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FUNDADORES: Gonzalo Márquez Cristo y Amparo Osorio. DIRECTORA:
Amparo Osorio. COMITÉ EDITORIAL: Iván Beltrán Castillo, Fabio Jurado Valencia,
Carlos Fajardo. CONFABULADORES: Fernando Maldonado, Gabriel Arturo
Castro, Guillermo Bustamante Zamudio, Fabio Martínez, Javier Osuna, Sergio Gama, Mauricio Díaz. EN
EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Armando Rodríguez Ballesteros,
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con el
asunto “Retiro”
GONZALO MÁRQUEZ CRISTO UNA VIDA, UNA OBRA
Gonzalo Márquez Cristo
HOMENAJE
Por
Amparo Osorio
INVERNAL
A Chali
Oscurecía
en los ojos de los árboles.
Yo
aspiré entre su aroma
los
llantos ocultos
de la
última tempestad.
Y
nada pude hacer contra ese invierno
que
me azotaba el rostro.
No
hay lucidez para el olvido.
Tampoco
hay esperanza.
(De: La caída
interior)
GONZALO MÁRQUEZ CRISTO UN
POETA ESENCIAL
Por
Antonio Correa Losada*
Toda
pasión contiene una potencia desconocida que nos vuelve seres disponibles, para
afrontar entre el delirio y la sensatez, las tareas bizarras que concibe la
imaginación. A su alrededor, el mundo queda intimidado, agitado por esa fuerza
desprejuiciada, vital, alegre. Así nos movíamos por calles y avenidas de los
barrios del centro de Bogotá: La Macarena, Chapinero y La Soledad; por
librerías, restaurantes y cantinas, abiertas al mediodía, entre el sol y el
frío de la Sabana y las noches incondicionales, atrabiliarias, llenas de
secretos y asombros. Con Gonzalo Márquez Cristo (1963), nos encontramos en el
tránsito de esa década dura e insípida de los años 90, donde el espejismo y el
fetiche del consumo y el capital imperial, eran la marca de triunfo de la
época. Ese amigo, inigualable, niño grande, alto y un tanto escuálido, de
melena rojiza o negra alborotada, quien como pacto de complicidad, desplegaba
una sonrisa pícara en su rostro, enmarcado por una barba rala. Fueron los años,
cuando dio inicio a su proyecto editorial como partícipe de la fundación de la
revista cultural Común Presencia, que mantuvo durante varios años como la
ventana indómita de donde salían y se reflejaban --desde diversas latitudes--
destellos desconocidos de la poesía. Búsquedas y encuentros, con una propia y
exigente visión, a la que llamó, la “aventura esencialista”. Gonzalo, en un
estado festivo y permanente de ansiedad, lo arrollaba todo a su paso. Su
palabra aguda e inesperada, era un instrumento poderoso de reflexión y réplica.
Las noches se convirtieron en ámbitos sin tregua, donde como editor participé
en la armada y diseño de la revista. Nos reuníamos en su apartamento, provistos
de paquetes de cigarrillos, uno o dos frascos de Néctar, y en un proceso
alquímico y embriagador de lecturas en voz alta, propuestas, altercados y
decisiones, preparábamos hasta el amanecer los números de la revista, junto a
la poeta Amparo Inés Osorio, quien transcribía lo que por fin los tres habíamos
seleccionado: Francis Ponge, Shopia de Melo, Olga Orozco, Mark Strand, Claude
Michel Cluny, o poetas de México, Brasil, Colombia. En esas jornadas insomnes,
también participaron los poetas Jorge Torres Medina, Mauricio Contreras
Hernández, y ese entrañable editor que se llamó Julio Jaramillo. Apocalipsis de
la rosa, su inicial libro de poemas lo publica en 1988 y fue saludado por el
poeta Roberto Juarroz, con estas palabras: “Me parece un valioso ejemplo de lo
que debe ser la poesía”. A su vez, Roger Munier, dijo: “Su poesía fuerza la
intimidad de los dioses”. En “Raíz de vuelo”, poema de ese libro, dice: Un
intercambio de heridas / puede revelar el enigma: / mi pacto con la sorpresa /
aún no ha sido perturbado. / Giro en torno de la noche / oyendo llorar a
quienes / han abierto la gran puerta, / y si el cadáver / persiste en su
pregunta / sólo el vacío puede detenerme: / inventor del alma feliz… // Mi
sueño es único o antiguo / --la historia del fuego / es cantada por el agua- -
/ y como nadie puede despertar / en tu presencia, no soy / rehén de los
espejos. En Apocalipsis, establece las claves y la búsqueda de un lenguaje
escueto que precisa los límites en que nos movemos, y en un afán metafísico
impregnado de mística --en cuanto entrega y desciframiento-- señala la esencia
que nos constituye. Seguirían La palabra liberada (2001), Oscuro nacimiento
(2005). En 1992, publicó Ritual de títeres, ese “recurso del olvido”, como
llamó a la novela. En el 2015, un grupo de pintores celebró en su homenaje una
exposición excepcional, con obras centradas en la lectura personal de la
novela. En 1998, dio a conocer El tempestario, un breve volumen de relatos
cargado de magia y poesía, uno de sus libros más íntimos y personales. Como editor,
recopiló, en una bella edición La casa leída (1996). En el 2007, con La
pregunta del origen, obtuvo el Premio Internacional de Ensayo Maurice Blanchot.
Como periodista, Gonzalo Márquez, logró que la entrevista adquiriera una
estructura audaz e inteligente, al permitir más allá de las palabras, descubrir
la raíz creadora del pensamiento del entrevistado. Con Amparo Inés Osorio,
encontró en sus países de origen o en citas y encuentros inesperados las
respuestas de E.M. Cioran, Octavio Paz, Roberto Juarroz, Jean Baudrillard,
Salvador Elizondo, Juan García Ponce, Antonio Ramos Rosa, Eugenio Montejo, Juan
Goytisolo, Olga Orozco, Lawrence Durrel, Roger Munier, Carlos Fuentes, Casimiro
de Brito, Mario Vargas Llosa, Bernard Noël, Fernando del Paso. Alfredo Silva
Estrada, Álvaro Mutis, Franco Volpi, Hans Magnus Enzensberger, Ernesto Sábato,
Antonio Gamoneda y José Saramago. En Grandes entrevistas de Común Presencia
(2010), Gonzalo Márquez nos deja un legado periodístico, sin igual y
espléndido; junto con la edición conmemorativa del periódico virtual,
ConFabulación100, en el 2009. Márquez, fue un ser cosmopolita, no solo por la
visión totalizadora de lo que significa la cultura en el mundo contemporánea,
sino por el encuentro que estableció con creadores de diversa procedencia, para
mostrar la esencia humanista de la palabra como expresión poética. Estuvo en
Ecuador, en encuentros memorables, leyendo su poesía en Quito y Cuenca,
invitado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana, el Gobierno de Pichincha y el
Ministerio de Cultura, donde compartió con los jóvenes y dejó vínculos, que
solo una poesía signada por la sensibilidad y el presagio, puede dejar. Con una
dedicación inusual como editor independiente, fundó la Colección internacional
de literatura Los Conjurados, con más de 120 títulos, en ediciones cuidadosas y
acompañadas con obras luminosas y surrealistas, de artistas como el maestro
Ángel Loochkartt, Jim Amaral, Armando Villegas, Pedro Alcántara, Jacobo Borges,
Fernando Maldonado, Sergio Trujillo Béjar, a quienes promovió con ensayos
introductorios, en un lenguaje vigoroso y directo y con una concepción del
arte, lucida e innovadora. Gonzalo Márquez Cristo, después de sufrir una
enfermedad arrasadora, murió en Bogotá el 24 de mayo de 2016. Y la vida, nos
sacudió y sacude con su fragilidad. Este lector voraz, poeta, periodista y
prolijo editor, dejó su huella --como la ruta de un cuestionamiento incesante--
para encontrar una esperanza que jamás podrá humillarnos.
*Escritor y editor colombiano residenciado en Ecuador.
METAPHYSICA
Sé que el camino
terminará por encontrarme.
Como todo lo que se
hace visible para morir.
Gonzalo Márquez
Cristo
(De: Oscuro
nacimiento)
***