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FUNDADORES: Gonzalo Márquez Cristo y Amparo Osorio. DIRECTORA: Amparo Osorio. COMITÉ EDITORIAL: Iván Beltrán Castillo, Fabio Jurado Valencia, Marco Antonio Garzón, Carlos Fajardo. CONFABULADORES: Fernando Maldonado, Gabriel Arturo Castro, Guillermo Bustamante Zamudio, Fabio Martínez, Javier Osuna, Sergio Gama, Mauricio Díaz. EN EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Armando Rodríguez Ballesteros, Osvaldo Sauma (Costa Rica). Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Rodolfo Häsler (España); Luis Rafael Gálvez, Martha Cecilia Rivera (Estados Unidos); Jorge Torres, Jorge Nájar, Efer Arocha (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Renato Sandoval (Perú); Luis Bravo (Uruguay); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Adalber Salas (Venezuela);
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con el asunto “Retiro”
EL MUSEO SECRETO DE FERNANDO MALDONADO
El artista Fernando Maldonado expone en el Museo Casa Grau su obra más reciente, con pinturas de diversos formatos. La muestra bajo el título de El Museo Secreto, es un viaje interior por la conciencia del autor quien parte de la colección de imágenes que lo acompañan, formando un museo de la memoria. Imágenes que se enlazan en asociaciones libres o ensueños en donde el tiempo y el espacio se reordenan según sus propios parámetros sensibles. La pintura es solo un instrumento de exploración de la vida, una hipótesis de la realidad. Por allí desfilan la ironía, la infancia inasible, los falsos mitos del arte y la presencia tangible del erotismo femenino, en juegos iconoclastas que representan el estado del escepticismo que siempre ha caracterizado su obra. La muestra estará abierta al público del 22 al 29 de agosto en la sede del Museo Casa Grau, Calle 94 No. 7-48
Jaime Ruíz Montes
POETAS COLOMBIANOS
Uriel Giraldo Álvarez*
A veces casi siempre
hay en tus ojos en mis ojos
una nostalgia de infinito
en la que todo es distante
Nada es cierto
nada es seguro
ni siquiera esta sed
de lejanía
Hoy me conmuevo
con los versos más cursis
cualquier cosa
me rememora la nostalgia
y el vuelo de una golondrina
es una fuente de infinita tristeza
Hoy puedo comprender
que cualquier escena
te enternezca hasta el delirio
y que el aire melancólico de tu rostro
me seduzca
Esos seres
invisibles
casi silenciosos
que habitan nuestra casa
apenas duermen
Mueven cosas
sigilosos
Como a mí
les gusta
la lluvia monótona
sobre los tejados
para adormilarse
En las postrimerías de la noche
cuando la luna se aduerme
aperezada de prodigar
un brillo inútil
te busco entre las sábanas
y sólo está ese vaho de ti
que dejó el último
apresurado amor
Vuelvo entonces a hallarte
en la agridulce herida
de la memoria
donde llegaste a ocupar
aquel sitio solitario
entras
y espantas
todos los ruidos
de la casa
que de tanto esperarte
ya me habitan
tengo ganas
de no hacer nada de nada
de quedarme aquí tendido
sintiendo el olor a pasto quemado
que viene de algún lugar de la tarde
viendo la huida lenta de las nubes
ensayando formas
donde habrá esta noche
un naufragio de estrellas
Profesor asociado de la Universidad de Caldas. Ingeniero Electricista de la Universidad Nacional y Especialista en Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Caldas. Fundador y Director del espacio poético “El Escondite y del Festival de Literatura de Manizales “Nos queda la palabra”. Ha publicado los poemarios: Al borde de la vía; Calle 13 Carrera 13; Visiones; Aquel amor ya nostalgia; Fe de erratas; Insistencia en la tierra. El libro de cuentos: Todavía la vida y la novela: Un habitante más.
QUE LA POESÍA SEA NECESARIA Y VITAL
CARLOS FAJARDO FAJARDO*
1
Que la poesía sea necesaria y vital, es lo que realmente importa. Vital y reflexiva, lúcida, asomada al abismo de las tinieblas, incluso procedente de las tinieblas y de las caídas, y, sin embargo, iluminada como astro en medio del ruido y las oscuras sombras de lo real. Tal la poesía, tal el poema. Trashumante entre peligrosas trampas sociales, léase “el tiempo de los asesinos”, o bien de las ignominias institucionales, el poeta se aventura tratando de comprender y superar dichas trampas con revelado furor, con desesperada y fecunda pasión meditativa.
Su palabra, hecha de concentración y libertad, se constituye en una tabla de salvación en medio del naufragio temporal y del laberinto de lo real; es grito feroz y morada, viaje y grávido útero. En la palabra el poeta vislumbra lo terrígeno sanguíneo, la tenebrosa historia y lo ideal celeste. He aquí su herida y su sanación, la humana necesidad de partir desde y contra la muerte, hacia lo maravilloso y desconocido, para inventar una presencia en medio del vacío. Entonces, la poesía nos penetra con su mordaz fuerza, con la turbulencia de sus vientos entre retorcidas raíces, desterrándolas sin compasión para que superemos el miedo, venzamos nuestros oscuros terrores.
Conflictiva y serena, con una serenidad compulsiva llena de presagios, de preguntas, viejas querellas entre nuestros deseos y la negada dicha de verlos cumplidos, la poesía vive en la casa de la loca imaginación, imposible de gobernar y de ponerle orden a sus disparatados sueños. De allí que poesía y poeta pidan algo más allá de lo posible, por lo que una de sus regiones -quizás la más próxima y familiar– sea la infancia, edad difícil, conflictiva y rica en miedos por excelencia, pero soberana en su necesidad permanente de creación y de epifanías, de extrañamientos y maravillas. Infancia como descubrimiento, viaje, trashumancia, encuentro y desencuentro con alegrías y terrores, castigos, prohibiciones, soledades, sobre todo soledades, desde las cuales se inventa un reino entre la alegría y el descubrimiento de la muerte.
Encontrarse de pronto con lo inesperado, con lo no registrado en el libro de los sucesos, es lo que hace el poeta. Él los registra y los observa con pasión y ardor, con, insistimos, reflexión y discernimiento, tatuándolo en la página para ser observado como un extraño y palpitante delirio que no se evapora ni termina.
2
Insistencia, resistencia, permanencia en la fragua escritural como única posibilidad de ser y estar. He allí la terquedad del poeta de permanecer y habitar en la escritura, de volverse en cierta forma escritura, palabra del y desde el tiempo, existencia plena. Esa es su condición de entrega total a ese “oficio o arte endiablado” del que habló Dylan Thomas, a ese cataclismo del lenguaje, el cual hay que estremecer, asaltar, modificar con tenacidad, perseverancia, hondura, pasión, estremecimiento. Es una labor nada fácil, más aún, insurgente, transformadora, y como tal exige rupturas, desgarramientos, tanto del lenguaje como de sí mismo, para que algo valioso por fin aflore, pueble y llene de sentido la volátil levedad de lo existente. “El escritor no debe retroceder ante nada, absolutamente ante nada, si realmente desea llegar a un sitio larga y tenazmente elegido”, escribe Héctor Rojas Herazo.
Abrir nuevos caminos y ventanas hacia lo no horadado, donde el lector entre como explorador a esos insólitos recintos y salga de ellos diferente, con otros datos que le ayuden a generar preguntas, diversas inquietudes, o bien estremecedoras angustias. En ello consiste aventurarse en la palabra que provoca e invita a liquidar la rutina de la costumbre, la inutilidad banal de lo ya establecido, aquello que impide apreciar y asumir la magnificencia plural de lo reinante y observar la sorpresa en la opaca nebulosa de lo cotidiano.
Con dicha mirada, lo aparentemente insignificante termina adquiriendo importancia, y lo comúnmente llamado corriente, obtiene un poder de atracción y maravilla.
3
Desafiar al Leviatán, gran tarea del poeta y del intelectual creador; rebelarse contra cualquier actitud despótica, ese es su pathos y su ethos que mantienen viva la hoguera imaginativa, fuegos que se alimentan de la realidad y su misterio, de lo fáctico, pero viajan más allá de lo fáctico, impregnados de análisis y de crítica estimulante. Esta participación en los hechos de una realidad histórica –el ser partícipe y testigo de su época- y a la vez, el mantener una cierta independencia hacia lo allí presente, permite observar y escribir, sin fanatismos ni emociones banales, el desenvolvimiento de lo social. Estar adentro de las profundidades del mundo y de lo íntimo como habitante, y afuera como vigilante atento a su ritmo, nunca extraño a sus innumerables y plurales sonidos.
La actitud crítica-creadora fusiona el fervor comprometido ético-político con la pasión personal poética; es decir, une su casa íntima con las tragedias o alegrías de la calle. Tal es su sino y extraordinaria aventura: entre el Yo que debate los problemas de su época y el que transforma al Yo espiritual en un problema. De ello surge la intensidad de su obra, como una síntesis de dicho electrizante encuentro.
Poner el dedo en la llaga, proponer dudas, inquietantes cuestiones ante las mentiras de las instituciones y la monótona vida; penetrar sin temor en las férreas estructuras de los autoritarismos; fracturar, remover, resistir, re-existir, dando un nuevo sentido, así sea escéptico, desengañado, desencantado, libertario o creador, surgiendo del fondo del abismo, convertido en abismo y cima, como única posibilidad de convivencia. Invitación a ser conscientes de las permanentes e inseparables relaciones entre lo comunitario social y lo íntimo existencial.
“La obra de arte, nos dice Gabriel Zaid, tiene su propio mundo, pero además ensancha el mundo”. Los artistas y los poetas “extienden las fronteras de lo real”, aportan al cambio de actitud de una vida y, en mayor escala, quizás de un mundo.
METAPHYSICA
DE: LAS ILUMINACIONES. POEMA “Bárbaro”
¡Oh Dulzuras, oh mundo, oh música!
Arthur Rimbaud
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CARTAS DE LOS LECTORES
CONFABULADOS: Extrañaba mucho Con-fabulación. Mi alegría por volver a leerlos. Augusto Robledo Arango
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AMIGOS CONFABULADOS: Me pareció excelente su número anterior. Por favor, que Confabulación siga siendo nuestra fuente exquisita de lectura. Luis Enrique Montoya
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QUERIDOS CONFABULADOS: Todo lo que publican me fascina. Pero las notas de Omar Ardila me encantan por su erudición y lenguaje poético. David Huertas Acosta
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