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con el asunto “Retiro”
GONZALO MÁRQUEZ CRISTO
Febrero 1º. 1963 – Mayo 24 2016
EN NOMBRE DEL GRITO
Crees tanto en la sed: en la vida... En lo invisible. Duermes de cara al oriente. Te purificas en el peligro. En los libros delatas al tiempo como a un pájaro disecado.
En el bosque una encina te sigue. La luz te nombra. Cuando eliges el rumbo del dolor alguien te da un sorbo de agua.
Deseas: esperas siempre equivocarte. Asumes la tiranía del ojo llamada viaje y a veces con un rostro logras curar tu frío,
Sabes de un paraíso que nunca será memoria.
Asistes a la mascarada de la sobrevivencia aunque un ecuador lejano y voraz atraiga tu vuelo. Así logras persistir.
Tus palabras caen como puñados de tierra sobre un cuerpo desnudo.
Aquí comienza el instante. ¿Quién clama? ¿Quién responde entre la sangre? ¿Quién descubre su sombra incandescente?
¡Que el grito siempre pueda detener la herida..!
¡Que el lenguaje alcance para no morir!
LIBERACIÓN DEL ORIGEN
Invierte el curso de su sangre para ser Adán.
Preparado por el agua retiene sueños; aprende a reducir la distancia que hay en la luz y a dibujar la herida que conduce a su sombra.
Sabe que huye la presencia si todos los temblores pertenecen a la dueña de lo inmóvil o si el ejercicio del deseo instaura un tiempo mayor.
Conoce el retorno de sus ojos y descubre al fin la transparencia, el enigma que nunca se devela...
Y contemplando los rastros de la fuga solar vivirá en el géiser del Instante...
Hasta que inicie el tiempo del espejo liberado.
LA PASIÓN DE JUANA DE ARCO,
DE CARL T. DREYER
Omar Ardila
Retomar los filmes del director danés Carl Theodor Dreyer (Copenhague, 1889 -1968) siempre será oportuno para entender el proceso cinematográfico, puesto que el desarrollo formal y estético que este director alcanzó con su particular tratamiento de la imagen-movimiento es, sin duda, uno de los mayores aportes a la historia del cine. La primera película que lo llevó al reconocimiento mundial fue La pasión de Juana de Arco (1928), la que ha tenido una serie de dificultades para llegar hasta nuestros días. Sobre ese tortuoso itinerario me referiré en primer momento y más adelante realizaré una aproximación analítica.
Una lucha contra el azar, la censura y el olvido
La pasión de Juana de Arco se estrenó en Copenhague en abril de 1928. Luego pasó a Francia donde se presentó en octubre del mismo año pero con grandes mutilaciones y cambios, que le confirieron un sentido totalmente opuesto al que quiso darle Dreyer. Para los nacionalistas franceses era inconcebible que un extranjero protestante se apropiara de su figura nacional para representarla artísticamente y por esa razón la sometieron a dicha censura. Desafortunadamente, el negativo original que reposaba en los laboratorios de la UFA en Berlín, fue consumido por un incendio en diciembre de 1928. Así las cosas, las que quedaron en circulación fueron unas pocas copias gastadas y deformadas. Por fortuna, con la paciencia característica de Dreyer y la colaboración de su montajista Marguerite Beaugé, lograron posteriormente elaborar un segundo negativo a partir de tomas alternativas de cada plano que se encontraban almacenadas en otro sitio. Pero la mala suerte continuaba en contra del filme y ese laborioso trabajo de reconstrucción también se vio frustrado con la combustión de la nueva copia en 1929, la cual estaba guardada en los laboratorios de Boulogne-Billencourt.
En los años siguientes, Lo Duca encontró en Gaumont una copia intacta que se había salvado de las llamas y que parecía pertenecer al segundo negativo. Lamentablemente, Lo Duca hizo cambios notables para la explotación de la película: la musicalizó, cambió los intertítulos originales y les introdujo otras decoraciones. Esta versión circuló durante varios años a pesar de la manifiesta oposición de Dreyer.
Posteriormente, en 1981, se encontró en una institución mental de Oslo una copia de 1928 acompañada de una solicitud de censura, lo cual indica que esta versión correspondía a una copia intacta del primer negativo. Teniendo como base esta copia, la Cinemateca Francesa realizó la reconstrucción que finalizó hace ya más de diez años. Esta es la copia que ahora podemos disfrutar gracias a la distribución que se ha hecho en formato DVD. El menú de la misma, ofrece una versión sonorizada, sobre la cual no considero pertinente referirme, pues el cine silente lo prefiero tal como fue concebido.
El rostro como potencia afectiva
Nada es comparable al rostro humano. Es una tierra que uno nunca se cansa de explorar
Carl Theodor Dreyer
Aunque a lo largo del filme podemos identificar un “estado de las cosas” histórico, considero que esto no es lo más importante para una lectura que pretenda hacer un análisis a partir de la variación que suscita el dispositivo cinematográfico en la concepción de la imagen y, por supuesto, del pensamiento; por tal motivo, dejo a un lado el argumento que elaboró Dreyer para actualizar la pasión de Juana de Arco, la cual comenzó el 23 de mayo de 1430 cuando cayó en manos del Duque de Borgoña y fue vendida a los ingleses y arrastrada hasta Rouen (capital de las posesiones inglesas en Francia) para comparecer ante un tribunal eclesiástico. Lord Warwick, el gobernador de la ciudad, escogió a los jurados entre los aliados del Rey de Inglaterra, con el fin de obtener por todos los medios la condena a muerte de Juana y hacerla quemar en la plaza pública, lo que alcanzó a pesar de la protesta de las multitudes.
En esta lectura crítica apelo a una serie de conceptos desarrollados por Gilles Deleuze en sus dos magníficos libros sobre cine: La imagen movimiento y La imagen tiempo. Para llegar al concepto de imagen-afección – el cual está plenamente desarrollado en La pasión de Juana de Arco – es preciso hacer algunas precisiones acerca de otros conceptos (imagen-percepción e imagen-acción) que también tienen una ubicación especial en la forma como el sujeto realiza su aproximación al mecanismo cinematográfico (1).
En la imagen-percepción podemos identificar una dinámica sólida que nos remite a una percepción subjetiva unicentrada. Respecto del centro de indeterminación de la imagen, el universo circunscribe una curva que lo rodea pero que no alcanza a tocarlo.
En la imagen-acción hay una acción retardada del centro de indeterminación. Éste sólo actúa por una cara (la utilizable, la que responde a una lógica-causal). Aquí se conjugan la acción virtual de las cosas sobre nosotros y nuestra acción (posible) sobre las mismas cosas.
Por su parte, la imagen-afección, se ubica en el intervalo entre la percepción y la acción. Surge en el centro de indeterminación (que es el sujeto). El sujeto, ahora se percibe a sí mismo, se siente por dentro. De esta forma, se absorbe – más no se refleja – un movimiento determinado por parte de la cara no especializada (la que aún no ha sido utilizada). La respuesta que se da es como una tendencia, como una cualidad, tal como definía Bergson la afección: “una especie de tendencia motriz sobre un nervio sensible”. Dicho nervio sensible actúa como una placa receptiva inmovilizada. En suma, lo que la imagen-afección logra es confirmar el paso de un movimiento de traslación a un movimiento de expresión, a través del rostro que trasluce los mundos interiores.
En una película coexisten los tres tipos de imagen pero siempre hay predominio de alguna de ellas. Tanto la imagen-percepción como la imagen-acción son inseparables. No sucede lo mismo con la imagen-afección, que es más bien escasa. En el caso de La pasión de Juana de Arco el predominio sí es de la imagen-afección. La complejidad de lo expresado, del afecto, adquiere su unidad por medio de la conjunción virtual del rostro. El rostro como potencia expresiva es una posibilidad que sólo se remite a sí misma. Con su expresividad se abre una puerta hacia lo interno, que no tiene un tiempo determinado y que no indica un “estado de las cosas” – como en la imagen-acción –. Es como un presente que se actualiza constantemente en busca de nuevas expresiones. El afecto es, entonces, lo expresado del “estado de las cosas” a través de los rostros, los cuales están compuestos de una materia móvil que sobrepasa la dimensión espacio-temporal y se adentra en las cualidades del espíritu.
Tal como lo hace notar Dean Luís Reyes (2), para la puesta en escena de la película Dreyer prohibió maquillar a los actores, utilizó variadas angulaciones para darle una carga simbólica exaltada a los planos (contrapicados agudos para los inquisidores y ángulos frontales para Juana) y recargó la iluminación con el fin de saturar de luz los rostros y exaltar las arrugas y rasgos menos visibles. Bela Balasz decía que “La cámara penetra en todas las capas de la fisonomía: además del rostro que nos hacemos, descubre el rostro que tenemos… Visto tan de cerca, el rostro humano se convierte en un documento” (3).
La tradición pragmática respecto de la construcción de planos nos enseña que el cuadro está relacionado con un ángulo de encuadre, es decir, el sistema óptico de aquel conjunto cerrado nos remite a un punto de vista sobre el conjunto de las partes. De esta forma, podemos aseverar que un ángulo de encuadre está o no justificado de acuerdo al punto de vista que el director quiere proponer. Sin embargo, hay ocasiones en que este presupuesto no es del todo válido. Cuando Pascal Bonitzer desarrolla el concepto de “espacios fuera de cuadro” (4), nos sugiere que hay puntos de vista anormales (ni oblicuos, ni con ángulos paradójicos) que nos llevan a otra dimensión de la imagen para constatar que ésta no solo tiene una función visible sino, además, legible. Este caso está muy bien ejemplificado en los encuadres fragmentados que realiza Dreyer en La pasión de Juana de Arco, cuando nos presenta rostros cortados por el borde de la pantalla. Los “espacios fuera de cuadro” son algo así como espacios muertos que le agregan más espacio al espacio – actuando como una presencia inquietante – y que introducen en el sistema (nunca del todo cerrado) la dimensión transespacial, espiritual. En La pasión de Juana de Arco Dreyer no utilizó el plano-contraplano sino que aisló cada rostro en un primer plano para alcanzar a expresar la profundidad espiritual que buscaba. Incluso, los planos medios y los planos generales son vistos todos como primeros planos, debido a la ausencia de profundidad o supresión de la perspectiva, que ya no dependía tanto del espacio sino más bien de una perspectiva temporal y espiritual. A éstos planos, vistos de una forma novedosa conceptualmente, Dreyer los llamaba “primeros planos fluyentes”. Refiriéndose a la insistente presencia de los planos cerrados, Deleuze decía que “Dreyer había logrado con ello un método ascético: cuando más cerrada espacialmente está la imagen, reducida inclusive a dos dimensiones, más apta es para abrirse a una cuarta dimensión que es el tiempo, y a una quinta que es el Espíritu, la decisión espiritual de Juana” (5).
Para cerrar esta aproximación a La pasión de Juana de Arco quiero destacar la presencia de Renée Maria Falconetti (en el papel de Juana) en su única aparición en el cine, con la cual logró inmortalizarse por ser una de las mejores actuaciones femeninas en todos los tiempos. Asimismo, es muy grato para quienes sentimos un afecto especial por el gran Antonin Artaud, verlo actuando por tercera y última vez en las pantallas.
Notas
(1) Los conceptos imagen-acción, imagen-percepción e imagen-afección, son retomados de la catalogación realizada por Gilles Deleuze en sus dos estudios sobre cine: Imagen movimiento e Imagen tiempo.
(2) Reyes Dean Luis, La pasión de Juana de Arco: el rostro como documento, publicado en la versión electrónica de la revista Miradas de la EICTV
(3) Balazs, Bela, citado por Dean Luís Reyes, Ibid.
(4) Bonitzer, Pascal, Desencuadres, recuperado de: http://cablemodem.fibertel. com.ar/stang/content/text/ Pascal_Bonitzer-Desencuadres. pdf
(5) Deleuze, Gilles, La imagen-tiempo. Estudios sobre cine 2, Paidós, 1986.
NICARAGUA EN EL TIEMPO DE LOS CHACALES
(Daniel Ortega-Rosario Murillo-Anastasio Somoza)
Poeta Marco Antonio Campos
…la matta bestialitade…
Dante, Inferno, XI, 82
Por años sufrió cárcel. Sueños tuvo
de que el país pequeño fuera un gran país.
Él, uno de varios comandantes que
mandaron al déspota al círculo de los iracundos,
por azar o cálculo o la mano fraterna
se volvió presidente del pequeño país.
Sin embargo, cercado a la larga por los buitres
-forasteros y propios-, perdió el cetro,
pero antes de irse, se llevó a manos llenas,
dinero, propiedades, el libro deshojado de la Revolución
¿Quién no sabe que en el bosque de la historia
cambian los árboles pero es siempre bosque?
El vencido esperó para vencer y vendió
el alma al diablo del enemigo para cambiar de bosque
Ya a la vuelta, con menos hojas en el libro,
siguió deshojándolas, y pronto convirtióse
en el doble puntual del déspota al que combatió.
Con la cónyuge poeta, desenjauló a los halcones,
sacó a los perros enloquecidos y no hubo rincón
en el pequeño país que no vieran sus ojos
A todo disidente le tenía dibujado un ataúd
o le disponía la cárcel con un expediente negro.
Del libro de la Revolución no quedó ni una hoja.
Cuando los padres volvieron a casa, encontraron
que los hijos, habían marchado a las manifestaciones
y alzado barricadas.
El señor presidente y su señora esposa
-quien imita a diario a Lady McBeth-
no han cesado de beber de la sangre
de los jóvenes caídos.
Cuando el déspota y la poeta, en la televisión
o la radio, se dirigen al país, por la boca,
en vez de palabras, gotea la sangre de esos jóvenes
que la policía samaritana recoge para ellos
de colegios y calles -esa sangre, que después
de su muerte, tomarán del mismo vaso,
en un trago triple, con Somoza en los infiernos-.
AUNQUE BARRAN LAS HOJAS
Javier Osuna Sarmiento*
“dentro de mil años
bajo este mismo sol que quema
sólo con sus músculos regados por la lluvia
estará tendido así un joven como yo,
recostado en miel de hierba contra el árbol…”,
Julio Daniel Chaparro, de Boceto para un legado.
Esta antología reúne, por primera vez, la obra poética y periodística de Julio Daniel Chaparro, quien fue asesinado, junto con el fotorreportero Jorge Torres, el 24 de abril de 1991 en Segovia (Antioquia) realizando, para el periódico El Espectador, una investigación llamada ‘Lo que la violencia se llevó’, con la que obtuvo (póstumamente) el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar.
Este libro es un homenaje al escritor y caminante incansable, que retrató, quizás como ningún otro periodista en la historia de Colombia, la convulsa realidad de la violencia a través de la poesía y la metáfora. Con Julio Daniel Chaparro, al igual que sucedió con el asesinato de Jaime Garzón y el humor, el país enterró una manera de contar (con pocos sobrevivientes), de la que hizo parte y que él mismo bautizó como La generación emboscada.
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La obra de Julio Daniel es un coro de acentos, un manantial de jerga popular, un vuelo de pájaros en despedida. La naturaleza errante de sus prosas y versos naufraga a la deriva de sus propios lectores que, tantos años después del crimen, no han tenido la oportunidad de disfrutar aún de la faceta poética del periodista ni la faceta periodística del poeta; en fin, del hombre sensible que vivía en “un país de corazones de ceniza” y que, en 1986 advertía en poemas, premonitoriamente, sobre su muerte.
Las 345 páginas que componen esta antología bautizada a modo de guiño con uno de sus versos como Inquieta Certidumbre (pues a su trabajo no se le permitió concluir, o más bien, consiguió inmortalizarse inconcluso como ocurre a los genios), son un intento más por retomar el sol que quedó latiendo en su pecho, así los violentos se hayan ensañado en teñir, demasiado pronto, sus uñas de azul.
Este libro contiene un compendio de voces amigas, a quienes agradezco de antemano haberse dado la oportunidad de recordar, con enorme sensibilidad, la memoria de su amigo y compañero (Arturo Guerrero, Ignacio Gómez G., Eugenia Sánchez, Rodolfo Prada y Claudia Julieta Duque); de igual forma, hemos incluido información de archivo que ha sido entregada generosamente a nosotros por Daniel Chaparro, hijo mayor de Julio Daniel, quien ha batallado incansablemente por mantener viva la memoria de su padre. Gracias a su colaboración este libro es posible.
Inquieta Certidumbre inicia con el último libro de poesía escrito por Julio Daniel, llamado Árbol ávido, este se presenta guardando la forma y el orden que él mismo refiriera días antes del crimen a través de un telegrama. La selección posterior explora sus trabajos principales (sin olvidar algunos de sus primeros versos); también compendia material de aquellos libros que han sido editados en años recientes a manera de homenaje.
En la galería de fotos el lector encontrará, además de algunas imágenes valiosísimas de archivo familiar, una selección de fotografías tomadas por Constantino Castelblanco, sin lugar a duda, el gran cómplice desde la imagen de Julio Daniel, que acompañó la portada de sus libros en varias ocasiones (incluida esta que palpita en sus manos).
Esta antología también contiene, hasta la fecha, el compendio más completo de textos periodísticos escritos por Julio Daniel. Gracias a la generosidad de El Espectador, que ha permitido la divulgación de su archivo, y al esfuerzo lúcido y generoso de Sergio Gama y Mauricio Díaz en la compilación junto con Augusto Díaz en la digitalización de archivo, este libro reúne 39 crónicas clasificadas en cinco categorías: Rostro humano, La otra Colombia, Poetariado y muchedumbre, Voz camaleónica y Lo que la violencia se llevó.
El capítulo final reconstruye la ausencia de Julio Daniel desde la voz de su familia y amigos, dando campo, incluso, a la voz de nuevas generaciones de periodistas como Nicolás Sánchez y Fernando Hernández, quienes toman su legado como referente.
Los retazos que acompañan esta antología no pretenden conmemorar el vacío que dejó el crimen (hasta ahora impune) de Julio Daniel; como proféticamente lo anuncia la ilustración de Vladdo que también acompaña estas páginas (realizada apenas días después del asesinato); hoy, celebramos a un hombre vivo que brota, literalmente, de las páginas del periódico que amó, uno que resiste desde las letras, que emerge del paisaje de lo perdido, en nuestra búsqueda.
El fondo del Ministerio de Cultura que permite la publicación de este volumen se destina a la difusión de autores nacionales. No es un fondo conmemorativo, Julio Daniel lo ganó, por la calidad de su trabajo, sobre la pretensión de cientos de autores vivos que se postularon o fueron postulados por sus editores en 2019.
Alfredo Molano ya lo sentenciaba de forma magistral en 1991: “Julio Daniel andaba metiendo su mirada limpia y su pluma blanca en donde yo quería meterlas. Siempre fue más ágil que todos nosotros y siempre, naturalmente, más valiente y más franco”.
Incluso después de partir, Julio Daniel seguía y sigue superando a los que se quedaron.
El gran fotoperiodista Jesús Abad Colorado afirma que todos somos la suma de muchas miradas. A título personal, debo admitir, que trabajo todos los días con la ilusión de que la mía proyecte, así sea un poco, la de Julio Daniel. Sin él, no haría periodismo, sin él, probablemente, lo habría abandonado.
Que esta antología devuelva la certeza siempre viva de la esperanza y restituya la semblanza del llanero, nacido en Sogamoso, que alcanzó el sol de los venados y que siempre volverá en agosto.
Te va este libro alado, Hombre Pájaro.
Donde estés, siente que ya muchos soñamos contigo.
Volverás, según tu deseo.
“Aunque barran las hojas”.
*Javier Osuna Sarmiento. Periodista, gestor cultural, docente universitario y director de la Fundación Fahrenheit 451. Ganador del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en 2009 y 2017; también del Premio Nacional de Periodismo del Círculo de Periodistas de Bogotá en 2009. Autor del libro “Me hablarás del fuego”. @javierosu451
METAPHYSICA
…Pero la noche existe
Y la palabra lo sabe
António Ramos Rosa
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CARTAS DE LOS LECTORES
AMIGOS CONFABULADOS: Han sido muy largas estas vacaciones y se los ha extrañado mucho con su periódico lleno de cultura y actualidad. Abrazos Saúl Villanueva
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CONFABULADOS: Me encantaron los poemas de Gustavo Adolfo Garcés, un maestro de la brevedad. Felipe Torrado M.
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CONFABULADOS: Me gustó mucho el texto el de Juan Sebastián Gaviria de su novela Profeta. Un tema bastante candente pero muy bien llevado. Tengo una inquietud: es el mismo autor de un poemario titulado Inti Manic? Tulio Alberto Benavides
R/. Si es el mismo autor.
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QUERIDOS CONFABULADOS: He extrañado mucho que no han vuelto a publicar la sección de Minificción. Sería grato que la reanudaran. Andrea Uribe
R/. Pronto tendremos una de minicuentos.
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