Por Iván Beltrán Castillo
¿Por qué nos apasionan tanto las encuestas, los listados, las antologías, las clasificaciones, los balances? Tenemos acaso una necesidad latente de encapsular nuestra vida, darle un orden al aparente caos y, para decirlo en lenguaje precisamente pictórico, mirar el lienzo completo con la reposada sensación del séptimo día? Pues bien, esta adorable fijación consagratoria quedó demostrada plenamente en nuestra segunda gran encuesta, tan exitosa como la anterior, y cuyo fin fue encontrar los 50 inolvidables, grandes y posiblemente duraderos artistas de la plástica colombiana. Habemus, pues, arcadia de los demiurgos de las formas.
En el momento de cerrar esta edición, la cantidad de listas enviadas ascendía a 439, cifra nada despreciable, y tenemos motivos para sospechar que aún después de concluido el torneo nos llegarán otras. Sin embargo ya nada podrá alterar los grandes resultados. Es bueno recordar que en esta empresa colaboraron con nosotros personajes públicos, voces afamadas y gente del común. A todos les agradecemos su participación en el juego.
Pero, antes de “pasar a manteles”, es bueno hacer unas pocas consideraciones, en la tentativa de interpretar humildemente lo que esta votación entraña.
1. Indiscutiblemente Alejandro Obregón, el dueño de un universo donde el color se convierte en una mística, una metafísica sensual y una rabiosa sed de existencia, no encontró adversarios que le riñeran o pusieran en peligro. Ganó de manera merecida y rotunda. Sin embargo, pensamos que, además de su majestuosa obra, es posible que el mito erigido por su atafagada, exuberante, picaresca y fantasiosa vida haya sido sugestivo a la hora de votar.
2. El abstraccionismo, tan fomentado en ciertos círculos y tan venerado por el ghetto de los esteticistas puros, perdió casi todo el terreno que se suponía suyo. Solamente unos pocos, aunque sin duda grandiosos, nombres de esta tendencia, figuran en la encuesta.
3. El kitsch, el camp, el pop, el naif, el arte conceptual, la instalación, el performance y otras expresiones que nacen y se desarrollan a la sombra de la subcultura y los mass-media, tampoco ascendieron hasta notables escaños, pese a que entre nosotros hay muy buenos representantes de estas tendencias.
4. Se atenúa notablemente la herencia y el legado de Martha Traba, la temida papisa argentina de los años sesenta, quien fungió de crítica implacable investida de un poder absurdo. En algún instante, no se movía una hoja –o mejor dicho, un cuadro- sin su bendición. Esto parece haber tocado a su fin.
5. Ocupan puestos privilegiados representantes del expresionismo colombiano, que ha sido un tanto menospreciado por la oficialidad y que fue condenado por buena parte de los críticos, marchantes y coleccionistas, a cierta insularidad. ¿Figuras como Leonel Góngora, Ángel Loochkartt, Pedro Alcántara Herrán y Carlos Granada, anuncian acaso un porvenir dichoso para esta significativa tendencia en el arte colombiano?
6. De los artistas elegidos no hay muchos que hayan sido invitados a exponer en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. ¿Quiere eso decir que el gran museo se encuentra de espaldas al torrente vital del arte colombiano? ¿Que no son tan acertadas las brújulas y los parámetros estéticos de su directora, críticos y curadores?
7. Asombra la estelaridad de la legendaria pintora antioqueña Débora Arango, quien siempre estuvo relegada a la marginalidad tanto por su posición vital como por no comulgar con las estratagemas comerciales del arte.
8. En la gran lista de 50 privilegiados figuran con un caudal notable de votos, unos pocos artistas aún jóvenes, lo que significa que acceden tempranamente a un lugar de honor en nuestra historia plástica. Es apasionante hacer cábalas sobre el porvenir de estos creadores, entre los que sobresalen con enorme aceptación Fernando Maldonado, Doris Salcedo, Darío Ortiz, Germán Londoño, Alfredo Araújo Santoyo, Eduardo Esparza y Nicolás De la hoz…
9. Es satisfactorio ver cómo, además de pintores y escultores, trabajadores de otras disciplinas también recibieron el favor de los participantes. Exactamente fueron cinco fotógrafos y un arquitecto: Leo Matiz, Hernán Díaz, Fernell Franco, Abdu Eljaiek, Carlos Duque y el gran Rogelio Salmona.