En un país donde el ser humano y la palabra
están siempre amenazados, es esperanzador que nazca un poeta y se publique un
nuevo libro de poesía. Licor de lodo
de Daniel Padilla Serrato viene a reafirmar —con su lenguaje y su universo— que
le rendimos un tributo a la imaginación, que rechazamos la muerte y que no
somos olvido.
De las muchas herramientas de la poesía, la
que mejor maneja este libro es el contraste de universos. Va de lo sagrado a lo
profano, del génesis a lo apocalíptico, del espacio fantástico a lo cotidiano,
de lo mágico a lo real, de lo teatral a lo narrado, de personajes míticos a
personajes ordinarios, del tinte onírico al matiz mundano, de lo etéreo a la
materia, y de la ruina a la confirmación de la poesía.
El lenguaje de Licor de lodo también girará alrededor de la dualidad del verso
libre al poema en prosa. La fértil oscuridad de su estilo y su imaginario son
las marcas más visibles de estos poemas y su mejor fortuna.
Como una pequeña sinfonía sobre el nacimiento
y la muerte, este libro ofrece en sus tres estaciones Licor de lodo, Pobre y
pequeña luz y Anfibios tres
dimensiones estéticas y metafísicas, donde el lector alternará entre el asombro
y la pregunta por la condición humana. Fredy Yezzed (Buenos Aires, verano de 2014).
NERVAL
Por Daniel Padilla
Todos
los días la sombra del ahorcado me saluda.
Las
líneas de mi cuello se anudan en la soga
que
espejea vibrante bajo la viga más alta.
Escribo
mi caída o mi equilibrio en ese temblor que cuelga del techo
y que nace de mis manos oscurecidas
por el sol.
Me
sostengo de la soga para conservar la cabeza,
me
lanzo a este blanco vacío para que mis pies nunca toquen el suelo.