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asunto “Retiro”
LÚDICAS,
NUEVO GENERO EN NUESTRA
COLECCIÓN
INTERNACIONAL DE LITERATURA
LOS
CONJURADOS
A MODO DE INTRODUCCIÓN
Palabreo
con sazón, es una
apuesta a continuar con esa larga tradición de los juegos verbales, que alegran
la vida de todos aquellos que disfrutan con la sonoridad de las palabras, el
ritmo, la rima, el trabalenguas. Juegos enraizados en la tradición, en la
familia, en la comunidad, en la escuela; voces que van y vienen de una
generación a otra, marginales a veces, pero siempre presentes en los labios del
niño que nunca dejamos de ser.
Cada uno de los textos que lo
conforman, más allá de los referentes que puedan contener, buscan ser un modo
de acercamiento a la palabra que dejamos de lado, mientras pasamos raudos por
las rutas circulares de la cotidianidad. A esa palabra, que de una parte nos
constituye, y nos permite transformarnos y transformar nuestro mundo; y de otra,
nos alienta y nos da los condimentos que necesitamos para vivir.
En esta última dimensión se mueve el
presente libro. La de los juegos verbales, que aunque aparentemente inútiles y
absurdos, cumplen una función lúdica inefable; un modo sencillo y natural de
diversión, al cual recurrimos no sólo en la infancia, sino también en distintos
momentos de la vida, en circunstancias disímiles, incluida la soledad.
Tararear, repetir, rimar, contar, son acciones que realizamos cuándo y dónde
menos lo esperamos.
Pero, además de la función lúdica, los
juegos verbales, de manera especial los trabalenguas, cumplen una función
educativa excepcional para afianzar los distintos aspectos de la lengua:
fonético-fonológico, semántico, morfológico, sintáctico, ortográfico. Asimismo,
constituyen un fabuloso recurso para el fortalecimiento de las habilidades
comunicativas: escuchar, leer, hablar y escribir.
Por otra parte, los trabalenguas, que
algunos consideran “juegos de sabios”, también coadyuvan al aprendizaje de
conocimientos y tradiciones; al acercamiento al género lírico; a la repetición
y memorización; al desarrollo de la musicalidad, la creatividad y la fantasía;
al tratamiento de problemas de dislexia, disgrafía y lateralidad. Su
ejercitación continua pone a prueba la agilidad verbal y aumenta la capacidad y
velocidad mental.
Queda con ustedes este libro, para que
disfruten tanto de los trabalenguas, como de las ilustraciones del Maestro Eduardo Esparza. Permitan que sus
aromas visuales y auditivos contagien su imaginación. Dejen que haga parte de
sus mundos, y compártanlo con sus amigos reales e imaginarios.
EL AUTOR.
CONTENIDO EXPLICITO
Una trilogía americana
Juan Sebastián
Gaviria
MAPA DEL DESALOJO
Armando Rojas Guardia*
Falta de mérito
Si yo fuera
capaz de entrar por fin
en esa
pulcritud del aire inmóvil
que he
llamado silencio en el poema;
si yo fuera
capaz de nombrar árbol
como esta
tarde el árbol se mostraba
a sí mismo
en la quietud del parque;
si yo fuera
capaz de parecerme
al objeto
real de mi escritura
(al agua
misma cuando escribo agua,
al vaso
limpio cuando escribo vaso);
y si fuera
posible merecerte,
cosa que
ultrajo en tu mudez precisa
al hacerte
sonar en mi palabra,
yo entraría
en la luz de lo que digo.
Valió la pena constatarlo
Te escuchaba
reír, y adivinaba
aquel barro
más hondo
de mi
cuerpo,
el lodo
blanco
que formó a
mi alma,
la materia
de mi
última, real anatomía.
Me basta
estar ahí
donde te
ríes,
para saberme
grieta,
un hueco
florecido,
algún
cántaro roto,
el más
húmedo
y podrido
maderamen.
Oyéndote yo
sé
que no hay
remedio,
que nunca
podré ser
aquel
frondoso Armando prometido,
que siempre
seré el monje
mendicante,
un mínimo
juglar,
el poeta,
sólo.
El excluido
No
se lo encuentra de veras en el templo.
Su
morada, si así puede llamarse al desamparo,
es
precisamente el gran afuera,
el
periférico sitio donde vive
aquél
siempre excluido, el no invitado,
quien
no pernocta –digo bien: pasa la noche–
lejos
de la hogareña luz bajo la cual
transcurre
el reposo ensimismante
que
no nos deja salir hacia ese absoluto,
peligroso
descampado en cuyo centro
aguarda
él, desconocido, delincuente quizá,
tal
vez un enemigo, pero de cualquier manera
extranjero,
ignorable por los rigurosos códigos
que
nos prohíben saludar a un extraño
y
mucho más brindarle la acogida
de
convidarlo a nuestra casa.
El
excluido, en lo oscuro, te interroga
sólo
con su aguardar eterno. ¿No escuchas
aquellos
insistentes pasos revelándote
la
apátrida vigilia de su insomnio?
Pero
encontrarlo significa salir,
sobre
todo salir, padecer la incomodidad
de
la salida al afuera sin refugio,
dejar
la lámpara, el sillón, la mesa puesta,
y
emprender el noctámbulo esfuerzo
para
descubrirlo en la prisión culpable,
y
en la pobreza toda, y en la herejía
acusadora
de tu léxico mental,
y
en la viudez de lo cierto, simplemente
en
el cáncer, la lepra, la agonía:
situado
allí donde el paisaje se presenta inhóspito
por
distinto a los que ya conoces,
a
los que acaban devolviendo tu mirada
como
un espejo contumaz.
Es
él. El que no invitaste. Ahora lo sabes.
Lo
descubriste al fin, llorando noche.
Sólo
te falta venir junto a esas llagas,
Ese
hambrear harapiento, esa incertidumbre, ese delito,
esa
implacable interpelación del diferente
hasta
el centro mismo de tu casa y celebrar
la
cena –sí, celebrarla– al compartir
con
él, Único y múltiple, Otro central y repartido,
el
pan terriblemente suave;
dejando
la conciencia de que pudiste hacerlo
en
la oscuridad cerrada, tras la puerta.
*Poeta, ensayista, pensador
venezolano de amplia trayectoria. Cursó estudios de filosofía en Caracas,
Bogotá y Friburgo (Suiza). Es autor entre otros de los poemarios: Del mismo amor ardiendo (1979), Yo que supe de la vieja herida (1985), Poemas de Quebrada de la Virgen (1985), Hacia la noche viva (1989), La nada vigilante (1996), El esplendor y la espera (2000) y Patria y otros poemas (2008). Es autor
además de los libros de ensayo: El Dios
de la intemperie (1985), El
calidoscopio de Hermes (1989), Diario
merideño (1991), El principio de
incertidumbre (1994) y Crónica de la
memoria (1999). Se ha hecho acreedor del Premio de Poesía del Consejo
Nacional de Cultura de Venezuela en dos oportunidades (1986 y 1996) y del
Premio de Ensayo de la Bienal Mariano Picón Salas en 1997.
NUESTRAS IMÁGENES
Por Mauricio Palomo Riaño*
“Exodus”
es una novela tejida
desde diversas voces intradiegéticas, descripciones constantes y recuentos de
una historia que es coherente con el perfil de sus distintos narradores. Dos
tiempos históricos diferentes se conciben en un relato crudo y degradado de la
violencia partidista, sin eufemismos. El contenido concentra su foco conceptual
en un contexto histórico que nos pertenece como colombianos; la década del
cincuenta bien anclada de manera espacio-temporal, evidenciando una
investigación juiciosa de época que denota ahoras y consecuencias.
Con el manejo de una prosa sencilla
pero diciente, Pablo Alfonso va hilvanando una historia que no es otra cosa que
la historia de todos. Además en el asunto de forma es perceptible una potencia
absoluta en las descripciones y las frases certeras en varios de los pasajes de
la novela que se desgajan de los renglones propendiendo la reflexión.
Las imágenes son diáfanas, construidas
con una prosa cristalina que hilada desde las diversas voces, van enterando al
lector de la fábula de la textualidad, una fábula, que es imperante manifestar,
va mucho más allá del hecho de narrar la historia de las guerras intestinas de
nuestro país, tratándose más bien, de un desentrañar desde cada personaje la
esencia humana, sensible y psicológica de cada uno de nosotros, los que con
desnudez simbólica nos vamos viendo
paulatinamente reflejados en este espejo de tinta.
Ricardo Piglia en su texto “la tesis del cuento” habla del trabajo
narrativo con dos sistemas de causalidad, asunto que no opera sólo en el
cuento, razón de ser del trabajo del argentino, sino que se relaciona con todos
los géneros tradicionales de la literatura. Alfonso logra contarnos las
vicisitudes de una época difícil de la historia colombiana, sí, pero también
nos acerca con denuedo, al concepto hondo de la vida. Se entiende entonces “Exodus” como el asomarse a un azogue
edificado desde una pluma de la que no saldremos siendo los mismos.
Confrontados, complementados y alimentados, la imagen que nos proyecta esa
lamina de cristal salpicada en cada página nos hará, sin duda, amar ese algo
que ha perdido el valor en estos tiempos caóticos, el suspiro fugaz que
constituye la existencia, además de todo ese privilegio maravilloso que nos
recoge a todos los que aún tenemos la dicha de ostentarla. ¿O entonces, cómo
más explicar el cuestionamiento que nos interpele cada uno de los personajes de
esta novela?, los sentimientos encontrados que nos reúnen, desde la reflexión
de la renuncia al amor en un personaje como Elvia, al extremo de la rabia y la
impotencia en un personaje como la boba, cuando al autor se le viene en gana
asesinarla, primero en vida y después definitivamente.
Quiero citar a William Ospina en su
texto La humanidad frente a la guerra:
“Nuestras ciudades y grandes cabeceras
municipales no crecieron porque el modelo urbano atrajera a las multitudes con
su modernidad, su empleo, sus patrones de consumo, sus espectáculos. Crecieron
porque una ola de horror expulsaba a los campesinos de sus tierras, llenándolos
de recuerdos dolorosos. Y la primera generación de desterrados no llegó a
construir su mitología de la ciudad sino a vivir la nostalgia del campo
perdido”. Este fragmento representa una de las grandes metáforas de la novela
de Alfonso.
Bienvenidos a una conversación
temporal a base de testimonios que es lo que se teje en “Exodus”, una narración escrita con disciplina, con el cuidado de
unas palabras sencillas y honestas que van trabajando una generalidad desde
particularidades dolorosas y resignadas que originan, además, en el lector, la
impotencia de los días en que pudimos amar, pero que la violencia nos lo negó
para siempre.
* Profesor de Literatura de la Universidad La
Gran Colombia. Ha escrito los libros de cuentos Nombrar la ausencia. 2014 (Común presencia editores, colección los
Conjurados) y Caja de Pandora. 2016.
(Senderos Editores).