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FUNDADORES: Gonzalo Márquez Cristo y Amparo Osorio. DIRECTORA: Amparo Osorio. COMITÉ EDITORIAL: Iván Beltrán Castillo, Fabio Jurado Valencia, Marco Antonio Garzón, Carlos Fajardo, Jairo Alberto López. CONFABULADORES: Fernando Maldonado, Gabriel Arturo Castro, Guillermo Bustamante Zamudio, Fabio Martínez, Javier Osuna, Sergio Gama, Mauricio Díaz. EN EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Armando Rodríguez Ballesteros, Osvaldo Sauma (Costa Rica). Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Rodolfo Häsler (España); Luis Rafael Gálvez, Martha Cecilia Rivera (Estados Unidos); Jorge Torres, Jorge Nájar, Efer Arocha (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Renato Sandoval (Perú); Luis Bravo (Uruguay); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Adalber Salas (Venezuela);
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con el asunto “Retiro”
LUTO EN LAS LETRAS MEXICANAS
Como un homenaje al recientemente fallecido escritor mexicano Fernando del Paso, Confabulación reproduce la entrevista que conjuntamente con Gonzalo Márquez Cristo (qepd), realizáramos al ilustre novelista en su última visita a Bogotá en el año de 1994.
Reinventar la novela
Por Gonzalo Márquez Cristo y Amparo Osorio
Nació en México D.F. en 1935. Es una de las figuras más destacadas de la generación posterior al «Boom Latinoamericano». Su actividad laboral y artística ha sido múltiple alcanzando reconocimiento como publicista, diplomático, locutor de la BBC, pintor, poeta y especialmente como novelista, disciplina en la que ha obtenido los premios: Rómulo Gallegos por Palinuro de México en 1982, el galardón a la Mejor Novela Extranjera Publicada en Francia por Noticias del imperio en 1985, y las becas Guggenheim 1971 y 1981. Es miembro del Colegio Nacional de México.
Autor además de las novelas: José Trigo (1966) y Linda 67: historia de un crimen (1995); y de los poemarios: Sonetos de lo diario (1958), De la A a la Z (1988), Paleta de diez colores (1990) y Castillos en el aire (2002).
En este diálogo el escritor mexicano analiza las oscuras implicaciones de Mayo del 68 en su país, la labor heroicida de los novelistas contemporáneos, y avizora el rumbo para la novela en el mundo.
* * *
Al culminar la conferencia y la improvisada sesión con los cazadores de autógrafos, Fernando del Paso, una de las figuras estelares de Feria Internacional del Libro de Bogotá (1994), quedó solo en el enorme salón que momentos antes había albergado a 200 personas y se dispuso a caminar lentamente hacia la salida, produciéndonos una sensación de desconcierto, o más exactamente de abandono.
Al abordarlo vimos como se ajustaba la corbata y con impecables ademanes de diplomático, aceptó con sobriedad nuestra propuesta periodística. Se quitó los lentes para limpiarlos con una minucia exasperante y posteriormente sugirió que buscáramos el rincón más alejado con el propósito de no ser interrumpidos. Desplazamos sillas y una mesa para acomodarnos y encendiendo la grabadora, estábamos a punto de comenzar el interrogatorio cuando apareció intempestivamente el escritor Gustavo Quezada decidido a tomarse una fotografía con el admirado novelista; por lo cual asumimos inmediatamente las exigencias escenográficas del amigo, y caminamos detrás de Del Paso y de Quezada, por todo el salón captándolos en las más pintorescas posiciones hasta que próximos a la fatiga optaron por finalizar el inesperado preludio fotográfico. Recobrando la calma regresamos a nuestro lugar dispuesto para el rito y cuando estábamos próximos a iniciar, sin preámbulo alguno, Gustavo decidió lanzar la primera pregunta:
—¿La novela que carece de poesía tendrá porvenir en este tiempo audiovisual?
Advertimos que la conversación tomaría otro rumbo y que aún con uno de los novelistas más destacados, famoso por sus obras voluminosas y por una fuerza narrativa que incluso atrapa su obra poética, estábamos abocados a ingresar en ese dominio secreto y revelador que siempre nos persigue. Entonces lo escuchamos responder:
—La poesía debe asaltar todas las manifestaciones artísticas que pretendan ser memorables. A mí me extraña que tantos novelistas jóvenes que conozco no son lectores de este género mayor y que pretenden exteriorizar sus obras hasta convertirlas en guiones cinematográficos. Si la novela puede ser llevada al cine no creo que deba seguir existiendo. El territorio de la novela es mucho más complejo, cargado de ecos memoriosos, de reflexiones, de monólogos interiores, de sensaciones estremecedoras, de un clima verbal que no puede traducirse a otro medio expresivo.
Quezada se disculpó abandonando la sala pero ya nos había dejado inmersos en otro apasionante destino reflexivo. Sin embargo —de nuevo— en los instantes previos al inicio de nuestro asedio inquisitorial, un grupo de universitarios reconoció a Del Paso y aproximándose con algarabía nos interrumpió para conseguir los autógrafos a sus recién comprados ejemplares de Noticias del imperio. Esperamos a que cumplieran su cometido y posteriormente, al borde del fracaso, inauguramos con la siguiente pregunta la tan comprometida conversación:
—El Naturalismo separó a la novela de la poesía, sin embargo tentativas como la de Broch, Guimaraes Rosa, Rulfo, Yourcenar, Breton, han logrado fusionarlas...
—Más que tentativas han sido éxitos, y fueron pretensiones absolutamente cumplidas. La Muerte de Virgilio de Hermann Broch es una novela llena de poesía. Lo mismo ocurre en la obra de Yourcenar. No obstante la pregunta involucra al Naturalismo. Y Zola era un experimentador que se salvó por casualidad, porque tenía talento, y si no él mismo habría asesinado su propia novela. Porque su postulado era tan rígido como la Nueva Novela Francesa; pero son teorías simplemente... En la literatura no existe ningún tabú, cada autor vuelve a reinventar la técnica. Toda novela reinventa a la novela, y todo escritor se fija sus límites. O todo libro establece sus reglas de juego, y no se puede salir uno de ellas. Pero afortunadamente no hay reglas universales.
—Si como se ha dicho: «cada juicio ético niega los otros», ¿cuál es su posición retrospectiva sobre los hechos de Mayo del 68 ahora que se han cumplido 25 años de la noche de las barricadas de París?
—Todo lo que pasó en la Revolución de Mayo del 68 en París para los mexicanos quedó sepultado bajo la sombra de lo que pasó en Tlatelolco. Porque en París creo que murieron dos estudiantes y casi por accidente, mientras que en México hubo una represión brutal, constante, hasta culminar con la masacre de octubre en la Plaza de las Tres Culturas, donde mataron probablemente a mil o mil quinientos muchachos, y además después invadieron los edificios, especialmente el Chihuahua; tumbaron las puertas donde no les abrían; asesinaban a la gente, a los estudiantes que se refugiaban ahí, o los sacaban a rastras y nunca se los volvía a ver. Estos gravísimos acontecimientos ensombrecieron el mítico mayo. Pero a final de cuentas como dijo H.P. Taylor refiriéndose a las revoluciones del 48 en Europa, en Budapest, en Viena, en varias ciudades europeas: «fueron el punto culminante de la historia, en los cuales la historia no pudo culminar». Todo parecería que el 68 en París y en México fueron puntos culminantes donde la historia no pudo culminar. Desde luego la perspectiva histórica nos va a decir realmente que ocurrió, sí eso realmente cambió la historia de Francia y cambió la historia de México.
—¿Cree, como dice Paz, que la novela moderna examina y niega a los héroes hasta cuando se apiada de ellos?
—Probablemente sí, ya pasó la novela de los héroes... Yo me esmero en Palinuro de hacerlos semi-hérores nada más. Cuando Palinuro dice con un pie en la silla: «esto es un pedestal», yo me quedo con la mitad arriba y con la mitad abajo. Y en la novela histórica por lo que uno sabe que son personajes reales mitificados es necesaria una labor humanizadora. Si Juárez fue un héroe, lo que trataba yo desesperadamente y creo que lo logré, fue hacerlo cuando menos un ser humano, bajarlo de su pedestal.
—Usted es una de las principales voces que prosiguieron al «boom latinoamericano», ¿cómo analiza este fenómeno ahora que han pasado tres décadas de su nacimiento?
—El Boom fue una maniobra de mercadotecnia, de publicidad, con la ventaja de que la mercancía era buena, era noble. Pero realmente fue un gran aparato publicitario de distribución, que según dicen, inventó Carmen Balcells con Carlos Barral, provocando una oleada de interés en Europa y otros continentes. Pero la gran novela latinoamericana, arranca desde mucho antes, desde Ulsar Pietri con Las lanzas coloradas o Martínez Guzmán con La sombra del caudillo, y con Carpentier... Por mi parte publiqué en el 66 José Trigo, coincidiendo cronológicamente con Cien años de soledad, o sea que pertenece a la misma época.
—A sus novelas las han circunscrito dentro del término de «novela total»; las complejas estructuras, los juegos temporales, las referencias míticas, los vastos monólogos, el andamiaje técnico desmesurado, hacen pensar que la novela está avanzando hacia un lugar donde es insustituible, intraducible a otro género, o a otra forma de expresión, tanto escrita como audiovisual. ¿Existe acaso una crisis en la narrativa convencional suplantada por el cine y la televisión…?
—Cuando la novela era más descriptiva era más fácil trasladarla a otro género. Con el nacimiento de la fotografía cambió la pintura y luego con el nacimiento del cine la novela. Por eso ya no necesitamos describir un salón, nos basta un detallito para que el lector lo imagine. El lector ha visto tantas películas, ha visto selvas, desfiles, tantas cosas, que eso acude en auxilio de la novela. El lector ya tiene una vasta memoria cinematográfica. Y por otra parte el gran lenguaje de la novela indudablemente es intraducible, y por eso las versiones de Pedro Páramo han fracasado siempre, y es impensable llevar al cine La Muerte de Virgilio. Aunque quizá se podría hacer una buena película: no sería La Muerte de Virgilio. Así, la única excepción de una película que haya mejorado al libro fue Lo que el viento se llevó. Porque por ejemplo, la Muerte en Venecia de Visconti es una aproximación fantástica a la obra de Mann, pero no es aquella novela. Entonces son dos lenguajes distintos. La literatura, llega a un momento en que tiene un lenguaje absolutamente intraducible a otro medio.
—¿Comparte la profecía borgeana de que en el siglo XXI se escribirá posiblemente como Homero?
—Es difícil establecer la relación entre novela y tiempo y profecía. Cuando se dan esos novelones como Terra Nostra de Fuentes, y si me permiten citar algo mío, como Palinuro... donde un autor invierte años de vida sin ningún temor, sin decir estoy haciendo esto pero ya va a desaparecer... Se plantea un fenómeno muy raro. La novela, hasta la mala novela ha aumentado de volumen. Y para volver a la premonición de Borges creo que sin duda se harán grandes epopeyas, tal vez... Pero además, Homero no escribía porque era ciego.
—Se ha hablado del fin de las ideologías e incluso del fin del tiempo. ¿Cuál es su opinión sobre la amenaza teórica en que se encuentra la historia lineal fundamentada por la visión temporal del cristianismo?
—Me parece que se habló del Fin de la Historia mucho antes del derrumbe de la Unión Soviética. Y se volvió a reinventar la historia. Fue una gran sorpresa, inimaginable, el derrumbe de la Unión Soviética. Descubrimos que era una agrupación de repúblicas distintas, con una enorme diversidad de razas, de costumbres y de lenguas. Y ahora que ya la sabemos, nos damos cuenta de que en la propia Rusia también hay una gran diversidad... Imaginemos ese desmoronamiento de lo desmoronado. La historia siempre se vuelve a inventar, la historia no termina. El tiempo puede terminar porque sabemos que el planeta puede desparecer por alguna razón. No obstante el tiempo, en su concepción lineal, es algo que nos sirve cotidianamente. Pero el tiempo no es lineal porque podríamos recordar una de las polémicas de San Buenaventura y de Santo Tomás de Aquino sobre el tiempo, y sobre por qué el tiempo no puede ser infinito. Puesto que si fuera infinito antes de este día habría habido un número infinito de días. Por lo tanto este día no habría llegado nunca, ni ningún día hubiera llegado jamás. Y ese es el misterio del tiempo. Pero claro lo que pasa es que el tiempo no existe: lo hemos inventado nosotros. Sin embargo y contradictoriamente sí existe. O sea, no es verdad ni es mentira. Y como la novela, todavía debemos gozarlo y padecerlo.
En ese momento escuchamos unos taconeos acercándose y luego el festivo ingreso de dos bellas mujeres que buscaban al afamado escritor mexicano con una cámara y un extenso cuestionario, y ante la posibilidad de estar obligados a iniciar otro repentino estudio fotográfico o a cambiar abruptamente de tema, decidimos escabullirnos aprovechando que nuestro personaje se levantaba cortésmente para saludarlas mientras una de ellas leía con admiración un deleitoso fragmento de su novela más reconocida:
«Cuando me quedé sola abrí las ventanas. Me desnudé y me acosté boca arriba. Me unté entonces un poco de miel en los labios y en los pezones. Me unté otro poco en el vello que me había nacido entre los muslos, y cerré los ojos, y convoqué a las moscas».
Fernando del Paso se ruborizó ante el despiadado asalto femenino y no tuvimos otra alternativa que abandonarlo a su peligrosa suerte mientras comenzamos a correr para escapar de la torrencial lluvia de abril.
(Bogotá, 1994)
IDA VITALE, PREMIO CERVANTES DE LITERATURA
Confabulación registra con complacencia el otorgamiento del Premio Cervantes concedido a la poeta uruguaya Ida Vitale, (Montevideo, 1923), traductora, ensayista, profesora y crítica literaria uruguaya miembro del movimiento artístico denominado "Generación del 45" y representante de la poesía "esencialista". A continuación ofrecemos a nuestros lectores algunos de sus poemas.
Agosto, Santa Rosa
Una lluvia de un día puede no acabar nunca,
puede en gotas,
en hojas de amarilla tristeza
irnos cambiando el cielo todo, el aire,
en torva inundación la luz,
triste, en silencio y negra,
como un mirlo mojado.
Deshecha piel, deshecho cuerpo de agua
destrozándose en torre y pararrayos,
me sobreviene, se me viene sobre
mi altura tantas veces,
mojándome, mugiendo, compartiendo
mi ropa y mis zapatos,
también mi sola lágrima tan salida de madre.
Miro la tarde de hora en hora,
miro de buscarle la cara
con tierna proposición de acento,
miro de perderle pavor,
pero me da la espalda puesta ya a anochecer.
Miro todo tan malo, tan acérrimo y hosco.
¡Qué fácil desalmarse,
ser con muy buenos modos de piedra,
quedar sola, gritando como un árbol,
por cada rama temporal,
muriéndome de agosto!
puede en gotas,
en hojas de amarilla tristeza
irnos cambiando el cielo todo, el aire,
en torva inundación la luz,
triste, en silencio y negra,
como un mirlo mojado.
Deshecha piel, deshecho cuerpo de agua
destrozándose en torre y pararrayos,
me sobreviene, se me viene sobre
mi altura tantas veces,
mojándome, mugiendo, compartiendo
mi ropa y mis zapatos,
también mi sola lágrima tan salida de madre.
Miro la tarde de hora en hora,
miro de buscarle la cara
con tierna proposición de acento,
miro de perderle pavor,
pero me da la espalda puesta ya a anochecer.
Miro todo tan malo, tan acérrimo y hosco.
¡Qué fácil desalmarse,
ser con muy buenos modos de piedra,
quedar sola, gritando como un árbol,
por cada rama temporal,
muriéndome de agosto!
Fortuna
Por años, disfrutar del error
y de su enmienda,
haber podido hablar, caminar libre,
no existir mutilada,
no entrar o sí en iglesias,
leer, oír la música querida,
ser en la noche un ser como en el día.
No ser casada en un negocio,
medida en cabras,
sufrir gobierno de parientes
o legal lapidación.
No desfilar ya nunca
y no admitir palabras
que pongan en la sangre
limaduras de hierro.
Descubrir por ti misma
otro ser no previsto
en el puente de la mirada.
Ser humano y mujer, ni más ni menos.
Gotas
¿Se hieren y se funden?
Acaban de dejar de ser la lluvia.
Traviesas en recreo,
gatitos de un reino transparente,
corren libres por vidrios y barandas,
umbrales de su limbo,
se siguen, se persiguen,
quizá van, de soledad a bodas,
a fundirse y amarse.
Trasueñan otra muerte.
Acaban de dejar de ser la lluvia.
Traviesas en recreo,
gatitos de un reino transparente,
corren libres por vidrios y barandas,
umbrales de su limbo,
se siguen, se persiguen,
quizá van, de soledad a bodas,
a fundirse y amarse.
Trasueñan otra muerte.
Penitencia
¿Mirar atrás será pasar
a ser de sal precaria estatua,
un perecer petrificado
preso en sí mismo, parte
del roto encanto de un paisaje
cuya música no logro más oír?
¿Debo matar lo que miré,
el mito que minuciosa
pliego y despliego,
grava para mi paso solo?
¿Ciega borrar lugares,
playas, vientos, el tiempo?
el mito que minuciosa
pliego y despliego,
grava para mi paso solo?
¿Ciega borrar lugares,
playas, vientos, el tiempo?
Sobre todas las cosas,
anular horas que se han vuelto inútiles
como lluvia que cae
sobre el mar implacable,
como mis propios pasos
si no son penitencia.
INTIMIDADES
Amilcar Bernal
Dice don José Watanabe en su poema, que la mantis religiosa obedece al llamado del deseo y se pone a hacer el amor con el macho, como sucede aun en las mejores familias. Hasta aquí nada es poético. Mientras el tonto se dedica a la gozadera, ella introduce una lengua infinita que va hasta su estómago e insufla allí un ácido que empieza a licuar los órganos del occiso hasta dejarlo vacío, apenas una cáscara que don José, poeta peruano (atención: es Watanabe, no Fujimori), muchos coitos después, durante una visita al campo, creyendo que es una hembra viva trata de asirla, con la mala fortuna de que el objeto de su asexual deseo se convierte en polvo en su mano: era sólo un macho vacío, como son todos, en opinión de las feministas. En mi caso ellas acertaron porque en virtud del poder de la palabra escrita (cada uno es amo de lo que calla y esclavo de lo que dice), para la mayoría de mis lectores soy sólo un nombre que devorarán las llamas cuando esta nota sea sacrificada para encender un cigarrillo. Casi al final, el poema se pregunta (y esto es lo poético, para mí, que soy de lágrima fácil): “Qué última palabra queda fijada para siempre en la boca abierta y muerta del macho”. Y acto seguido se responde, simulando la voz del poeta: “Nosotros no debemos negar la posibilidad de una palabra de agradecimiento”.
En un libro de don Michel Tournier (no estoy seguro si es El rey de los alisos o Medianoche de amor), el filósofo literato establece que la ciencia se ha equivocado al afirmar que la mantis religiosa es caníbal (también ignoro si un animal es caníbal por devorar a otro, o si la condición de caníbal sólo se atribuye a los humanos, o a las instituciones financieras) porque devora al macho durante la cópula. Dice el libro (son más importantes los libros que los autores) que ella no lo devora durante la gozadera: sucede que el macho tiene (para su desgracia) una válvula cerrada en el cerebro que impide que el semen salga e insemine a la hembra mientras está vivo, pero se abre y lo deja fluir si su dueño está muerto (yo, seudomántico, me he sentido morir en varios orgasmos, incluso en algunos de los que me ha tocado yo con yo). Pues bien, enterada de esta particularidad genética, la mantis religiosa, para evitar la extinción de su especie, hunde su aguijón en el cerebro del pobre marido y lo mata recibiendo el semen y quedando deipso facto embarazada. Entonces, satisfecha o no (vaya cada cual a saberlo), permanece quieta durante un lapso de tiempo, como si el suyo fuera un embarazo de riesgo, y puesto que en un momento dado la ataca el hambre, se come lo único que hay por ahí cerca, el cadáver de su amante. Así que no se lo comió mientras tiraba sino cuando no tenía qué tirarle al estómago, por lo que no sé si es caníbal o simplemente un perezoso en la inopia que hace uso de lo que tiene a mano para sobrevivir.
Puesto que esta nota se refiere a las palabras Inmortales dichas en el Supremo Instante (algo así como la última voluntad de quien perderá en segundos la cabeza por acción de la guillotina, o la vida de quien mete el papelito en la urna al votar por el que ha de esclavizarlo), me atrevería a afirmar, sin ser filósofo ni poeta, que las últimas palabras del macho del cuento de don Michel Tournier fueron “te amo, Manti, me derrito por ti”.
METAPHYSICA
Cuán clara es la pupila, llega el mundo,
¿dónde estoy?
Alfredo Gangotena
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CARTAS DE LOS LECTORES
CONFABULADOS: Querida Amparo, en espíritu estuve con ustedes en el Jardìn Botànico, en el homenaje a nuestro querido amigo, el poeta de blanco y palabra precisa, con infinitos destellos, cual luz descompuesta en prisma, viene a mi memoria los momentos compartidos, en la aventura esencialista de Comùn Presencia, el periplo vital de nuestras almas. Saludos, siempre en el recuerdo de chalo, al viejo Soca, a Ivàn y a ti, queridísima, en el abrazo inmenso de la amistad y la memoria. Benito Mieses (Caracas, Venezuela)
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QUERIDOS CONFABULADOS: Me enteré del delicado estado de salud del maestro Ángel Loochkart y quiero por su intermedio enviarle mi saludo, mi admiración y mis deseos por su pronta recuperación.. Oscar Fernando Martínez
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CONFABULADOS: Muy puntual y acertado el artículo de Carlos Fajardo Fajardo sobre Un país fallido. Gracias Carlos Arturo Hernández
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AMIGOS CONFABULADOS: Cada vez degusto más los comentarios sobre cine de Omar Ardila. Felicitaciones. Mariela Arenas Rivera
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