Caracas, 1974. Autora de la
novela Los días animales (en imprenta
OT Editores, 2016), el poemario Viaje
Legado (en imprenta Bid&Co, 2016), el libro de cuentos Ana no duerme (Monte Ávila Editores
Latinoamericana, 2008; por reeditar con Editorial Sudaquia, 2016), el texto
crítico en edición bilingue Antolín
Sánchez, discurso en movimiento: del pixel, al cuadro, a la secuencia (a
ser publicado por Editorial Cubo7, 2016). Antóloga de la compilación bilingüe Entre el aliento y el precipicio. Poéticas
sobre la belleza (en proceso de edición, Editorial Ígneo 2016). Fundadora
del movimiento “Jamming Poético” (2011 al presente, Caracas), y co-editora de
las plaquettes Mermeladas para llevar I,
II y III, y de la Antología 102
Poetas en Jamming (OT Editores, 2014). Incluida en las antologías Lascivia: Once autores en torno al erotismo (Editorial
Kalathos, 2016); Tránsitos: antología poética venezolana (Editorial Ígneo, 2016); Basta! 100 mujeres contra la violencia de
género (Fundavag, 2015), 102 Poetas
en Jamming (OT Editores, 2014), Miradas
y palabras sobre Caracas, para bien o para mal (Una Sampablera, 2013), Cuentos contados (NYU, 2013), De qué va el cuento: Antología del relato
venezolano 2000-2012 (Alfaguara, 2013), y en las compilaciones de la
“Semana de la Nueva Narrativa Urbana”, así como del “Concurso Nacional de
Cuentos SACVEN”, y del “Premio de Cuento Policlínica Metropolitana” (2011). Es
Antropóloga (UCV), Magister en Ciencia Política (USB), MFA en Escritura
Creativa (NYU), y MA en Estudios Hispánicos (Columbia University). Lleva el
blog keilavall.com.
QUEBRADA
PERO VIVA
Maestra
vida, camara’a.
Te
da, te quita
te
quita y te da.
Rubén Blades
1
Hay
misterios geográficos
no
me refiero a volcanes
o
placas tectónicas
ni
a témpanos desplomándose,
aquel
estruendo celeste.
Alguna
explicación debe haber
para
la guayaba y la sonrisa tropical
para
la violencia monstruo.
Todo
comienza con un cerrojo asegurado
no
es preciso un pasaje
o
literatura odisea
para
olvidar el besito
de
coco.
2
Llegaba
a pie al conservatorio
avenida
principal de Bello Monte
Los
Chaguaramos y Santa Mónica
con
el cello a cuestas.
Y
de vuelta.
Con
el cello a cuestas.
Me
raspaba el hombro pero me gustaba más
prefería
ser dueña del instrumento y del camino.
Imaginarme
siéndolo.
Al
esperar los carritos por puesto
las
pequeñas camionetas sin estación fija ni horario
de
las que bajas pidiendo en voz muy alta:
me
deja donde pueda, señor,
donde
pueda,
me
preocupaban dos cosas
que
un pasajero descuidado
se
apoyara en las cuerdas
y
las desafinara.
Que
se golpeara la clavija.
Caminaba
la ciudad con mi casa a cuestas.
3
Caracas
es el Aula Magna los domingos a las once
su
acústica impecable y sus asientos de madera
el
techo de Calder.
El
pasillo de la Universidad Central
aulas
y librerías entre jardines
un
ejercicio de matemáticas medio borrado
silencio
seco, tiza percusión.
A
esa hora dos hombres secuestran a una mujer
para
robarle un auto. Amenazan dejarla
fría,
pose indecorosa
en
dirección Caracas-Guarenas.
No
voltees, no me mires o te quiebro.
Pueriles
y
calzados
preguntan
¿me
viste?
¿tú
me viste?
Respondo
no.
Los
hombres se preocupan
por
el vector del ojo secuestrado
como
si olerlos no bastara.
¡Es
mi hora animal, los veo con la piel!, quiero gritar,
reírme
de mi misma
del
ancla que encuentro en la esquina de la alfombra.
Cuando
yo no esté
¿quién
limpiará esta mancha?
En
mi auto los hombres dicen quebrar para decir asesinar.
Ignoran
que estoy quebrada ya
rompen
el tiempo
inciden
calzados con cilindro hueco
frío
como la cloaca en la autopista
donde
dicen llevarme a morir.
Si
miras te quiebro.
Quién
limpiará esta mancha me pregunto,
sintiendo
temblar el hierro,
dudar
la mano de la que cuelgo,
más
calmada de lo que pensaba estaría
cuando
me pasara algo así.
Es
cuestión de burocracia
o
de paciencia
en
mi país a todos nos toca,
la
pregunta es cuándo.
Sin
vigilancia en la Universidad
de
pasillos solitarios
me
dejan viva un domingo a las dos.
Frente
al teatro imagino cediendo la puerta pesada
reclinarme
en la butaca
bajo
el Calder flotante.
No
sé si duermo.
Afuera
el sol, el pizarrón con ejercicio de matemáticas inconcluso,
el
cigarrillo que pido porque
el
día en que sobrevives a la miseria
que
ahora
de
cierta manera
te
integra,
es
un buen día para fumar.
Poética
violenta
forma
de afecto entre dos cuerpos
en
guerra librada
sin
ver.
Quebrada
pero viva.