No. 459, La fiesta de la Pintura

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FUNDADORES: Gonzalo Márquez Cristo y Amparo Osorio. DIRECTORA: Amparo Osorio. COMITÉ EDITORIAL: Iván Beltrán Castillo, Fabio Jurado Valencia, Carlos Fajardo. CONFABULADORES: Fernando Maldonado, Gabriel Arturo Castro, Guillermo Bustamante Zamudio, Fabio Martínez,  Javier Osuna, Sergio Gama, Mauricio Díaz. EN EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Armando Rodríguez Ballesteros, Osvaldo Sauma (Costa Rica). Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Rodolfo Häsler (España); Luis Rafael Gálvez, Martha Cecilia Rivera (Estados Unidos); Jorge Torres, Jorge Nájar, Efer Arocha (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Renato Sandoval (Perú); Luis Bravo (Uruguay); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Adalber Salas (Venezuela);
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HOMENAJE AL MAESTRO ÁNGEL LOOCHKARTT


    

FABULA DEL ANIMAL ANTIGUO



Fábula del animal antiguo, Summa poética,  de Gabriel Arturo Castro, nos recuerda la vieja pregunta: ¿Has visto algo perfecto sin la paciencia? Una paciencia que ilumina y a la vez es una enseñanza estética o actitud permanente ante la vida. Tal poemario revela con angustiosa claridad la experiencia humana. Logra expresar el dolor del hombre en un tono que no se puede describir ni comparar. Es un tono que trastorna la sensibilidad y el alma del lector sin acudir a las armonías que se logran con ciertas combinaciones de palabras o trasponiendo en la página oralidades cuyos acentos perturban o encantan el oído. Es un tono que convoca experiencias innombrables pero vividas por cualquier doliente de la historia y la sinrazón.
En este libro hay una intensidad emocional en expansión y es inútil buscarle influencias. Ha encontrado lo que, los entendidos en literatura, llaman su propia voz.
No cesa de deslumbrarnos y confrontarnos. Se vive pendiendo de clavos al rojo vivo. Las piedras gozan de tranquilidad que debía sobrarle a los hombres. Los llantos prefieren morir anónimos. Y no puede ser de otra manera en una sociedad que no se expresa o prefiere salvarse contando los eslabones del silencio.
Página a página va perfeccionando un espiral, lamento rabioso y despojado de preciosismos estériles y precisiones forzadas. Es el lamento poético de un tiempo. Es el lamento que deja una historia escrita, libre de palabras plenas que, obvio, no pueden usar los seres destrozados que han elegido expresar los vaivenes de su alma con palabras rotas.

VICTOR LÓPEZ RACHE+++

ESTE INFIERNO MÍO 

DE JULIÁN MALATESTA




HERRUMBRE: NUEVO LIBRO DE ELKIN PINTO GÁMEZ




I
En el sustrato de vacío que habita mi palabra
en la estación última de las despedidas
en las atmósferas que se burlan de mi color
estaré al fin y hasta el fin
en guardia contra los que zanjan versos
entre juegos verbales
entre las borrosas semansis de la metáfora hundida
a pie de fuerza en los ojos del papel
y tú de pronto subirás la raíz del grafito
como un pulso que acaso
recorra el pecho y los muslos
de una eyaculación ancestral
sin más que una breve pausa entre lo que fuimos
y lo que seremos de pronto en los días calurosos
recuerda tu estornudo o la destrucción plácida
de tus pieles sobre las mías
pero igual seguiremos el llanto
la cólera y la vergüenza que nos anidan
estaré siempre en pie de lucha
porque el vértigo de la existencia
se derrama como hoja seca desconocida.


II
Me niego a trasegar por la inclemencia
Con grilletes en la memoria
Al tránsito incierto de retinas
Sobre la geografía del cuerpo turbado en el cemento
Al abismo que roe la línea trazada
al sufrimiento de la tinta que nos escribe.
Mis vísceras se inundan de libertad.
Por eso no soy más la lengua en que me pronuncian
El brazo que me señala, ni el gatillo que besa mi frente.


III

Ya sabes, aquí no hay primaveras de abril solo
veranos de luto
las praderas son pasto de cadáveres trepando un
aliento perdido
Ya sabes que el sol estima a los verdugos
latigando los sentidos como llama de agua hirviente
No esperes el rocío de los ojos
desconfía de la tranquilidad de la tarde
No hables de los sueños de trinchera
mientras unos juegan cartas
en futuras fosas desinfectadas de pobreza.

* Elkin Pinto Gámez: Valledupar, Colombia, 1979. Ha publicado en la antología Yuluka-Poetas de Valledupar (Colección Los Conjurados, Común Presencia Editores, Bogotá, 2010). Actualmente reside en Francia. Los siguiente poemas son del libro Herrumbre (Colección Claros del bosque, Terrear Ediciones, 2017)


POEMAS INÉDITOS DE MARÍA HELENA GIRALDO*



Grafía del sueño

La sangre como un río nos empuja, mientras el espejo nos devela el rostro de la noche. Ella es el reflejo de lo que fue y sigue siendo. Un destino golpea a la puerta que no existe.

Alguien que no vemos se acerca, y empuja la puerta. ¡Cuántas veces los mismos pasos abrazando los nuestros? ¿Cuántas adentrándonos en el jardín prohibido del sueño, el de la fatalidad?, para arrancarle a  la noche sus dialectos extraños.

No hay lámparas, los pies cansados y la noche no tiene ojos.  

Me transformo en un enjambre de abejas, en un unicornio azul, en un hueso prehistórico. Nadie me ha advertido que desciendo de la hormiga.

Me desnudo de todos los nombres que traía y solo restos soy, restos del diluvio, vacío sobre los inicios del mundo.

Afuera

Exilio, desandar la memoria. Un tiempo detenido dentro del tiempo original del tiempo. Un hombre se niega al olvido. A lo invisible de la espera. Geografía quebrada.

El ojo de Circe, sus perros, los brebajes y ensoñaciones son mi sueño. Caminos idos que regresan. Ella cierra discretamente los amaneceres. Él reclama con fervor la palabra,  el vino.

El precio es un paraíso que se torna pesadilla.

Vacilación

La mirada es muchas veces un registro sin ciudad, una derrota del sueño, un destino enraizado en el fuego. Antiguo oficio de no decir nada. Trinchera, lluvia que cae en los tejados y moja la tierra de los ausentes. A la sombra de un árbol se entrega el hombre domesticado para que otros lo gobiernen.

Los pájaros en desbandada me llaman. También son los primeros en huir después del golpe en la puerta. ¿En qué lugar protegernos de la noche  aciaga? Senos expuestos al frío, sacerdotisas inmoladas en los labios de  los dioses, ríos de sangre se repiten en el espejo.

El viento alimenta a los moribundos que llevamos. Vacilación, soy los nombres de los muertos que se pierden en el tiempo.

La ciudad, guerra en la que se pierde la vida. La tragedia, antiguo eslabón ceñido al cuello. Lo rompo para que el deseo se prolongue en el azar.                                                                            

Me emancipo, mi escritura es borrada del paraíso.

Dádiva

Un recuerdo se vuelve hilo de araña que devela las ciudades primeras, los monstruos más patéticos, las barbaries que agotaron mis ojos.

He visto a Dios en el prójimo, le he escuchado con voz iracunda y dulce, tan humano, tan mortal, tan hombre como todos nosotros, sudando y con ampollas por las largas jornadas sobre el mundo.

¿Qué no he visto y escuchado? El tambor de la guerra, hombres muertos y vencidos. La voz de Dios, que es la mía, y que se extiende a la sustancia del árbol y la herida, del camino y las olivas.

Cierro los ojos y me veo en libertad, respirando el aire como dádiva.

*Psicoanalista, poeta y ensayista, nacida en Filadelfia (Caldas). Primera mención Concurso Nacional de poesía Porfirio Barba Jacob de Envigado en el 2009 y en el Concurso Nacional de Asmedas 2014. Ha publicado: Lobos incendiarios (2007) y La Ciudad de tus Ojos  (2012).

 
METAPHYSICA


Quien no llena su mundo de fantasmas,
se queda solo.

Antonio Porchia

(De su libro: Voces)
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