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HOMENAJE
AL MAESTRO ÁNGEL LOOCHKARTT
FABULA
DEL ANIMAL ANTIGUO
Fábula del animal antiguo,
Summa poética, de
Gabriel Arturo Castro, nos recuerda
la vieja pregunta: ¿Has visto algo perfecto sin la paciencia? Una paciencia que
ilumina y a la vez es una enseñanza estética o actitud permanente ante la vida.
Tal poemario revela con angustiosa claridad la experiencia humana. Logra
expresar el dolor del hombre en un tono que no se puede describir ni comparar.
Es un tono que trastorna la sensibilidad y el alma del lector sin acudir a las
armonías que se logran con ciertas combinaciones de palabras o trasponiendo en
la página oralidades cuyos acentos perturban o encantan el oído. Es un tono que
convoca experiencias innombrables pero vividas por cualquier doliente de la
historia y la sinrazón.
En
este libro hay una intensidad emocional en expansión y es inútil buscarle
influencias. Ha encontrado lo que, los entendidos en literatura, llaman su
propia voz.
No
cesa de deslumbrarnos y confrontarnos. Se vive pendiendo de clavos al rojo
vivo. Las piedras gozan de tranquilidad que debía sobrarle a los hombres. Los
llantos prefieren morir anónimos. Y no puede ser de otra manera en una sociedad
que no se expresa o prefiere salvarse contando los eslabones del silencio.
Página
a página va perfeccionando un espiral, lamento rabioso y despojado de preciosismos
estériles y precisiones forzadas. Es el lamento poético de un tiempo. Es el
lamento que deja una historia escrita, libre de palabras plenas que, obvio, no
pueden usar los seres destrozados que han elegido expresar los vaivenes de su
alma con palabras rotas.
VICTOR LÓPEZ RACHE+++
ESTE INFIERNO MÍO
DE JULIÁN MALATESTA
HERRUMBRE: NUEVO LIBRO
DE ELKIN PINTO GÁMEZ
I
En el sustrato de vacío que
habita mi palabra
en la estación última de las
despedidas
en las atmósferas que se burlan
de mi color
estaré al fin y hasta el fin
en guardia contra los que zanjan
versos
entre juegos verbales
entre las borrosas semansis de la
metáfora hundida
a pie de fuerza en los ojos del
papel
y tú de pronto subirás la raíz
del grafito
como un pulso que acaso
recorra el pecho y los muslos
de una eyaculación ancestral
sin más que una breve pausa entre
lo que fuimos
y lo que seremos de pronto en los
días calurosos
recuerda tu estornudo o la
destrucción plácida
de tus pieles sobre las mías
pero igual seguiremos el llanto
la cólera y la vergüenza que nos
anidan
estaré siempre en pie de lucha
porque el vértigo de la
existencia
se derrama como hoja seca
desconocida.
II
Me niego a trasegar por
la inclemencia
Con grilletes en la
memoria
Al tránsito incierto de
retinas
Sobre la geografía del
cuerpo turbado en el cemento
Al abismo que roe la
línea trazada
al sufrimiento de la
tinta que nos escribe.
Mis vísceras se inundan
de libertad.
Por eso no soy más la
lengua en que me pronuncian
El brazo que me señala,
ni el gatillo que besa mi frente.
III
Ya sabes, aquí no hay primaveras
de abril solo
veranos de luto
las praderas son pasto de
cadáveres trepando un
aliento perdido
Ya sabes que el sol estima a los
verdugos
latigando los sentidos como llama
de agua hirviente
No esperes el rocío de los ojos
desconfía de la tranquilidad de
la tarde
No hables de los sueños de
trinchera
mientras unos juegan cartas
en futuras fosas desinfectadas de
pobreza.
* Elkin Pinto Gámez: Valledupar,
Colombia, 1979. Ha publicado en la antología Yuluka-Poetas de Valledupar (Colección Los Conjurados, Común
Presencia Editores, Bogotá, 2010). Actualmente reside en Francia. Los siguiente
poemas son del libro Herrumbre (Colección
Claros del bosque, Terrear Ediciones, 2017)
POEMAS INÉDITOS DE MARÍA HELENA GIRALDO*
Grafía del sueño
La sangre como un río nos empuja, mientras el
espejo nos devela el rostro de la noche. Ella es el reflejo de lo que fue y
sigue siendo. Un destino golpea a la puerta que no existe.
Alguien que no vemos se acerca, y empuja la puerta.
¡Cuántas veces los mismos pasos abrazando los nuestros? ¿Cuántas adentrándonos
en el jardín prohibido del sueño, el de la fatalidad?, para arrancarle a la noche sus dialectos extraños.
No
hay lámparas, los pies cansados y la noche no tiene ojos.
Me transformo en un enjambre de abejas, en un
unicornio azul, en un hueso prehistórico. Nadie me ha advertido que desciendo
de la hormiga.
Me desnudo de todos los nombres que traía y
solo restos soy, restos del diluvio, vacío sobre los inicios del mundo.
Afuera
Exilio, desandar la memoria. Un tiempo
detenido dentro del tiempo original del tiempo. Un hombre se niega al olvido. A
lo invisible de la espera. Geografía quebrada.
El ojo de Circe, sus perros, los brebajes y
ensoñaciones son mi sueño. Caminos idos que regresan. Ella cierra discretamente
los amaneceres. Él reclama con fervor la palabra, el vino.
El
precio es un paraíso que se torna pesadilla.
Vacilación
La mirada es muchas veces un registro sin
ciudad, una derrota del sueño, un destino enraizado en el fuego. Antiguo oficio
de no decir nada. Trinchera, lluvia que cae en los tejados y moja la tierra de
los ausentes. A la sombra de un árbol se entrega el hombre domesticado para que
otros lo gobiernen.
Los pájaros en desbandada me llaman. También
son los primeros en huir después del golpe en la puerta. ¿En qué lugar
protegernos de la noche aciaga? Senos
expuestos al frío, sacerdotisas inmoladas en los labios de los dioses, ríos de sangre se repiten en el
espejo.
El viento alimenta a los moribundos que
llevamos. Vacilación, soy los nombres de los muertos que se pierden en el
tiempo.
La ciudad, guerra en la que se pierde la
vida. La tragedia, antiguo eslabón ceñido al cuello. Lo rompo para que el deseo
se prolongue en el azar.
Me emancipo, mi escritura es borrada del
paraíso.
Dádiva
Un recuerdo se vuelve hilo de araña que
devela las ciudades primeras, los monstruos más patéticos, las barbaries que
agotaron mis ojos.
He visto a Dios en el prójimo, le he
escuchado con voz iracunda y dulce, tan humano, tan mortal, tan hombre como
todos nosotros, sudando y con ampollas por las largas jornadas sobre el mundo.
¿Qué no he visto y escuchado? El tambor de la
guerra, hombres muertos y vencidos. La voz de Dios, que es la mía, y que se
extiende a la sustancia del árbol y la herida, del camino y las olivas.
Cierro
los ojos y me veo en libertad, respirando el aire como dádiva.
*Psicoanalista,
poeta y ensayista, nacida en Filadelfia (Caldas). Primera mención Concurso
Nacional de poesía Porfirio Barba Jacob de Envigado en el 2009 y en el Concurso
Nacional de Asmedas 2014. Ha
publicado: Lobos incendiarios (2007)
y La Ciudad de tus Ojos (2012).
METAPHYSICA
Quien no llena
su mundo de fantasmas,
se queda solo.
Antonio
Porchia
(De
su libro: Voces)
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