¡100.000 lectores semanales!
FUNDADORES: Gonzalo Márquez Cristo y Amparo Osorio. DIRECTORA:
Amparo Osorio. COMITÉ EDITORIAL: Iván Beltrán Castillo, Fabio Jurado Valencia,
Carlos Fajardo. CONFABULADORES: Fernando Maldonado, Gabriel Arturo
Castro, Guillermo Bustamante Zamudio, Fabio Martínez, Javier Osuna, Sergio Gama, Mauricio Díaz. EN
EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Armando Rodríguez Ballesteros,
Osvaldo Sauma (Costa Rica). Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Rodolfo
Häsler (España); Luis Rafael Gálvez, Martha Cecilia Rivera (Estados Unidos);
Jorge Torres, Jorge Nájar, Efer Arocha (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel
Impaglione (Italia); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Renato
Sandoval (Perú); Luis Bravo (Uruguay); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses,
Adalber Salas (Venezuela);
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con el
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NOCHE
DE CONJURADOS
Como parte de la programación
cultural de junio, la Fundación Fahrenheit 451 y Casa Rústica invitan a la
presentación de tres autores colombianos, de la Colección Los Conjurados:
Argemiro Pulido, Boris Julián Pinto y Amparo Osorio, quienes conversarán en
torno a sus más recientes libros.
El evento contará con un aporte cultural de $10.000.
Lugar: Calle 70 #9-41 (Casa
Rústica, Bogotá, Colombia).
Día: Viernes 30 de junio.
Tomado de “No me entierres en la nieve”:
“Llegó precedida por el olor de las azucenas. Entró como una reina en su litera
tapizada con pieles manchadas de tejones, flotando sobre los hombros de seis
eunucos sudorosos. Los habitantes del cementerio blanco fueron los primeros en
saludar el séquito real de enanos sonrientes, funámbulos, volatineros,
encantadores de flautas, buhoneros de largos sombreros, bebedores de
serpientes y domadores de cuervos. Detrás, llegaron los vivos a recibir la
visita inesperada de tan lejanas tierras que avanzaba en medio del polvo, los
azotes de los cueros de las tamboras, la mirada enajenada de los niños
descalzos y la correría de sus madres, lavanderas,
molineras, pilanderas que sabían descamar el pescado y componerlo en salmuera”.
Tomado de “Lúdicas”: “Cada uno de los
textos que conforman este libro, más allá de los refe-rentes que puedan
contener, buscan ser un modo de acercamiento a la palabra que dejamos de lado,
mientras pasamos raudos por las rutas circulares de la cotidianidad. A esa
palabra, que de una parte nos constituye, y nos permite transformarnos y
transformar nuestro mundo; y de otra, nos alienta y nos da los condimentos que
necesitamos para vivir”.
POEMAS DE EUGENIA
SÁNCHEZ NIETO
Tomados
de la antología “Azul Casi Púrpura” (2017), que acaba de comenzar a circular
con prólogo de Carlos Fajardo Fajardo, libro que reúne la voz de cinco poetas
colombianas: Patricia Suárez, Orietta Lozano, Amparo Osorio, Luz Helena Cordero
y Eugenia Sánchez Nieto
Eugenia Sánchez
Nieto*
LAS FORMAS DEL VACIO
Dentro de un gran salón hay una mesa
enorme de billar
sus esferas de diversos colores se
mueven
sobre la pizarra verde
en penumbra hombres silenciosos
se desplazan en una danza lenta y
alegre
observo detenida como una vela se
derrama
y cae sobre la
tela
una lámpara y un reloj diseñan la
forma del olvido
desde la calle un hombre
entra armado buscando una mujer
la que lo observa cae lenta
con un tiro en la
frente
el sonido lejano de una carambola
el billar se ilumina
amedrentados por el pistolero
salen uno a uno a la noche fría
un día más donde vivir es un milagro.
PALABRA EN EL VIENTO
1-
La
palabra se bate con el miedo con el odio
de
la entraña del tiempo vivido
del
aturdimiento, del momento postergado
de
la belleza
del
canto imponente
asciende
por el aire una mariposa azul
titila en
el viento.
Del
tiempo de la infamia
de la blanca indiferencia
de
los murmullos y la risa
del reclamo y el perdón
de
la noche y sus pesadillas
del indescriptible vacío
brotan
las palabras
cargadas de sueño y
delirio.
2-
Lo no dicho es una forma de pensamiento sin palabras
Lo no dicho es una forma de pensamiento sin palabras
las palabras juegan a solas
al aire libre se colocan una detrás de
otra
imaginando una escalera
el hombre lucha por subir a través de
ella.
Estas lo derrotan una y otra vez
las palabras tienen forma
y no están dispuestas a dejarse asir
las palabras se escapan una y otra vez
-algunos creen sostenerse sobre ellas
dominarlas y encontrar la cima-
nada las detiene
las formas juegan con los sentidos
ellas permanecen ocultas, expectantes…
ESCARLATA
Soñé con un leopardo que dormía
bajo mi cama
era inexplicable el motivo de tenerlo
por falta de costumbre olvidaba darle
alimento
debilitado se extinguía lentamente…
en la noche para sobrevivir
pronto daría el
zarpazo.
Un leopardo agazapado acechaba mi casa
la noche entraba y reclinaba su cuerpo
la puerta entreabierta…
el cuerpo desgarrado pintaba de
escarlata la noche.
SIN ROSTRO
El
rostro que perdimos nos indaga
a través de la
noche
formas
invisibles se acomodan, viajan, tropiezan
rastrean
su imagen
alguien
la encuentra y sale de la sombra
en
el día se interroga y reclama un lugar
los
espacios están copados
su
rostro lo busca en el sueño.
El
rostro que perdimos
nos
busca en miles de rasgos
facciones
diluidas, quemadas
la
bella perpleja
una
máscara para resistir el mundo
cuerpo
abrasado
en
el espejo una imagen que no le pertenece
una
apariencia repugnante
grito
hasta el fondo
nadie reacciona
nadie
nos despierta de este mal sueño
de
la entraña de la noche
el
rostro calcinado nos estremece.
ANTORCHAS
En
silencio profundo la multitud persistía bajo el sol y la lluvia
sombrillas
de múltiples colores
rostros
brillantes, cabellos húmedos, miradas concentradas
lenguas
diversas subían los escalones, trepaban y abrazaban los cuerpos
el
miedo había sido desalojado
la
belleza de la noche se abalanzaba sobre la tarde
el
susurro, el grito, el aplauso
todo
tenía su lugar
ojos
negros, verdes, azules, pieles sobrepuestas
cabellos
húmedos al aire
la
risa y su silbo misterioso.
Caía
la noche con sus antorchas
resultaba
extraño y maravilloso
aquella
comunión de cuerpos y manos a la sombra del habla
el
miedo había sido desalojado
el
asombro de la expresión
palabra
tocada, besada, atrapada
el
poema se rendía ante la belleza concentrada de la multitud.
*Eugenia Sánchez Nieto (Bogotá,
Colombia) Título de Filosofa de la
Universidad Nacional de Colombia. Premios obtenidos en varios concursos de
poesía. Libros publicados: Que Venga El
tiempo Que Nos Prenda, Ulrika Editores, 1985, Con La Venia De Los Heliotropos, Ulrika Editores, 1990; los
cuadernos “Las Puertas De Lo Invisible”,
Departamento de Publicaciones del centro Colombo Americano, 1993 y “Visibles Ademanes”, colección viernes de
poesía, Universidad Nacional de Colombia, 2004; el libro “Dominios Cruzados” Editorial
Caza de Libros, Agosto, 2010, Ibagué, Tolima; “Visibles Ademanes – Antología” – Colección Un Libro Por
Centavos, Universidad Externado de
Colombia, Bogotá 2013. Libro digital Lo
Inasible, publicado por NTC, Gabriel Ruiz, Cali, 2016.
LOS
LIBROS, ESOS CAMINOS QUE NOS RECORREN
Omar Ardila
“Si os dan
papel pautado,
escribid
por el otro lado”
Juan Ramón Jiménez
Cuando de manera reiterada se sigue
anunciando el final del libro impreso, no deja de ser pertinente volver a exaltar
la trascendencia del libro como generador de territorialidades culturales y de
mostrar que también el cine ha estado preocupado por las relaciones
intertextuales para la configuración de su propuesta estética, tal como nos lo
muestra el filme Fahrenheit 451 de
François Truffaut (París, 1932-1984), inspirado en la novela de Ray Bradbury
(EUA, 1920-2012).
En algún país del futuro, una particular
brigada de bomberos ya no se ocupa de apagar incendios sino de provocarlos para
quemar libros. En dicho lugar, se han seguido las normas anti-incendio en
construcciones, por tanto, la labor de los bomberos ha tenido ese extraño giro.
Las personas del lugar están muy preocupadas por conseguir la felicidad y
consideran que los libros son los más grandes enemigos para ese logro puesto
que su lectura supone ejercer la posibilidad de pensar.
Los lineamientos para la convivencia están
determinados por una “hermandad” creada a través de la televisión, en la cual
pueden participar todas las personas desde su casa, como actores que realizan
una aparente labor para la toma de decisiones. Por medio de aquella
organización, en la que todos se llaman “primos”, se proclama el prototipo de
persona que se quiere llegar a ser;
incluso, en lo físico, se pretende que todos sean rubios y de ojos
azules.
Montag, un miembro de la brigada de bomberos,
empieza a interrogarse por su labor luego de conocer a Clarisse, una joven
maestra que le pregunta si alguna vez ha sentido curiosidad por saber qué dice
alguno de los libros que quema. En adelante, Montag descubrirá el valor que aún
conserva esa palabra escrita y se convertirá en un amante y defensor de los
libros, hasta llegar a ser ajusticiado por sus propios compañeros.
Por fortuna, un grupo de vagabundos que no
han estado de acuerdo con la práctica horrorosa de incinerar los libros,
escogen como “acción de resistencia”, memorizar los libros para continuar
trasmitiéndolos de forma oral a las futuras generaciones. Ese grupo de
vagabundos será el destino final de Montag, quien memorizará y empezará a
llamarse “Cuentos de amor y misterio” de Edgar Allan Poe.
En este filme, Truffaut confirma su cercano
vínculo con la literatura, al realizar una adaptación casi íntegra de la novela
de Bradbury. Desde muy temprano Truffaut comenzó la lectura de clásicos como
Balzac, Sthendal, Víctor Hugo, Henry James, entre muchos otros, lo que le
fortaleció su espíritu creador y le permitió construir interesantes historias
para ser llevadas a la pantalla. Y fue precisamente con Fahrenheit 451 que nos confirmó su amor por esos libros que le
habían acompañado, dándoles la dimensión honorífica de entes vivos, a través de
los “hombres libro”.
La novela de Bradbury se compone de tres
partes (Era estupendo quemar – La criba y
la arena – Fuego vivo) las cuales guardan la continuidad del relato y una
tradicional forma narrativa. Las descripciones que hace de los escenarios
(futuristas) son bastante adecuadas para el desarrollo de la historia. Esto
será muy tenido en cuenta por Truffaut en la producción de su filme, aunque
mantiene una clara disposición por hacer del filme una nueva experiencia frente
al mismo tema. En efecto, establece nuevas asociaciones a partir de las
posibilidades que le brinda el dispositivo cinematográfico para que el
espectador participe activamente en la construcción de sentido.
En los planos iniciales (con filtro rojizo),
bruscos movimientos de zoom encuadran
antenas para transmisión de señal televisiva, como indicando la dependencia de
dicho medio para la configuración cultural de las personas en ese lugar del
futuro. Más adelante nos enteraremos de que en las casas donde aún tienen
libros, no hay antena de televisión, es decir, el tiempo que otros le dedican a
la “pantalla perversa”, ellos lo dedican a la lectura.
Cada aparición de los bomberos en su labor de
“limpieza” está desarrollada en secuencias con rápido desplazamiento de la
máquina de bomberos – la cual, curiosamente, no parece muy futurista sino más
bien de mediados del siglo XX –, acompañadas de una música angustiante, quizás
heroica y con cierta presencia de suspenso en el ritual de la búsqueda e
incineración de los libros. De esta forma se exalta la acción de los
salvaguardas del orden en su “honrosa” práctica. Ellos creen estar liberando a
la sociedad de la infelicidad que les propicia la lectura, pues asumen que los
libros “no tienen nada que decir” salvo basura y confrontaciones vacías entre
los autores. Por tanto, el mejor espectáculo que pueden presenciar es un
incendio de libros ya que han encontrado en ellos la encarnación del mal y el
enemigo inmediato que se debe destruir.
Hay otras dos secuencias que logran
adentrarse en la memoria fílmica universal. En primer lugar, aquella en que los
bomberos encuentran una enorme biblioteca en la casa de una anciana, quien
decide morir felizmente junto a sus libros – ellos son su familia –. La anciana
cae lentamente y, el plano siguiente, nos muestra un libro con la imagen de una
mártir que es consumida por el fuego. Evidentemente, un acierto notable del
montaje, encadenando la muerte del momento con tantas otras muertes del pasado
por defender las causas libertarias. La otra secuencia trascendente es la que
podríamos entender como epílogo, cuando Montag encuentra el campamento de los
“hombres libro” – “Una minoría de indeseables que gritan en el páramo” –. A
través de ellos podrá escuchar a Platón, Sthendal, Schopenhauer, Darwin,
Einstein, Aristófanes, Buda, Confucio, y muchos otros que arriesgaron su
vida escribiendo “con sangre”. Hombres
de todas la razas desfilan y en todas las lenguas repiten el libro que cada
cual ha aprendido, mientras asisten a la llegada del Invierno, de la límpida
nieve que los arropa.
La dirección artística y la producción
escenográfica se esfuerzan por mostrar ese extraño territorio en el que todos
buscan ser iguales. Se exaltan objetos que demuestran el logro alcanzado por
los mundos de la publicidad y del diseño, en tanto constructores de referentes
simbólicos directos que determinan las prácticas sociales y subjetivas. El
casco de los bomberos tiene la inscripción “Fahrenheit 451” (la temperatura a la que
el papel de los libros se inflama y arde). El sitio más importante de las casas
es una enorme pantalla que ocupa toda una pared, en la cual se desarrolla la
televisión interactiva, con participación de las “amas de casa” como
confirmadoras de los discursos previamente elaborados. Un “sabueso” robotizado
es el que coordina el dispositivo para el buen uso del lanzallamas y, de igual
forma, el encargado de detectar los movimientos extraños de cualquier
sospechoso que insista en poseer libros. También es notoria la presencia del
color rojo como un intento adicional de uniformizar todo. Son rojos, el carro
de los bomberos, las paredes y las puertas de la estación, el logotipo que
identifica los bomberos, el buzón donde se recibe la información de quienes
ponen en peligro el orden establecido. En fin, un rojo que parece devorar los
ojos del espectador, como el fuego que le quita la luz a la palabra escrita.
El tono apocalíptico que nos propone Bradbury
respecto de los libros, es aprovechado por Truffaut para introducirnos en el
debate sobre las posibilidades que tienen aquellos de seguir existiendo en
medio de un mundo masificado y mediatizado, en el que las mayorías ya no tienen
tiempo para algo que suponga cierto esfuerzo, mucho menos para sufrir el
desplazamiento interno que surge tras el encuentro con un libro. “Ahora la vida
es inmediata, el empleo cuenta, el placer lo domina todo después del trabajo
¿Por qué aprender algo, excepto apretar botones, enchufar conmutadores, encajar
tornillos y tuercas?”. El aumento de velocidades ha llevado a que muchas cosas
fundamentales (como los libros) las queramos condensadas. Resulta más cómodo
leer resúmenes o escuchar las anécdotas de lo que otros han entendido o seguir
un programa radiofónico de 15 minutos o leer los 20 renglones que sobre la
materia dice una enciclopedia o aprender todo sobre un autor “en 90 minutos”.
Los valores han virado hacia lo práctico, lo
masivo, lo sencillo, lo que puede uniformizarse. En este marco, los libros son
tenidos como peligrosos porque muestran “los poros del rostro de la vida”,
porque crean mundos fantásticos que le dan cabida a los sueños de cada
individuo y lo invitan a volar más allá de sí mismo.
*Omar
Ardila Murcia. Poeta,
ensayista y analista cinematográfico. Ha publicado: Alas del viaje en un instante (2005), Palabras de cine (2006), Corazón
de Otoño (2010), Espejos de niebla
(2012), Antología de poesía anarquista
–Tomos I y II (2013), Cartografías
cinematográficas (2013), Esquizoanálisis
y pensamiento libertario (2015), Devenires
menores (2015) Luces sobre las piedras
(2016), y Las cinco letras del Deseo
–Antología latinoamericana de poesía
homoafectiva del siglo XX (2016). Es creador de los blogs: Cine Sentido y Pensar, crear, resistir.
OPINIÓN
Una de mis
partes favoritas en “El cuento que no vendrá”, del maestro Armando Romero, es
lafigura de las palabras
que “empezaron a volar sobre las cabezas desprovistas
de cuerpo y significado”, porque creo que es una de sus lecciones más profundas
sobre el enamoramiento. Y es que un escritor de cuentos es, más que cualquier
otra cosa, un enamorado. Uno que quizás espía, inmóvil desde un parapeto, hasta
que esa sombra o ese viento o ese sentimiento que es una palabra que para él es
única, de pronto se descuelga desde alguna parte, como sin sospechas, y se hace
su soberana, lo coloniza. Lo impregna. Lo asfixia, incluso, hasta que él ya no
puede hacer nada distinto que venerarla. Es después de allí que ya nada más
importa porque es desde allí que todo lo demás se muestra. Despacio. Trabajando
muy duro y con mucha paciencia. Nos recuerda Romero, agudamente, que escribir
es asunto, en realidad, de crear el espacio para que la palabra, la gran
soberana, ejerza. Que no es un escritor el que persigue historias pendientes de
ser contadas, ni tampoco el que pretende inventarse los personajes que aún no
ha producido la naturaleza humana. Que escritor es el que se arriesga a que el lenguaje sea la sorpresa.
Gracias maestro por precisarlo de un modo tan claro. Gracias también a
Con-Fabulación por compartirlo.
Martha
Cecilia Rivera, Chicago
METAPHYSICA
Habría
que decir
Que dicho
todo
Aún está
todo por ser dicho.
Armando Rojas Guardia
(Del poema: Sospecha)
***
CARTAS DE
LOS LECTORES
AMIGOS
CONFABULADOS: Gracias por incluir siempre a nuestros autores colombianos en
la diáspora. Me encantó el texto de Armando Romero. Miranda López
***
QUERIDOS CONFABULADOS: Quedé encantado con el
maravilloso libro de Jim Amaral, que reseñaron ustedes y conseguí en una prestante
librería de Bogotá. Sencillamente fascinante.
Luis Armando Cáceres.
***
QUERIDOS
CONFABULADOS: Cuando tardan algo más de una semana en aparecer. Me preocupo
imaginando que van a terminar el periódico. No desmayen. Son un espacio
cultural muy importante para muchos colombianos. Gloria
María Fajardo
.
***