueron los años, cuando dio inicio a su proyecto editorial como partícipe de la fundación de la revista cultural Común Presencia, que mantuvo durante varios años como la ventana indómita de donde salían y se reflejaban --desde diversas latitudes-- destellos desconocidos de la poesía. Búsquedas y encuentros, con una propia y exigente visión, a la que llamó, la “aventura esencialista”. Gonzalo, en un estado festivo y permanente de ansiedad, lo arrollaba todo a su paso. Su palabra aguda e inesperada, era un instrumento poderoso de reflexión y réplica. Las noches se convirtieron en ámbitos sin tregua, donde como editor participé en la armada y diseño de la revista. Nos reuníamos en su apartamento, provistos de paquetes de cigarrillos, uno o dos frascos de Néctar, y en un proceso alquímico y embriagador de lecturas en voz alta, propuestas, altercados y decisiones, preparábamos hasta el amanecer los números de la revista, junto a la poeta Amparo Inés Osorio, quien transcribía lo que por fin los tres habíamos seleccionado: Francis Ponge, Shopia de Melo, Olga Orozco, Mark Strand, Claude Michel Cluny, o poetas de México, Brasil, Colombia. En esas jornadas insomnes, también participaron los poetas Jorge Torres Medina, Mauricio Contreras Hernández, y ese entrañable editor que se llamó Julio Jaramillo. Apocalipsis de la rosa, su inicial libro de poemas lo publica en 1988 y fue saludado por el poeta Roberto Juarroz, con estas palabras: “Me parece un valioso ejemplo de lo que debe ser la poesía”. A su vez, Roger Munier, dijo: “Su poesía fuerza la intimidad de los dioses”. En “Raíz de vuelo”, poema de ese libro, dice: Un intercambio de heridas / puede revelar el enigma: / mi pacto con la sorpresa / aún no ha sido perturbado. / Giro en torno de la noche / oyendo llorar a quienes / han abierto la gran puerta, / y si el cadáver / persiste en su pregunta / sólo el vacío puede detenerme: / inventor del alma feliz… // Mi sueño es único o antiguo / --la historia del fuego / es cantada por el agua- - / y como nadie puede despertar / en tu presencia, no soy / rehén de los espejos. En Apocalipsis, establece las claves y la búsqueda de un lenguaje escueto que precisa los límites en que nos movemos, y en un afán metafísico impregnado de mística --en cuanto entrega y desciframiento-- señala la esencia que nos constituye. Seguirían La palabra liberada (2001), Oscuro nacimiento (2005). En 1992, publicó Ritual de títeres, ese “recurso del olvido”, como llamó a la novela. En el 2015, un grupo de pintores celebró en su homenaje una exposición excepcional, con obras centradas en la lectura personal de la novela. En 1998, dio a conocer El tempestario, un breve volumen de relatos cargado de magia y poesía, uno de sus libros más íntimos y personales. Como editor, recopiló, en una bella edición La casa leída (1996). En el 2007, con La pregunta del origen, obtuvo el Premio Internacional de Ensayo Maurice Blanchot. Como periodista, Gonzalo Márquez, logró que la entrevista adquiriera una estructura audaz e inteligente, al permitir más allá de las palabras, descubrir la raíz creadora del pensamiento del entrevistado. Con Amparo Inés Osorio, encontró en sus países de origen o en citas y encuentros inesperados las respuestas de E.M. Cioran, Octavio Paz, Roberto Juarroz, Jean Baudrillard, Salvador Elizondo, Juan García Ponce, Antonio Ramos Rosa, Eugenio Montejo, Juan Goytisolo, Olga Orozco, Lawrence Durrel, Roger Munier, Carlos Fuentes, Casimiro de Brito, Mario Vargas Llosa, Bernard Noël, Fernando del Paso. Alfredo Silva Estrada, Álvaro Mutis, Franco Volpi, Hans Magnus Enzensberger, Ernesto Sábato, Antonio Gamoneda y José Saramago. En Grandes entrevistas de Común Presencia (2010), Gonzalo Márquez nos deja un legado periodístico, sin igual y espléndido; junto con la edición conmemorativa del periódico virtual, ConFabulación100, en el 2009. Márquez, fue un ser cosmopolita, no solo por la visión totalizadora de lo que significa la cultura en el mundo contemporánea, sino por el encuentro que estableció con creadores de diversa procedencia, para mostrar la esencia humanista de la palabra como expresión poética. Estuvo en Ecuador, en encuentros memorables, leyendo su poesía en Quito y Cuenca, invitado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana, el Gobierno de Pichincha y el Ministerio de Cultura, donde compartió con los jóvenes y dejó vínculos, que solo una poesía signada por la sensibilidad y el presagio, puede dejar. Con una dedicación inusual como editor independiente, fundó la Colección internacional de literatura Los Conjurados, con más de 120 títulos, en ediciones cuidadosas y acompañadas con obras luminosas y surrealistas, de artistas como el maestro Ángel Loochkartt, Jim Amaral, Armando Villegas, Pedro Alcántara, Jacobo Borges, Fernando Maldonado, Sergio Trujillo Béjar, a quienes promovió con ensayos introductorios, en un lenguaje vigoroso y directo y con una concepción del arte, lucida e innovadora. Gonzalo Márquez Cristo, después de sufrir una enfermedad arrasadora, murió en Bogotá el 24 de mayo de 2016. Y la vida, nos sacudió y sacude con su fragilidad. Este lector voraz, poeta, periodista y prolijo editor, dejó su huella --como la ruta de un cuestionamiento incesante-- para encontrar una esperanza que jamás podrá humillarnos.

*Escritor y editor colombiano residenciado en Ecuador.



METAPHYSICA

Sé que el camino terminará por encontrarme.
Como todo lo que se hace visible para morir.


Gonzalo Márquez Cristo

(De: Oscuro nacimiento)


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