José Chalarca
Aquí
una nota de Juan Carlos Arboleda sobre el ensayo de Chalarca publicado la
semana pasada en Con-Fabulación.
Nada más ofensivo para esta sociedad puritana
e hipócrita que la expresión del narcisismo frentero. Por eso yo me gozo mucho
mis expresiones de jactancia y auto elogio descarado. Pero desviándonos del
mito e indagando en lo filosófico, lo ontológico, el ensayo de Chalarca sobre
narciso me remitió al ensayo de Hegel
"La Fenomenología Del Espíritu". En dicho escrito, Hegel establece la
"historia del espíritu" de la siguiente manera: consciencia,
auto-consciencia, razón, espíritu, religión y absoluto. El hito axial de este
ensayo (inmenso) es la auto-consciencia
que sería
algo así como el
narcisismo del espíritu. la consciencia es el
saber que el espíritu tiene de los objetos; la auto-consciencia es el
saber que tiene el espíritu de sí-mismo. es cuando se reconoce en-sí-mismo y
para-sí-mismo (esencia e individualidad). dicho re-conocimiento (concepto
propio del del conocimiento
como un recordar según platón),
que es plenitud, que es felicidad, que es finalidad suprema, libera al
espíritu de las enajenaciones del trabajo que se dan en la dialéctica del amo y
el esclavo mediante las siguientes figuras: el estoicismo (la esencia de los
universales), el escepticismo (la constatación de la nulidad de lo visible) y
la consciencia desventurada (ese saber de lo esencial condenado a lo
inesencial). ¿A qué viene toda esta "carreta" filosófica, ontológica
y epistemológica? A que apunta a los desvaríos del narcisismo (así sea
ontológico y espiritual) y que Hegel
no vio o no quizo ver, bien sea ceguera intencional o no. Hegel nos dice que de la
auto-consciencia se pasa, superándose, a la razón, sin ver ni mucho menos tratar, los
peligros de la SIN-razón
que rodean a la auto-consciencia y que, nos refieren al mito de narciso que
concluye con su muerte. los peligros de la sin-razón de la auto-consciencia
son, ni más ni menos, la locura, desdoblada ésta en hybris (un ricardo iii) o
nihilismo (un hamlet de shakespeare). si bien, el saber de sí, la certeza de sí
es la
razón de ser de todo mito, toda filosofía y toda poesía (Novalis), dicha
empresa contiene peligros pavorosos que implicarían una destrucción ontológica.
la certeza de mí mismo
como espíritu infinito me pueden hacer caer en esa hybris temeraria de creerme
un dios, con todos los "daños colaterales" que ésto implica:
megalomanía, fanfarronería, jactancia petulante, temeridad absoluta y abuso y
mal trato hacia los demás, incurriendo en conductas criminales. con base en
esta hermenéutica, diríamos que el cristo jesus fue una de las pocas (si no
única) ejecuciones a muerte por fanfarronería. De hecho, yo interpreto la
"cruz cristiana" como la hybris de la salvación y la compasión. el otro abismo (de la
auto-consciencia, el narcisismo) aún más pavoroso que la hybris es el
nihilismo, hijo mayor de lo que hegel denominó consciencia desventurada:
constatar mi esencialidad para luego tener que padecer el "dasein",
el "ser-ahí", el "ser-arrojado-ahí", esto es, la
inesencialidad y la nulidad, nos conyeva a esa enfermedad espiritual llamada
nihilismo y, por consiguiente, al suicidio. Lo anterior a efectos de analizar
los enormes alcances del mito
de narciso que van más
allá de la esfera sexual (Freud), moral, o simplemente mítica. Posdata: escribiendo ésto
sentí como mi energía narcisista se potencializaba en escalas temerarias y
pavorosas. Conde-Arboleda, "El-Ocioso-Aristocrático"
¡Pocos ... Muy pocos como yo!