No. 530. Silencios fértiles de una ciudad en vilo

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Descripción: ConfabulaCabezoteActual

FUNDADORES: Gonzalo Márquez Cristo y Amparo Osorio. DIRECTORA: Amparo Osorio. COMITÉ EDITORIAL: Iván Beltrán Castillo, Fabio Jurado Valencia, Marco Antonio Garzón, Jairo Alberto López, Carlos Fajardo. CONFABULADORES: Fernando Maldonado, Gabriel Arturo Castro, Guillermo Bustamante Zamudio, Fabio Martínez, Javier Osuna, Sergio Gama, Mauricio Díaz. EN EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Armando Rodríguez Ballesteros, Osvaldo Sauma (Costa Rica). Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Rodolfo Häsler (España); Luis Rafael Gálvez, Martha Cecilia Rivera (Estados Unidos); Jorge Torres, Jorge Nájar, Efer Arocha (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Renato Sandoval (Perú); Luis Bravo (Uruguay); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Adalber Salas (Venezuela);
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con el asunto “Retiro”

“El amor se hace más grande y noble en la calamidad”.
Gabriel García Márquez

Tomado de: El amor en los tiempos del cólera

SILENCIOS FÉRTILES 
DE UNA CIUDAD EN VILO

Descripción: Z
ZAYRHO DE SAN VICENTE CELIS*


INTRODUCCIÓN:

Tuve la oportunidad de vivir estos tiempos convulsos, desde la atención médica y también como paciente afectado y aislado por el coronavirus. Quiero compartir mi experiencia a través de la poesía, recordando la máxima de nuestro querido poeta Gonzalo Márquez Cristo, cuya memoria honramos al citarlo: “Todo sufrimiento es inútil para quien no persigue la poesía, para quien no alimenta con sus ojos a las águilas”. La poesía nos alumbra con su llama infinita en los momentos más sórdidos y nos da sentido y esperanza… (28/3/2020).


TONADAS DEL COBRE 
De la envoltura de lava metalizado del medicamento
nace una trompeta cobriza que rechina,
tocada ritualmente por los virtuosos muertos
—las gafas de Miles, las venas de sus sienes,
sus carrillos inflados en jubileo—

Reliquias, pebeteros, cirios,
convertidos en monedas
—pasando primero por el renacimiento del metal fundido—
para poder pagarle a los músicos
—para que no pierdan la médula creativa,
sin la cual serían esperpentos ruidosos sin alma ninguna—
y así permitir que toquen incesantemente
durante todo lo que tarde este mareo
—el número de meses
según caiga la curva y caigan los dados—
y creen obras inéditas, libres,
poniendo todos los condimentos en la caldera.
Que toquen con el virtuosismo
de una serpiente retorciéndose, cambiando de piel,
¡Que toquen!
Durante esta prolongada procesión de tribulaciones,
arcadas, arengas, tos bronca,
menús con sabor a latón sin sal y a hospital de campaña. 
¡Que toquen perpetuamente!
En estos días de adultos agazapados en armarios
y palomas encerradas en las casas.

Hoy a las ocho, quizá haya otra tonada desafinada,
junto con aplausos y cacerolazos marciales,
como grito de guerra para desafiar
este ejército invisible que lo permea todo,
y se acantona en bocas, narices
y pulmones frágiles como vidrios deslustrados.


CUARENTENA


Hoy no hay nadie para compartir la mesa.

Me preguntan: ¿Qué tal estás?
Estoy afilando cuchillos en la cocina.
Habrá que dejar algún trozo en la mesa
para compartir durante la pandemia
—como merienda o como sacrificio—.

La mesa no puede quedar vacía
esta larga primavera fantasma…

SILENCIOS FÉRTILES DE UNA CIUDAD EN VILO

En la calle, un silencio general,
tan fino que oigo como si fuera en mi oído
la conversación de una chica con acento andaluz
que bebe vino en el balcón del edificio de enfrente
y al parecer habla con su madre
—a ella le cae el sol, en ese lado de la calle—.
Un silencio general que evoca tristeza
pero también tiene un aroma
de ascetismo que resulta bello   
como si hubieran calmado la rabia de la calle,
como si los balcones tuvieran un nuevo nacimiento.
En las madrugadas se escuchan los pájaros
como si estuviéramos en las montañas del Quindío
—tal vez en otros días también se oyen,
detrás del bullicio de mercado persa,
del rutinario tempo de la metrópoli un día cualquiera—.
Hay un silencio sacramental:
Incensarios, velones y meditaciones calladas
ofreciéndole un respeto a la naturaleza,
un respeto que vino de golpe
como una fractura súbita en las costillas,
al darnos cuenta que en el siglo XXI
también puede la ira de los intersticios
dejarle sellos a los cadáveres,
y una peste diferente también puede asolar Europa,
como en la plaga de Justiniano,
como las pulgas y las ratas sembrando bubas
y tragándose a las familias
a pesar de los trajes encerados, la paja y el ámbar gris,
obligando al exilio,
como en los teatros de bosques
rodeando la fogata, en las noches del Decamerón.

Un silencio sacramental de humildad desnuda,
hemos vuelto, desde los escondites,
a pedirle lluvias a las nubes.
Llevamos en cadena humana
cántaros y cántaros y más cántaros
para lavar la cara y calmar la sed de los que van cayendo
—por enfermedad y por pánico,
en la fase que infecta o en la que inflama—.
Se nos han caído las soberbias de platino
como se cae el peluquín que retaba al profeta.
Hemos vuelto a reflejar nuestro rostro
en los lagos de los muiscas,
hemos vuelto a cantar entre los tréboles de los celtas,
humildes y desnudos,
primarios,
haciéndole un sacramento a la naturaleza
ahora que nos muestra
el bisel oxidado de la navaja.

*(Bogotá, 1986). Médico. Residente de Neurología. Especialista en Epidemiología. Máster en Farmacoeconomía/Economía de La Salud y del Medicamento y en Razonamiento clínico y profesionalismo médico. Ha trabajado en medicina clínica, investigación y como gerente de Farmacoeconomía para Venezuela, Centroamérica y el Caribe (Johnson & Johnson). Miembro fundador de la Fundación Fahrenheit 451. Escritor de artículos científicos, poesía, cuento y ensayo. Ha publicado los libros: La sonrisa del paria (Poesía; Común Presencia Editores; 2016) y Relatos de las siete vidas (Cuento; Común Presencia Editores; 2017). Ganador de los concursos de poesía y cuento de la Universidad de La Sabana (2008). Estudiante de percusión latina e investigador sobre ritmos afrocubanos (salsa, son cubano y jazz latino). Ha publicado apartes de su trabajo en: la revista del Festival de Literatura de Bogotá, el periódico cultural Confabulación y en archivos de la Academia Nacional de Medicina de Colombia. Ha participado en eventos literarios en Colombia y España.

PIEL DE AGUA Y FUEGO



Descripción: ARTURITO
ARTURO BOLAÑOS MARTÍNEZ

Un instante de amor
- sí de amor -
como la vida entera.
Del delirio
he vuelto a mí
sin tu cuerpo.

*
Paso
entre memoria y olvido

Mujer
dientes de azúcar
tu mordedura
huella
tatuaje           
hechizo                    
tacto viajero
a un lugar invisible.
Tenemos
poco amor
si el tiempo escapa.

*
¿Decirte qué?
si las palabras se pegan a la lengua
perforan la piel y caen al piso.

Ahora te entiendo monje lluvioso
con tus ojos inmóviles como de pescado
ojos audaces que miran fijamente
algún objeto invisible

*
Mariposa desnuda
recibe mi savia
en el sostenido instante
que habitamos.
Tu cuerpo
trozo de sol
donde me evaporo.

LAS OTRAS GUERRAS DEL COVID-19.

PÁNICO, MENTIRAS Y CULPABILIZACIÓN


Descripción: CFAJARD
CARLOS FAJARDO FAJARDO

¿Cuáles medios oficiales y gobiernos mundiales se han al menos interrogado hasta ahora por los causantes de la creación y propagación del coronavirus Covid-19? En vez de ello se han propuesto crear una sarta de mentiras y de estrategias que viralizan la culpa entre los ciudadanos y la sociedad civil, culpándolos a todos con tácticas y terrores moralistas, incluso religiosas, en las cuales quedamos como victimarios en una confrontación de todos contra todos. Sin negar el riesgo y el peligro del coronavirus para la población mundial y local; sin poner en duda de que las medidas de aislamiento son fundamentales para evitar su propagación y acatando que todas las recomendaciones médicas son claves para superar la pandemia, nuestra reflexión va encaminada, sobre todo, a los contenidos ideológicos-políticos y a su permeabilización en la comunidad, la cual los asumirá tarde o temprano como verdades totales, respetando la orden y el imaginario del poder y del statu quo masificado.
Lo que aquí se cuestiona, y por lo que levantamos nuestra alarma, es el esquema autoritario y los dispositivos de poder que se han impuesto para culpabilizarnos, estrategia neofascista que ha puesto en funcionamiento una seductora maquinaria de culpabilidad cuya función es hacer que la sociedad civil acepte los golpes sin mayor queja alguna; que hace ver justa aquella monstruosa sentencia pronunciada en el cuento la colonia penitenciaria de Franz Kafka: “la culpa es siempre indudable”. Esto se observa cuando entra en funcionamiento la autoculpabilidad: el implicado piensa que, por mandatos supremos, debe sentirse culpable sin serlo. El recurso retórico que lleva a la mayoría a considerarse culpable, es una de las mejores estrategias de los regímenes para perpetuarse en el poder. La culpabilidad colectiva exonera de todo juicio a los verdaderos responsables de los horrores históricos. Su insistencia y repetición mediática anula la posibilidad crítica de los ciudadanos y atomiza al pueblo. Es un discurso retórico frenético, monotemático donde, en nuestro caso, el coronavirus es el plato roto que debemos pagar todos por tener la marca de la no inocencia. Nuestra dignidad queda humillada por esta retórica morbosa y siniestra.
La actitud cínica de culpabilizarnos a todos de este horror– y por ende de criminalizarnos en masa- alimenta discursos fanáticos de muerte y exterminio. Si todos somos culpables todos debemos pagar y morir por ello. Las intenciones son visibles: justificar las acciones de un terror tanto simbólico como real; legitimar el ocultamiento de la verdad, llevando la falsedad a sus más espeluznantes extremos; hacer de la mentira un valor intercambiable y usable según las circunstancias; indultar a los verdaderos culpables.
Los resultados son desastrosos. Se pone en línea y en red una actitud irreflexiva y peligrosa alimentada por la efervescencia mediática. Por lo tanto, la maquinaria de culpabilidad no sólo produce intimidación sino también una sensiblería acrítica, temperamental, inmediatista que en el fondo da legalidad a las vejaciones. Basta sólo ver cómo se aprovecha políticamente la angustia ciudadana y su temor ante el Codiv-19 para darnos cuenta que detrás del velo mediático existe la intención de des-responsabilizar a los verdaderos culpables y culpabilizarnos a casi todos. Así opera la maquinaria de culpabilidad; ella garantiza que los ciudadanos acepten la culpa como una perversa y dulce guillotina.
Legitimar las múltiples mentiras económicas y sociales que los gobiernos de turno generan en esta virulencia, es una de las más perversas estrategias que se pueda imaginar nación alguna. Ese parece ser uno de los tantos objetivos ocultos detrás de la creación de la pandemia, entre los que se encuentran también el liquidar a la población de tercera edad, benefactora de pensiones para liquidar a su vez todo esquema de pensiones, generar despidos masivos e imponer el trabajo por horas sin prestaciones, el teletrabajo mal remunerado, e ir aboliendo los sindicatos que aún existen y con ellos los pocos derechos laborales que van quedando en el agresivo sistema neoliberal, donde se impone el coste económico sobre el valor de la vida. Tratarán de aprovechar la hecatombe para volver norma estas excepciones asumidas temporalmente, junto a la educación virtualizada, los telecontroles y las vigilancias digitales policivas. ¿O es la industria farmacéutica voraz la que sacará mayores dividendos después de la angustia, como buenos mercaderes de la muerte? Ya varios dirigentes, presidentes y empresarios mundiales lo han sugerido.
Otro de los siniestros propósitos puede ser el de impulsar un sistema de limpieza demográfica donde mueran algunos excluidos de las ´´subclases´´ y sobrevivan los ´´elegidos´´ de las élites hiperclasistas, ello sin olvidar la trágica suerte de nuestra población en medio de un deficiente y pobre sistema de salud potencialmente privatizado.
Por otra parte, como consecuencia del Covid-19 ¿Dónde han quedado los problemas y los asuntos de las otras realidades cotidianas, políticas, culturales, etc.? ¿Será que todo se lo tragó el virus y desapareció, en la virulencia mediática, la múltiple complejidad de las heterogéneas realidades? ¿No será ésta una de las tantas lógicas perversas que traman las hegemonías de los poderosos? ¿O acaso no será un primer experimento global para llevar a cabo todas estas acciones? ¿Se trata de asignarle la culpa a la naturaleza, a Dios o al Diablo, a China y a Estados Unidos, a la ciudadanía en general, dejando en la impunidad a los verdaderos causantes de la tragedia? Arduas y preocupantes cuestiones.
Pánico, perversidad, mentiras y culpabilización construyen un cuadro ideológico, político y biológico que se nos puede estar montando y ante el cual debemos estar muy prevenidos y atentos.
OTRAS GUERRAS DEL CORONAVIRUS
Como en un guion cinematográfico, nos encontramos dentro de un extraño relato, sólo imaginado por la gran literatura, como por ejemplo, en el Diario del año de la peste de Daniel Defoe (1722); La Peste de Albert Camus (1947); El ensayo de la ceguera (1995) de José Saramago y en algunos filmes de ciencia ficción. Vaya guerra biológica donde la muerte inevitable se impone como un imperativo categórico. El famoso y conocido verso de John Donne: ´´la muerte de cualquier hombre me disminuye´´ la podríamos ampliar a toda la civilización con su capitalismo depredador que se devora a sí mismo. ¿Quiénes han osado realizar esto, poniéndonos al filo del abismo?
Podríamos sospechar de los ocultos propósitos y de las oscuras intenciones de los dueños mundiales del capital; permitirnos adelantar unos cuantos indicios sobre fines políticos, científicos y militares, junto a guerras económicas contra los chinos, los rusos, Irán, la Unión Europea, Latinoamérica, etc., con objetivos de expansión y dominación; terribles y malvados planes de imponer un neoliberalismo más agresivo, más soberano y totalitario; en fin, múltiples estrategias de dominio de los poderosos sobre sus más peligrosos adversarios y competidores. Todo ello puede ser cierto si lo vemos a la luz de lo que son capaces de hacer –incluso poniendo ellos mismos algunas víctimas-; pero también es una radiografía trágica y horrenda del verdadero rostro del capitalismo contra las civilizaciones y contra todas las especies que aquí sobrevivimos. Es su ataque frontal a la vida, su tenebroso odio a lo que hemos construido durante siglos y que con absoluto cinismo y brutal indiferencia destroza, resguardando sus propias utilidades.
La imagen del Leviatán antiguo y moderno, tan grávido y visible, tan temido pero al fin de cuentas materializado en sus instituciones de poder, ahora se ha volatilizado, se invisibiliza, se esfuma, creando una fuerza más poderosa, terrorífica y salvaje. ¿Cómo saber dónde se esconde si se encuentra en todas partes? ¿Cómo saber si nos ataca o no, mientras se mimetiza en todos y todos de pronto somos él, transmutados en peligro? Los cuentos y los filmes de ciencia ficción se hacen añicos, son nimios ante este Leviatán múltiple e invisible.
Las guerras precedentes se daban cuerpo a cuerpo, armamento contra armamento, ejércitos contra ejércitos, enfrentados en campo abierto. Las protestas del pueblo se dan en calles y plazas contra regímenes tiranos y normativas injustas. Ahora la guerra ha mutado: es la insoportable levedad invisible de seres microscópicos contra nuestros cuerpos visibles, vulnerables. Cambio de dimensiones. No salimos a combatir al enemigo, a cambio de ello nos encerramos; no enfrentamos a ese otro con nuestra presencia, sino con nuestra ausencia, nos confinamos. La bunkerización de la vida se vuelve nuestra seguridad. En el afuera está el peligro, pero en el adentro también, ya que puedes ser un bicho transmutado. Doble viralización. En el afuera no estamos a salvo, en el adentro naufragamos. Nuestros búnkeres, convertidos en supuestas fortalezas, son en realidad muros transparentes en la era de la hiper-información. A ellos transportamos el miedo al realizar las precauciones domésticas invadidos de terrores, al tiempo que consumimos virus cibernéticos, telemáticos, que nos bombardean, nos azotan, ajustan nuestras emociones, las registran. Afuera el Leviatán múltiple y proliferado del Coronavirus; adentro el Leviatán en red hiper-informática mentirosa, viviendo de nuestros espantos. ¿A mayor reclusión, mayor marketing de terror impactante y horrorífico?
La condición de lo maléfico se extiende y se propaga como otra virulencia mental e ideológica ¿Estrategia de alejarnos del ágora, de separarnos los unos de los otros, individualizarnos, desarticular aún más la comunidad, la amistad, la solidaridad, desintegrarnos?
Cierto: es necesario por ahora encerrarnos para evitar el contagio y la propagación, eso no se discute. Sin embargo, ¿cómo estamos llevando a cabo el encierro? ¿Cómo lo asume una sociedad y unas clases acostumbradas al consumo frenético? Y la población proscrita de esos bienes, la de los excluidos, los informales, los hacinados en las cárceles, los confinados a la pobreza ¿qué instituciones del Estado se han comprometido con ella? Salvo alguna que otra obra caritativa, son los desterrados de la tierra. ¿Será que hacia ellos va también dirigida esta maldad depredadora? Frente a ello queda resistir, proponer una acción vital y existencial activa, creativa, pensante. Combatir el miedo, el pánico, los medios mentirosos, el olvido de las realidades, nuestra nula solidaridad; construir la soledad-solidaria, la que nos han enseñado poetas, pensadores y artistas; mantener viva la memoria crítica y valiente; saber que a través del otro y con los otros es que existo, que soy, que me rebelo y exijo; resistir para re-existir de nuevo en medio de la crisis.
Símbolo y sino de una crisis civilizatoria, el Covid-19 marca y marcará la historia de ahora en adelante. ¿Quiénes pudieron montar semejante desastre civilizatorio? ¿Pensaron alguna vez en las creaciones de la poesía, de la música, la pintura, en el deseo visceral hecho obra de arte?
En un día cualquiera todos nos hemos visto confinados, mientras los autores del guion miran tal vez con deleite desde sus butacas cómo vamos uno a uno callando, y cayendo.

LA DIVINA ALICIA ALONSO

Descripción: j
JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS

Finalizando 2019, falleció en La Habana, su ciudad natal, la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso, quizás la más grande bailarina y coreógrafa del mundo en los siglos XX y XXI.
Una noche que jamás olvidaré, el arte magistral de Alicia Alonso se vistió de gala –como era habitual-, con el estreno mundial de Un viaje a la luna, en la Sala "García Lorca" del Gran Teatro de La Habana.  Aquella vez volví a deslumbrarme con su asombrosa capacidad creadora, su maravilloso duende y su intuición extraterrenal

          Ante un teatro completamente lleno por un público expectante y permanentemente sorprendido ante la gracia irracional de la "poesía en movimiento", admiré obras como Paquita, con coreografía de Petipa y música de Ludwig Minkus, la suite Generis, con coreografía de Alberto Méndez y música de George Frideric Haendel y Francisco José Haydn, y El corsario, con coreografía de la propia Alicia Alonso, sobre la original de Marius Petipa y música de Riccardo Drigo, todo ello con un majestuoso vestuario de Salvador Fernández.

          Recuerdo la conmoción estética que resultó el inmortal dúo de amor del ballet Espartaco de Aram Jachaturiam con coreografía de Azari Plisetski. Ya no recuerdo cuántas veces en mi vida he visto, sentido, soñado y recreado esta joya del ballet del siglo XX, donde Frigia se despide de su amado Espartaco, el legendario líder de la primera gran sublevación de los esclavos en la Roma antigua, quien debe proseguir su lucha.

          En Colombia, años atrás, había asistido, cuantas veces se hizo necesario, a la representación del bellísimo dúo, con parejas del Bolshoi; lo mismo en la Unión Soviética, en el mismo teatro Bolshoi de Moscú o con artistas del ballet Kírov de Leningrado. O en videos de películas, interpretado por Galina Ulanova o Maia Plisetkaia, todos a cual más notables, y con el singular poder de deleitar el espíritu de los seres sensibles.

          Pero el que admiré al máximo aquella noche habanera, interpretado por Alihaydée Carreño y Octavio Martín, iguala o supera a los anteriores. Lograron transmitir ese atribulado tumulto de emociones entrecruzadas del amor arrollador, de la inmediata nostalgia que se desprende de la inevitable despedida, de la entrega a la noble causa y de la seguridad del heroísmo. Todo ello, recreado en cada una de las tonalidades del genial compositor armenio Aram Jachaturiam.

          Y como si fuera poca la emoción, nos brindó luego Alicia Alonso la comedia-ballet Un viaje a la luna, con libreto de José Ramón Neyra sobre Il mondo della luna de Carlo Goldoni, acerca de un tema muy en boga a finales del siglo XIX, con la novela homónima de Julio Verne y la película de George Meliés. Y qué gran transposición poética se logró de la broma hecha a un alucinado que bajo los efectos del alcohol está convencido que está en la luna. Una extraordinaria pieza de ballet es ésta, con champán, paisajes lunares y polvos de estrellas ficticios para un festejo lúdico donde por instantes se vive el sueño, la pesadilla y el regreso a la realidad.

          Con un sobresaliente elenco conformado, entre otros, por José Zamorano, Anette Delgado, Yolanda Correa, Romel Frómeta, Miguel Ángel Blanco, Javier Torres, Anissa Curbelo y Bárbara García, el estreno mundial de Un viaje a la luna fue más allá de las piedras de Selene, para coronar las más altas cumbres siderales del arte danzario.

Y al igual que esta obra, millares de representaciones hechizantes fueron aclamadas durante más de siete décadas, gracias a los extraordinarios ballets clásicos que estremecieron de asombro y gracia estética a tantos hombres y mujeres de los cinco continentes, por obra y gracia de la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso -siempre genial, siempre maravillosa-, quien trascendió a finales de 2019, de una vez y para siempre a la inmortalidad de los divinos genios del arte universal.

*José Luis Díaz-Granados (Santa Marta, 1946). Poeta, novelista y periodista cultural. Miembro de la Generación sin nombre. Ha publicado: El laberinto (1968-1984), La fiesta perpetua. Obra poética, 1962-2002 (2003) y Poesía completa (3 tomos, 2015). Otros libros: Las puertas del infierno (novela, 1986, finalista del Premio Rómulo Gallegos), La muñeca nocturna (teatro, 1996), Cuentos y leyendas de Colombia (1999) y Gabo en mi memoria (2013).