No. 519. La última noche del mundo



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Descripción: ConfabulaCabezoteActual

FUNDADORES: Gonzalo Márquez Cristo y Amparo Osorio. DIRECTORA: Amparo Osorio. COMITÉ EDITORIAL: Iván Beltrán Castillo, Fabio Jurado Valencia, Marco Antonio Garzón, Jairo Alberto López, Carlos Fajardo. CONFABULADORES: Fernando Maldonado, Gabriel Arturo Castro, Guillermo Bustamante Zamudio, Fabio Martínez, Javier Osuna, Sergio Gama, Mauricio Díaz. EN EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Armando Rodríguez Ballesteros, Osvaldo Sauma (Costa Rica). Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Rodolfo Häsler (España); Luis Rafael Gálvez, Martha Cecilia Rivera (Estados Unidos); Jorge Torres, Jorge Nájar, Efer Arocha (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Renato Sandoval (Perú); Luis Bravo (Uruguay); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Adalber Salas (Venezuela);
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con el asunto “Retiro”


LA ÚLTIMA NOCHE DEL MUNDO


Descripción: ray bradbury
Ray Bradbury

¿Qué harías si supieras que esta es la última noche del mundo?
–¿Qué haría? ¿Lo dices en serio?
–Sí, en serio.
–No sé. No lo he pensado.
El hombre se sirvió un poco más de café. En el fondo del vestíbulo las niñas jugaban sobre la alfombra con unos cubos de madera, bajo la luz de las lámparas verdes. En el aire de la tarde había un suave y limpio olor a café tostado.
–Bueno, será mejor que empieces a pensarlo.
–¡No lo dirás en serio!
El hombre asintió.
–¿Una guerra?
El hombre negó con la cabeza.
–¿Ni la bomba atómica o la de hidrógeno?
–No.
–¿Una guerra bacteriológica?
–Nada de eso –dijo el hombre, revolviendo suavemente el café–. Solo, digamos, un libro que se cierra.
–Creo que no entiendo.
–No. Ni yo, para serte sincero. Solo es un presentimiento. A veces me asusta. A veces no siento ningún miedo, solo una cierta paz –miró a las niñas y los cabellos amarillos que brillaban a la luz de la lámpara–. No te lo he dicho. Ocurrió por vez primera hace cuatro noches.
–¿Qué?
–Un sueño. Soñé que todo iba a terminar. Me lo decía una voz. Una voz irreconocible, pero una voz de todos modos. Y me decía que todo iba a detenerse en la Tierra. No pensé mucho en ese sueño al día siguiente, pero fui a la oficina y a media tarde sorprendí a Stan Willis mirando por la ventana, y le pregunté: “¿Qué piensas, Stan?”, y él me dijo: “Tuve un sueño anoche”. Antes de que me lo contara yo ya sabía qué sueño era ese. Podía habérselo dicho. Pero dejé que me lo contara.
–¿Era el mismo sueño?
–Idéntico. Le dije a Stan que yo había soñado lo mismo. No pareció sorprenderse. Al contrario, se tranquilizó. Luego nos pusimos a pasear por la oficina, sin darnos cuenta. No fue planeado. Caminamos por nuestra cuenta, cada uno por su lado, y en todas partes vimos gentes con los ojos clavados en los escritorios o que se observaban las manos o que miraban la calle. Hablé con algunos. Stan hizo lo mismo.
–¿Y todos habían soñado?
–Todos. El mismo sueño, exactamente.
–¿Crees que será cierto?
–Sí, nunca he estado más seguro.
–¿Y para cuándo terminará? El mundo, quiero decir.
–Para nosotros, en algún momento durante la noche. A medida que la noche vaya avanzando alrededor del mundo, llegará el fin también para el resto. Tardará veinticuatro horas.
Durante un rato no tocaron el café. Luego levantaron lentamente las tazas y bebieron mirándose a los ojos.
–¿Merecemos esto? –preguntó la mujer.
–No se trata de merecerlo o no. Es así, simplemente. Tú misma no has tratado de negarlo. ¿Por qué?
–Creo tener una razón.
–¿La que tenían todos los demás en la oficina?
La mujer asintió.
–No quise decirte nada. Fue anoche. Y hoy las vecinas hablaban de eso entre ellas. Todas soñaron lo mismo. Pensé que era solo una coincidencia –la mujer levantó de la mesa el diario de la tarde–. Los periódicos no dicen nada.
–Todo el mundo lo sabe. No es necesario –el hombre se reclinó en su silla mirándola–. ¿Tienes miedo?
–No. Siempre he pensado que tendría mucho miedo, pero no.
–¿Dónde está ese instinto de autoconservación del que tanto se habla?
–No lo sé. Nadie se exalta demasiado cuando todo es lógico. Y esto es lógico. De acuerdo con nuestras vidas, no podía pasar otra cosa.
–No hemos sido tan malos, ¿no es cierto?
–No, pero tampoco demasiado buenos. Me parece que es eso. No hemos sido casi nada, excepto nosotros mismos, mientras que casi todos los demás han sido muchas cosas, muchas cosas abominables.
En el vestíbulo, las niñas se reían.
–Siempre creí que cuando esto ocurriera la gente comenzaría a gritar en las calles.
–Pues no. La gente no grita ante la realidad de las cosas.
–¿Sabes?, te perderé a ti y a las chicas. Nunca me ha gustado la ciudad ni mi trabajo ni nada, excepto ustedes tres. No me faltará nada más. Salvo, quizás, los cambios de tiempo, y un vaso de agua helada cuando hace calor, y el sueño. ¿Cómo podemos estar aquí, sentados, hablando de este modo?
–No se puede hacer otra cosa.
–Claro, de lo contrario estaríamos haciéndolo. Me imagino que hoy, por primera vez en la historia del mundo, todos saben qué van a hacer de noche.
–Me pregunto, sin embargo, qué harán los otros, esta tarde, y durante las próximas horas.
–Ir al teatro, escuchar la radio, mirar la televisión, jugar a las cartas, acostar a los niños, acostarse. Como siempre.
–En cierto modo, podemos estar orgullosos de eso… como siempre.
El hombre permaneció inmóvil durante un rato y al fin se sirvió otro café.
–¿Por qué crees que será esta noche?
–Porque sí.
–¿Por qué no en otra noche del siglo pasado, o de hace cinco siglos o diez?
–Quizá porque nunca fue 19 de octubre de 2069, y ahora sí. Quizá porque esa fecha significa más que ninguna otra. Quizá porque este año las cosas son como son, en todo el mundo, y por eso es el fin.
–Hay bombarderos que esta noche estarán cumpliendo su vuelo de ida y vuelta a través del océano y que nunca llegarán a tierra.
–Eso también lo explica, en parte.
–Bueno –dijo el hombre incorporándose–, ¿qué hacemos ahora? ¿Lavamos los platos?
Lavaron los platos, y los apilaron con un cuidado especial. A las ocho y media acostaron a las niñas y les dieron el beso de buenas noches y apagaron las luces del cuarto y entornaron la puerta.
–No sé… –dijo el marido al salir del dormitorio, mirando hacia atrás, con la pipa entre los labios.
–¿Qué? –¿Cerraremos la puerta del todo, o la dejaremos así, entornada, para que entre un poco de luz?
–¿Lo sabrán también las chicas?
–No, naturalmente que no.
El hombre y la mujer se sentaron y leyeron los periódicos y hablaron y escucharon un poco de música, y luego observaron juntos las brasas de la chimenea mientras el reloj daba las diez y media y las once y las once y media. Pensaron en las otras gentes del mundo, que también habían pasado la velada cada uno a su modo.
–Bueno –dijo el hombre al fin.
Besó a su mujer durante un rato.
–Nos hemos llevado bien, después de todo –dijo la mujer.
–¿Tienes ganas de llorar? –le preguntó el hombre.
–Creo que no.
Recorrieron la casa y apagaron las luces y entraron en el dormitorio. Se desvistieron en la fresca oscuridad de la noche y retiraron las colchas.
–Las sábanas son tan limpias y frescas…
–Estoy cansada.
–Todos estamos cansados.
Se metieron en la cama.
–Un momento –dijo la mujer.
El hombre oyó que su mujer se levantaba y entraba en la cocina. Un momento después estaba de vuelta.
–Me había olvidado de cerrar los grifos.
Había ahí algo tan cómico que el hombre tuvo que reírse.
La mujer también se rió. Sí, lo que había hecho era cómico de veras. Al fin dejaron de reírse, y se tendieron inmóviles en el fresco lecho nocturno, tomados de la mano y con las cabezas muy juntas.
–Buenas noches –dijo el hombre después de un rato.
–Buenas noches –dijo la mujer.

LENGUA DE LOBO


Descripción: Häsler-Rodolfo-XY1A9376 (1)
Rodolfo Häsler*

*
Una tarde,
siguiendo el rastro de un espectro,
entré en el museo, suelo ajedrezado y paredes carmín
juegan con las sombras por las esquinas,
me dijo, ¿dónde estuviste
todo este tiempo?
Iba de una sala a otra, de los simbolistas
a la flor de cera de Redon
sobre la que no pretendo dar explicaciones,
el tallo azul ultramar,
la flor crece visiblemente
hasta invadir la estancia.
Esta situación podría no existir,
ser parte del mundo que hace mucho
me atrapó.
En el centro acecha la ansiedad,
la visita al caparazón del erizo
junto a una estrella de mar,
una enredadera envuelve
el recuerdo que impide el sueño,
pétalos se abren en las marcas del pincel,
la sala donde espío a Redon                                                                                         
es la espina del erizo que se hunde en la carne,
una vida bárbara
perdida en la amargura del espejo,
y por consecuencia,
despertar, despertar.


*
La aparición de la sangre
indica el daño,
seguir con vida después del hundimiento,
por supuesto, para poderlo contar,
viene de lejos,
un lugar verde y lluvioso
donde el hierro es húmedo
y las flores no tienen olor,
vive tranquilo en un recodo,
y su intención es borrar fronteras,
no jurar, volver al regazo,
se alimenta de de la sopa boba,
de la nada ninguneada,
insiste en andar, seducido por el otro,
jugándose a los dados
el tacto olvidado,
esfuerzo que se aleja en un suspiro,
algunas palabras justas que crecen
en lengua española, paternal alemán,
excelente francés que usa cuando quiere,
en un instante desaparece en el aire
y una isla sigue a otras más lejanas,
Azores, Flores, Terceira, Santa María,
en la incierta nebulosa, sin alma, sin alma,
nunca volver, aunque esté allí,
nunca volver sin alterarse, azufre, estatua de sal
por si mira atrás,
ya se sabe,
aunque vuelva, deja su acento atrás,
su marca del nacimiento
de delicada habladuría.
*
Insiste en acercarse a la bestia,
hay que seducirla poco a poco,
no debes tocarla, quema,
abrasa la yema de los dedos,
no bastan lágrimas,
beberás su sangre, beberás la sangre
de los sueños congelados,
entra con un machete
en la pulpa de la ansiedad,
en el vientre, con ahínco,
cepíllale la crisma,
entre el pelo ralo y el ojo
sentirás la dimensión del espanto.

*
Se despierta con una manzana de oro
en la mano, los ojos entornados
dejan ver que se trata
de un hecho extraordinario,
en la fisura de lo real, a veces
te puede tocar,
pero hay que saberlo sentir,
día a día, con dedicación
la manzana es pesada
y deja un rastro de escozor
como si fuera de arena
o un narciso que late en el corazón,
un geranio en un libro de Baudelaire,
eso es, un deseo o una aspiración
que por su densidad pudiera hundirte,
desconoce el final,
sólo confía en que los días transcurran
junto a la fruta aparecida,
un corte en la voz
para enmudecer, o decir a medias
si de repente se tercia,
pero el objeto, de tan bello,
es envidiado,
y aunque invite a la caricia,
es imposible hincarle el colmillo,
corazón de semillas doradas,
hacia qué lado emprender el camino,
cómo consumir su carne
y recibir la sanación.


*

Abre una caja de bombones Läderach,
los mismos que de niño devoraba,
chocolatier suisse consuela de la pérdida,
ese instante que golpea la mente
permitiendo la disolución,
un tiempo para saborear
mientras el cacao se funde en la lengua,
pistacho, almendra, miel,
comentando los segundos
de bienestar, miel de bosque
domina la pérdida,
un estuche blanco, rasgar la cartulina rugosa
y descubrir el orden,
miel, después mantequilla de Emmenthal, avellana,
colores en crescendo, cereza del Ticino,
más encarnado no hay,
la identidad ligada a la elección,
mastica un trecho de vida,
uno, uno y después el siguiente,
dice la madre, por venir de donde viene,
la disolución en el placer
provoca la enajenación,
quizá iba para niño burgués,
ciudadano de un vacío que se evade
en cada mordisco, sin supervivencia,
pequeño niño helvético
perdido, perdido por el sabor
del arándano, chocolatier suisse
en cuyo envoltorio hay un verso de Rilke,
insólito no seguir deseando los deseos,
nuevo horizonte, sin definición,
leve cacao, miel, praliné
que atrapa el paladar
hasta la perdición.


*Rodolfo Häsler Santiago de Cuba (1958) Desde los diez años reside en Barcelona. Estudió Letras en la universidad de Lausanne, Suiza. Tiene publicados los siguientes libros: Poemas de arena (Editorial E.R., Barcelona, 1982),Tratado de licantropía (Editorial Endymión, Madrid, 1988), Elleife (Editorial El Bardo, Barcelona, 1993 y Editorial Polibea, Madrid, 2018, premio Aula de Poesía de Barcelona), De la belleza del puro pensamiento (Editorial El Bardo, Barcelona, 1997, beca de la Oscar Cintas Foundation de Nueva York),Poemas de la rue de Zurich (Miguel Gómez Ediciones, Málaga, 2000), Paisaje, tiempo azul (Editorial Aldus, Ciudad de México, 2001), Cabeza de ébano (Ediciones Igitur, Barcelona, 2007 y Ediciones El Quirófano, Guayaquil, 2014),Diario de la urraca (Huerga y Fierro Editores, Madrid, Editorial Mangos de Hacha, Ciudad de México, y Kálathos Ediciones, Caracas, 2013).y Lengua de lobo (Hiperión, Madrid, 2019, XII premio internacional de poesía Claudio Rodríguez). Ha publicado la plaquette Mariposa y caballo (El Toro de Barro, Cuenca, 2002) y Cierta luz, Ediciones Mata Mata, Ciudad de Guatemala, 2010), así como Antología poética (Editorial Pequeña Venecia, Caracas, 2005) y Antología de Tenerife, Ediciones Idea, Las Palmas, 2007).Ha traducido la poesía completa de Novalis, los minirelatos de Franz Kafka y una selección de Anthologie secrète de Frankétienne. Es autor de la antología poética El festín de la flama de la poeta boliviana Blanca Wiethüchter.


MINIFICCIÓN*
BOLÍVAR – PABLO MONTOYA CAMPUZANO


El General Bolívar se aleja de sus hombres. Camina con amargura en los ojos. Observa el paisaje de Pisba y piensa: Cómo revelarle a este vestigio de ejército el secreto de esta guerra. Cómo explicarle que a pesar de los muertos tendremos la independencia. Cómo contarle a estos hombres devastados de hambre y frío el peligro que hay después de la victoria. Cómo decirles que la esperanza nunca se consumará porque nosotros, enfermos de poder, siempre seremos los culpables de su agonía.

*Tomado de ·”Antología inédita” de Guillermo Bustamante Zamudio

METAPHYSICA


¡Ay del libro que pueda leerse
sin interrogarse constantemente sobre el autor!

E. M. Cioran
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CARTAS DE LOS LECTORES


AMIGOS CONFABULADOS: Excelente comentario del profesor Luis Alfonso Ramírez a propósito del ensayo del escritor Gabriel Arturo Castro. Gracias como siempre con-fabulados. René Pradilla

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QUERIDOS CONFABULADOS: Para quienes intentamos escribir relatos cortos, su espacio de Minificción ha sido fundamental. Gracias al escritor Guillermo Bustamante Zamudio. Olga Duque Vélez
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QUERIDOS CONFABULADOS: Mis felicitaciones al profesor Carlos Fajardo Fajardo por su excelente ensayo Camilo Estrada
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QUERIDOS CONFABULADOS: Me emocionó encontrar en su columna Metaphysica un fragmento de Altazor de mi gran compatriota el poeta Vicente Huidobro, una de las más altas voces de la poesía chilena de todos los tiempos. Carla Buenavista

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