La
antología Ensayistas bogotanos contiene notables textos de los
importantes escritores nacidos en la capital colombiana: Juan Gustavo Cobo Borda, Mauricio Botero Montoya, Santiago Mutis Durán,
Gabriel Arturo Castro, Federico Díaz-Granados, Oscar Torres Duque,
Mauricio Contreras Hernández, Santiago Espinosa, Omar Martínez
Ortiz y Gonzalo Márquez Cristo.
La presentación estará a cargo del prologuista y compilador del libro: José Chalarca.
La imagen de portada
es de la autoría del artista Fernando
Maldonado.
A continuación el agudo prólogo del libro Ensayistas bogotanos.
La vocación del ensayo
Por José Chalarca
El ensayo es la poetización del saber
Eugenio
D’Ors
Para
algunos tratadistas el nacimiento del ensayo puede situarse en la literatura
clásica latina y la primera muestra es Cartas a Lucilio del gran Lucio
Aneo Séneca. Para el caso de las literaturas en lengua romance el ensayo tuvo
su primera presentación en público con la publicación de los primeros libros de
ensayos del escritor Michel de Montaigne en 1580.
En lo referente a la literatura española, algunos
autores ubican la aparición del género con la obra de un clásico del Siglo de
Oro: Baltazar Gracián (1601-1658) pero, en rigor solo puede hablarse de ensayo
como género desde las postrimerías del siglo XIX con exponentes de la talla de
don Marcelino Menéndez Pelayo, Juan Valera, Eugenio D’Ors.
En la historia de la literatura colombiana hay que
mencionar entre los primeros cultores del género a Rufino José Cuervo, Miguel
Antonio Caro, Baldomero Sanín Cano, Rafael Gutiérrez Girardot y el gran
Hernando Téllez los más próximos a nuestro ahora. A ellos hay que sumar otros
escritores que escribieron ensayo al margen de sus actividades como poetas,
novelistas o narradores.
Y es que el ensayo es un género difícil porque exige
de quienes lo cultivan conocimiento profundo sobre la temática que deseen
tratar, capacidad crítica, estilo y manejo del idioma, necesarios para
transmitir la idea, el pensamiento, la emoción y, ganar para el autor la
voluntad de quien lo lee.
El ensayo es un género noble que sirve con igual
eficacia y eficiencia a la filosofía, la historia, la ciencia y el arte y que,
no obstante la apariencia ancilar de su función, es el vehículo más apropiado
para decir con economía de palabras y espacio, lo más importante y trascendente
que se pueda decir de alguien o de algo.
El ensayo, si está bien logrado, tiene la virtud de
ganar para el autor la voluntad de sus lectores porque llega a sus
inteligencias con los argumentos y las pruebas capaces de cambiar una posición,
de aclarar situaciones, de orientar la óptica para percibir en su condición
real el personaje, el hecho o la obra que el autor quiere mostrar.
Este libro recoge una muestra depurada de lo que el
ensayo, escrito por autores nacidos en la capital, es hoy en nuestra
literatura. Los creadores seleccionados incursionan con sus personales estilos
en la obra de artistas y sucesos coyunturales de la contemporaneidad.
Juan Gustavo Cobo Borda, quien hace gala de su
experiencia literaria, nos pasea por la vida y la pintura de Alejandro Obregón;
Mauricio Botero Montoya con un estilo cálido y emotivo, por el sentimentalismo
cordial que alimentan los tangos y los boleros; Santiago Mutis Durán critica el
concepto de arte «interdisciplinario»; Gabriel Arturo Castro nos devela los
entresijos de un cuento del inefable Jorge Luis Borges; Federico Díaz-Granados
nos facilita el degustar la poesía citadina y barrial de Mario Rivero; Oscar
Torres Duque, quiere mostrarnos las aproximaciones que pueden darse en la
creación novelística de Jorge Isaacs y Manuel Puig; Mauricio Contreras
Hernández nos lleva en emocionado discurso a desentrañar la esencialidad del
quehacer poético y su para qué; Santiago Espinosa con un estilo transparente
nos muestra con acierto la personalidad controversial y la poesía dura y dolida
de María Mercedes Carranza; Omar Martínez Ortiz con estilo inteligente y
certero apunta a revelar los recónditos secretos que entraña el ejercicio
poético, y Gonzalo Márquez Cristo nos muestra con agudeza desde su óptica
apocalíptica los agujeros negros, más negros por la soledad que por la ausencia
de luz a los que nos conduce, en marchas forzadas, la cultura cibernética y su
ilusoria perversidad, que acabará por anular y destruir nuestra inteligencia
natural.
A pesar de que casi todos los textos de esta
antología fueron escritos en la forma tradicional que se emplea para el género,
es importante denunciar un formato académico emergente, confeccionado en algún
momento por la APA (American Psicological Asociation) para presentar los
trabajos de investigación científica y que en forma inconsecuente se quieren
aplicar a un género de naturaleza tan especial como lo es el ensayo. Ese
sistema para registrar las citas, importado de otro contexto, que se ha
generalizado para referenciar los textos y sus autores atravesados aquí y allá
a lo largo del escrito, lo único que hace es fastidiar al lector, desenfocar su
atención y tornar pesada e ininteligible una composición cuya gran virtud debe
ser la gracilidad en el estilo, la transparencia y la intelección directa sin
zancadillas a la inteligencia ni reductores de velocidad al pensamiento.
El ensayo tiene ahora pocos autores porque es un
género que demanda lectores exigentes, cultos y hambrientos de más saber que
busquen temas que los hagan pensar y poner en cuestión su ser, su entorno
social, sus necesidades y falencias y esos lectores no abundan en nuestros
tiempos y los pocos que se dan se pierden entre las legiones que solo buscan
los géneros ligeros que no penetren ni conmuevan un milímetro más adentro de la
epidermis.