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FUNDADORES: Gonzalo Márquez Cristo y Amparo Osorio. DIRECTORA:
Amparo Osorio. COMITÉ EDITORIAL: Iván Beltrán Castillo, Fabio Jurado Valencia,
Carlos Fajardo. CONFABULADORES: Fernando Maldonado, Gabriel Arturo
Castro, Guillermo Bustamante Zamudio, Fabio Martínez, Javier Osuna, Sergio Gama, Mauricio Díaz. EN
EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Armando Rodríguez Ballesteros,
Osvaldo Sauma (Costa Rica). Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Rodolfo
Häsler (España); Luis Rafael Gálvez, Martha Cecilia Rivera (Estados Unidos);
Jorge Torres, Jorge Nájar, Efer Arocha (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel
Impaglione (Italia); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Renato
Sandoval (Perú); Luis Bravo (Uruguay); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses,
Adalber Salas (Venezuela);
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con el
asunto “Retiro”
SÉPTIMO FESTIVAL DE LITERATURA DE BOGOTÁ
La Fundación Fahrenheit, liderada por los escritores
Javier Osuna, Mauricio Díaz y Sergio Gama, rinden un sentido homenaje al Poeta,
narrador y ensayista Gonzalo Márquez Cristo, reconocido escritor y gestor
cultural colombiano que dio vida a cientos de libros como autor, compilador y
editor. Todos los eventos de este séptimo Festival, estarán dedicados a su vida
y obra. La imagen que ilustra esta versión del festival es un retrato que
el reconocido pintor Ángel Loochkartt, amigo entrañable de Gonzalo, realizó en
su honor.
Gonzalo Márquez Cristo
El 27 de octubre en la
Galería-Restaurante Casa de Citas, 15 poetas, nacionales e internacionales,
leerán la obra de Gonzalo Márquez Cristo, dando inicio así a la Séptima
versión del Festival en la que, durante dos semanas, el público capitalino
podrá explorar las diversas facetas de su obra periodística, pasando por su
poesía, narrativa, ensayo, hasta la relación de su trabajo con la pintura.
También habrá talleres para niños en los que se difundirán sus escritos a nuevas
generaciones.
Los eventos serán de Entrada Libre y contarán con la presencia de quienes fueron, y siempre seguirán siendo, sus cómplices y amigos; además de más de 20 artistas nacionales, entre los que se destacan Amparo Osorio, Carlos Castillo Quintero e Iván Beltrán; el Festival también contará con la visita de cuatro poetas internacionales: Carolina Zamudio (Argentina), Georgia Kaltsidou (Grecia), Rebecca Katsaris (Chipre) y Luis Alejandro Contreras (Venezuela). La Fundación Fahrenheit 451, entidad organizadora del certamen, espera convocar a todas aquellas personas que construyeron con Gonzalo desde el arte. Que este festival sea un motivo más para honrar su legado y valorar su recuerdo. Sus letras brillan hoy, aún más, desde aquel 24 de mayo de 2016 cuando, después de batirse valientemente contra el cáncer, abandonó este plano entre el inmenso dolor de su familia, sus amigos y sus seguidores. ¡Que el grito siempre pueda detener la herida!, dijo Gonzalo en uno de sus poemas, reseñando las heridas espirituales de un país, en el que declararle la devoción al arte y a la poesía es un acto suicida, pero Gonzalo logró vivir de lo que amaba y hacer vibrar a otros con sus creaciones. En 1989, junto a Amparo Osorio, fundó la revista Común Presencia y fungía como su director. En el año 2001 fue Co-fundador de la Colección Internacional de Literatura Los Conjurados que cuenta con más de ciento veinte títulos publicados en los géneros de poesía, ensayo, testimonio, novela, cuento, crónica y lúdicas. La poesía debe retroceder a su origen, ser reflexión, provocar las nupcias con la filosofía para que sea lo que todos estamos esperando: brújula interior, nuevo estremecimiento. Este fue uno de los pensamientos que guio su obra, que fue comentada por diversos poetas y filósofos como E.M. Cioran, Franco Volpi, Roberto Juarroz, Olga Orozco, Antonio Gamoneda, António Ramos Rosa, y Claude Michel Cluny, Eugenio Montejo, Claude Fell, Bernard Noël, y Roger Munier.
El Festival contará con la
presencia de los siguientes autores internacionales:
Carolina Zamudio
Carolina Zamudio nació en 1973 en Curuzú Cuatiá, Corrientes, Argentina. Periodista por la Universidad Católica Argentina. Obtuvo mediante una beca una Maestría en Comunicación Institucional y Asuntos Públicos. Ganó el Premio ‘Universitarios Siglo XXI’ del Diario La Nación. Trabaja en Periodismo y Comunicaciones. Condujo el ciclo radial “Los libros no muerden”. Desde 2007 ha resido en: Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos), Ginebra (Suiza) y Barranquilla (Colombia). Seguir al viento, poemario, fue recientemente presentado en Colombia -La Cueva, mítico recinto literario en Barranquilla- y también en la Argentina, en Buenos Aires y su ciudad natal. Tiene inédito el libro La oscuridad de lo que brilla. Georgia Kaltsidou (Tesalónica, Macedonia, Grecia, 1961). Poeta, novelista y ensayista. Vive desde hace tres décadas en Bogotá, donde enseña Lengua y Cultura Griegas en el Instituto Caro y Cuervo, y alemán en el colegio Andino de Bogotá y en el Goethe-Institut. Ha dictado innumerables conferencias en diferentes centros educativos de Bogotá y del país. Varios artículos, conferencias, y cuentos suyos han sido publicados en diversas revistas y periódicos. Fue galardonada en el año 2008, en la ciudad de Atenas, por el gobierno de Grecia, como Embajadora del Helenismo. Actualmente se dedica a traducir, ante todo, textos literarios y escribe su primera novela histórica. La editorial Caza de Libros publicó en 2012, en versión bilingüe, castellano y griego, su primer libro de poemas Destelleos – Λαμπυρίσματα y en abril de 2014 se publicó una segunda antología de su poesía La vida sería una bella alternativa, escrita también en castellano. Rebecca Katsaris Nació en Atenas, Grecia, el 1984, y vivió hasta los 5 años en los Emiratos Árabes. Después de los 5 años regresó a Chipre, la tierra natal de su familia, a Chipre. Estudió Educación Infantil y Psicología en La Universidad de Chipre y en la Universidad de Granada, España. Realizó una Maestría en Estudios Culturales Latinoamericanos en la Universidad de Birkbeck - Londres, enfocada en el trabajo artístico de Víctor Cartagena, artista de El Salvador quién ahora reside en San Fransisco CA. Rebecca vivió en varios lugares del mundo, en España, Alemania e Inglaterra, trabajando en colegios, galerías, universidades. Actualmente está viviendo en Bogotá, donde se desempeña en el campo de gestión cultural, especialmente promoviendo la poesía de Chipre, y fomentando la cultura helénica, en general. Luis Alejandro Contreras Escritor venezolano (Caracas, 1955). La mayor parte de su obra permanece inédita. Formó parte del taller de poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg, 1998-99). Textos suyos han sido publicados en las revistas digitales El Meollo, Con-fabulación, Cañasanta, Remolinos e Isla Negra, entre otras. Tuvo a su cargo una sección literaria: “Letras contra Letras” en el quincenario Letras. Ha publicado la recopilación de meditaciones, aforismos, ensueños y vigilias Contracorrientes (sentencias en incertidumbre) (Bid&Co editor, Caracas, 2006) y el poemario Cuadernario (Colección Los Conjurados, Común Presencia Editores, Bogotá, 2007). Además, poemas suyos fueron incluidos en la antología Voces nuevas del Celarg (Caracas, 1999).
Los eventos a realizarse dentro
del marco del Festival, son:
EVOCACIÓN NOSTÁLGICA
Por
Rubén Darío Flórez
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Tengo al frente mío el río
que atraviesa el centro de esta ciudad de 12 millones de habitantes. Hay un
embarcadero para buques de agua dulce. Los veo pasar todas las mañanas flotando
sobre la superficie que parece un espejo multiplicado en miles de reflejos de
acero. Los barcos pueden ser remolques oxidados a los no se les ve ni el
comienzo ni el fin. No tienen nombre sino cifras 69888-23.
Después hay un yate tan
blanco que cierro los ojos para evitar su intenso resplandor, es hermético y
debe llevar a un pasajero secreto y poderoso.
Luego veo a un barquito
que casi no puede con sus paletas de barco fluvial, da vueltas de manera
perezosa y como quemando los últimos cartuchos. Y aparece uno tan grande como
una cancha de futbol con cristales sobre la cubierta. Va con las lámparas
encendidas, con pasajeros solitarios y rock de los setenta.
Yo no sé si el que veo,
silencioso como una gaviota, negro como un cuervo y ultra veloz con los motores
a toda máquina, lleva una misión innombrable. Y luego veo en el horizonte a una
goleta de otro siglo. Algunos tienen nombre de mujer para un poema ‘Violeta’;
hay uno con nombre de poeta de barco ebrio: ‘Rimbaud’.
Y va creciendo en medio
del río de la ciudad un buque colosal y preciso en su eslora, en su quilla, en
su proa con el nombre en letras escarlatas: ‘Timur’.
Apenas si se sostiene en
equilibrio un tripulante y le veo la piel quemada, las manos ásperas de
desenredar sogas gruesas con que sostiene la vela, la chaqueta salvavidas
contra la soledad. Hay en la proa un hombre solitario que lucha contra el
viento, contra el agua y consigo mismo para llegar.
Pareciera que repitiera
con el Rimbaud, el poeta de finales de otro siglo en este inicio de siglo: No tengo nostalgia de las luces de la costa.
Dos barcos fluviales abandonan con decisión el puerto y se pierden sin que
nadie les diga adiós. Ruge el motor de cientos de nudos de velocidad con un
único capitán que anota en el diario de viaje: “Entonces sentí que era hora de
irme a navegar. Es mi sustituto de la pistola, de la bala y del orgasmo”.
Al frente del río por
donde alguna vez navegó A. Pushkin, antes de su duelo, el río de la ciudad que
amó L. de Greiff, está ahí, una quimera casi en la palma del destino o de la
mano.
Alguna vez en un café de
Manzanares, o de Pijao o en el centro de Bogotá, escuché una canción heredera
de la fuerza mítica del catálogo de las naves de la odisea, y en esta neblina
de septiembre cuando la triste economía en los mares del mundo no se sabe que
rumbos tomar, me acordé: Ahí estaban los versos que escuché en mi juventud en
Bogotá: Turbio fondeadero donde van a
recalar, barcos que en el muelle para siempre han de quedar, náufragos del
mundo que han perdido el corazón.
El recuerdo se confundió
con la imagen del gran barco que se deslizó y cuyo nombre ‘La Vorágine’, fue
confundiéndose con la neblina del río.
LA
PERSISTENCIA DE LO INÚTIL
TRES NUEVOS POETAS
El poeta está solo con las
estrellas, sentencia Nietzsche, para indicar, por un lado, que su indagación de
lo desconocido y las complejidades del espíritu, con frecuencia le ocasiona el
escarnio o la indiferencia de la época carente de méritos en que vive. Del
otro, que la expansión de lo humano, el derrumbe de las talanqueras de la
razón, la percepción de lo sagrado, arrojan a la noche oscura, a la aventura
que casi siempre está amenazada por el fracaso.
Algo de todo aquello,
guardadas las proporciones, se puede advertir en este libro de irónico título, La
persistencia de lo inútil, que incluye a tres poetas, Camilo Marroquín, Margarita
Losada y Daniel Padilla, oriundos del Huila. Los tres han asumido su destino
con la obsesión y la claridad que no espera salvaciones ni frutos externos.
Insisten porque están cruzados por el dolor de la vida, están tocados por la necesidad
del misterio, saben que la poesía es conocimiento esencial que justifica todos
los riesgos, todos los llamados a la soledad.
Por supuesto, cada uno de
estos poetas posee su propia voz, un recorrido que los distingue:
Una especie de rebelión
desde adentro, de búsqueda entre los límites del silencio y la palabra, de
ruptura del tiempo, de mirada que anuncia la libertad como un acto que se
conquista con dolor, marca los textos de Camilo Marroquín, imbuidos de un tono
reflexivo, de una distancia en la que por momentos, como en una esquela del
instante, apenas se escucha una canción.
Poemas breves, aleteantes
en el abismo, la palabra de Margarita Losada se cifra en la herida
fundamental, excava en las verdades de su ser, en las desgarraduras del alba y
el lenguaje. Espera el momento de la unidad, el clamor de la luz, en un
ambiente de fragmentación, en un coletazo que no cesa y puede ser devastador.
Con la densidad que
concentra los fósiles y las galaxias, la nada y el asombro, el polvo y la gota
de lo eterno, Daniel Padilla exacerba textos de largo aliento, a veces en
prosa, que en un tono lacerado o próximo a la ceguera, recaban en una condición
menesterosa, que ahora y siempre palpita ante el sordo clamor de la sed, espera
la extinción o el milagro.
En un poema sobre el
cineasta alemán Fassbinder, uno de ellos dice: “En el fondo hay miedo/ o más
bien/ una herida/ que la luna/ abre y cierra”. Tal vez estos versos resuman una
atmósfera que da un indicio del libro. Cierto o no, el caso es que existe en
estos poetas una intensa conciencia del mal, entienden el poema sobre todo como
experiencia interior, prefieren, en cuanto a los temas centrales, afincarse en
las zonas del ser, se expresan con un lenguaje impregnado de cautela y no de
ostentación.
La relación entre la
palabra y el silencio es constante, se manifiesta como tensión o posibilidad de
unidad que sólo en el poema encuentra la dimensión que exige la búsqueda de su
ambigüedad. El lenguaje sin el silencio no es nada y como diría Max Picard, “el
silencio existe sin la palabra, pero no la palabra sin el silencio”.
Como fenómeno primordial
el silencio impregna experiencias tan fundamentales en la constitución humana
como el amor, el erotismo, la muerte y la eternidad. El ruidoso desconoce a
Dios y, todas aquellas experiencias, sin el silencio, carecen de sentido, se
viven como simples accidentes, desprovistos de una articulación secreta que
conforma la creación, la historia del hombre y el misterio de la vida.
La persistencia de lo
inútil,
es una propuesta fértil y de calidad literaria que vale la pena señalar.
Coincide con algunas tendencias de las últimas generaciones del país,
caracterizadas por la diversidad, el predominio de lo personal y subjetivo, la
creación como acto autónomo, provisto de múltiples referencias culturales.
Visto desde un punto
regional, que no sé si sea pertinente mencionar, ya que el libro evita a toda
costa una mirada local, tal vez sea conveniente decir que esta selección,
encarna un relevo generacional, propone alternativas distintas de escribir el
poema, presenta sin estridencias una renovación dentro de lo que se ha escrito
en los últimos tiempos en el Huila.
Por esta y otras razones,
resalto este libro que brilla solitario como una moneda intermitente en el mar
ciego de las tormentas.
Guillermo Martínez
González
Bogotá, julio de 2016
Margarita Losada Vargas:
Vacío
siempre
te llenas de ausencia
insistes
desgarras
el silencio
alimentas
el
hilo perverso
que
sostiene a la vida
Cáncer de tiempo
las
puertas de la ciudad
nunca
están abiertas
somos
el eco de su lamento
mar y
aire
por
debajo del suelo
nacemos
y morimos
sin
descanso en ella
padecemos
(como
padece la noche
cuando
amanece)
cáncer
de tiempo
Camilo Marroquín Díaz:
La piedra que lanzo
La
piedra que lanzo
seguro
de que no caerá encima mío
me
persigue
como si
estuviera rodando
por una
pendiente
y yo
fuera la piedra
ahí es
cuando digo:
La libertad duele
Una vieja película de R.W. Fassbinder
En el
fondo no está el amor,
como si
fuera un tesoro.
En el
fondo hay miedo
o más
bien
una
herida
que la
luna
abre y
cierra
cuando
la marea se calma
y se
detiene el corazón
Daniel Padilla Serrato
*
El
negro es el color de la belleza. Saca de un surco de tinta una estrella, dibuja
una delgada estela de nada oscura en el cielo, camina como una sombra sin
cuerpo.
Más
allá de la realidad lo que no conoces brilla en el fondo del abismo con un
fulgor apenas presentido.
Verás
llover una luz profundamente ciega para iluminar tus manos sumergidas en el
agua. En la noche, todo lo que cae es más hermoso.
Opus
El
barquero cruza el río
con dos
monedas en los ojos.
Se
dirige al palacio subterráneo:
Allí la
rosa se consume
en su
prisión de fuego.
Ella es
el alma volátil;
bermeja
floración de espinas
abrasadas
por la belleza.
Sólo
por asistir al lento martirio de sus perfumes,
el
barquero ha cruzado el río
para
soñar en el recinto donde la rosa se calcina
entre
ardorosos destellos de luz y de misterio.