La
Editora General de Con-Fabulación agradece el centenar de mensajes recibidos
con motivo de la "Crónica de un viaje al país de la muerte", y señala
que por inconvenientes de espacio ha seleccionado las primeras cartas llegadas
a nuestro buzón, donde son notables las agudas reflexiones propiciadas por el
texto publicado la semana pasada y la solidaridad con su autor Gonzalo Márquez
Cristo.
A todos
sus amigos personales y a los numerosos seguidores de nuestro semanario virtual,
quiero darles un parte de tranquilidad en la favorable evolución de todos los
procedimientos a que ha sido sometido nuestro director, razón que nos lleva
a manifestar con Antonio Gamoneda: que en
adelante el cangrejo no caminará de medio lado, sino que lo hará siempre hacia
atrás. A.O.
“Vendedor de baratijas acechado por su sombra” de Fernando
Maldonado
Maravilloso texto. Semanas
atrás te había expresado mi idea en torno a lo que podría venir en
tu sensibilidad con la enfermedad. De algún modo extraño y paradójico, la
lucidez que sobreviene en semejante limbo de dolor. Es un viaje al país de la
muerte, tal y como titulaste esta crónica. Sólo lo esencial permanece
cuando se sabe y se siente el toque discreto de la parca que nos silba al
oído. ¿Recuerdas "El show debe
seguir", traducción del verdadero título de la película, All that Jazz? Es una de las más bellas
aproximaciones a Thánatos que yo conozco. El mejor papel de Roy
Scheider y la mejor puesta en escena de la pregunta por el sentido de la
vida y el arte cuando la muerte acecha. Al final uno siente que la
decisión tomada por el protagonista es válida porque su recapitulación ha
concluido y ahora ve todo con total nitidez y no hay razón para temer a la
bella parca blanca encarnada por una irresistible Jesica Lange, (vestida
de novia). Te adjunto mi vendedor de baratijas a quien lo acecha su propia
sombra. Bienvenido de nuevo al mundo de los sonámbulos. Me alegra que estés
bien. Fernando Maldonado
* * *
Tu Crónica es sencillamente una delicia, tanto humana como
literariamente. Creo que la escribiste en estado de gracia. Pocas veces he
leído un texto que, como el tuyo, enfoque una pesadilla fisiológica, y el
doloroso trance psíquico que la acompaña, con tanto y tan fino sentido del
humor. con tanta lúdica lucidez. A eso me refería yo cuando hace meses te
escribí diciéndote que, para las éticas eudomonológicas con las que siento
afinidad (Demócrito, los cirenaicos, Epicuro, Lucrecio, Montaigne, Spinoza,a su
manera Nietzsche y Camus), se trata, se ha tratado siempre de poner al
sufrimiento inevitable al servicio de la alegría (porque esta tiene prioridad
ontológica con respecto a él). Gracias por esta lección tuya de alta
espiritualidad y de excelente literatura. Armando Rojas
Guardia
* * *
Gonzalo querido, antes de decir cualquier otra cosa –y tengo muchas por decirte–, es necesario que haga una declaración desproporcionada, sin duda, pero no por ello menos cierta: el cáncer necesitaba un poeta de tu talla. Así, sin más. El cáncer necesitaba un poeta que, con la sensibilidad afilada, con una relación única con la lengua, le pusiera cotos, hiciera el recuento de la enfermedad y, sobre todo, consignara su derrota a golpes de palabra. Siempre he admirado tu trabajo, lo sabes; pero ahora, si cabe, me siento más cercano a ella, más orgulloso de haberte conocido y de tenerte entre mis amigos. Te mando un abrazo enorme, hermano. Gigantesco, del tamaño de todas las enfermedades vencidas y todas las pesadumbres superadas. Adalber Salas Hernández
* * *
Te cuento
que tu crónica no me dejó levantarme hasta que no la terminara de leer.
Absolutamente hermoso el tejido de la crónica, a pesar de lo difícil que fue, me
imagino, recordar todo paso a paso para plasmarlo sobre el papel. Estoy segura
que al hacerlo, viviste un proceso de catarsis lo que permitió cerrar aún más
rápido cualquier herida que pudo haber quedado abierta. Un abrazo fuerte por
parte mía y de mi Atenea. Georgia
Kaltsidou
* * *
Excelente Lírica 150.
Querido Gonzalo: ¡Tu relato-sueño-crónica "Lírica 150" es un texto
conmovedor, dramático, muy hermoso! Gracias por ese arterial testimonio del
sufrimiento escrito con "magnífica ironía". Y gracias por haberlo
culminado con un credo picassiano a la alegría de vivir. ¡Salud!, en la más
exacta acepción de la palabra. Un gran abrazo, José Luis Díaz-Granados
* * *
Bueno,
cuando uno recupera esa arma
invencible del "Humor Negro" (como aparece en tu lúcido y sarcástico
escrito) es porque ya está curado. Las células cancerígenas se deben
estar
"muriendo de la risa". Por qué, acaso, ¿no es la melancolía la gran
reveladora, la muerte la gran purificadora y la risa la gran liberadora?
Y hay
que decirle a ese medicucho que te abandonó en el momento crítico que
hace mucho tiempo que nosotros no escribimos
sino para nosotros mismos; y que deje la medicina para
ponerse a estudiar Administración
de Empresas.
De milagro no te envió para Chernovyl (ya que ahí hay radioctividad
en abundancia y Gratis) a efectos de ellos ahorrarse el precio del
plutonio. Sólo
espero que se cumpla la sentencia de Nietzsche (lo que no nos mata nos
fortalece). Definitivamente no es el Cielo; es el Infierno el que es
para muy
pocos. El Cielo es democrático y para
mediocres; el Infierno ostenta una jerarquía Aristocrática. El caso Mío es más patético. Sufro de muy buena salud física
pero el que Agoniza es el Espíritu. Juan
Carlos Arboleda
* * *
Mil gracias por tu
combate espiritual, resistencia y sangre guerrera. Tu amor y alegría seguirán
triunfando. Gabriel Arturo Castro
* * *
Conmovida
profundamente por esta crónica lírica, además inconclusa: el destino de tu
cuerpo y de tus sueños está por contarse. Habrá más árboles para que sigas
conversando con tu sombra, esa loca que resuelve los enigmas en lúcida
reflexión, profundo pensamiento y sabia poesía. Lina María Pérez
* * *
Leí tu
Lírica 150 y me conmovió muchísimo. Que la luz de las violetas de tu jardín, te
sigan acompañando. Nana Rodríguez Romero
* * *
Leí tu crónica y me
enteré de tus recientes batallas, esta vez no contra la barbarie y la
indolencia, sino contra una rival quizás más digna. No puedo sino estar seguro
de que saldrás airoso de esta justa (no muy justa... por qué no le da a quien
bien se lo merece? ...que en este país sí que los hay!) y que una vez más la
poesía se impondrá sobre la que torpemente la desafía en esta ocasión. Miguel Moyano
* * *
Leí tu magnifica
crónica y aprecio que mantengas alto el espíritu. Felipe Agudelo
* * *
Mi querido Gonzalo,
me ha dado una inmensa alegría saber de tu recuperación... Eres un bravo
valiente, te celebro con todo mi corazón. Recibe mi abrazo y mi admiración
siempre! Betsimar Sepúlveda
* * *
La
actitud suya salva vidas. Esas ganas de vivir y sobre todo la risa, como decía
el filósofo, remedio infalible. Abrazos. John Jairo
Zuluaga
* * *
Hermosa, terrífica, alucinante tu crónica publicada en Con-fabulación.
No tenía conocimiento de que el destino o el azar te hubieran sometido a una
prueba de valor tan inquietante. Con el mayor afecto y con el deseo de
estimular aún más tu vitalidad, te confieso que pasé una prueba, un tanto
similar, a la que juzgo decisiva porque me permitió alcanzar un grado de
conciencia sobre la muerte, que hoy puedo agradecer, porque los sueños,
como en el poema de Mutis, continúan intactos. Yezid Morales
* * *
Bella
alquimia poética con la que trasformas un cangrejo de plomo en una mariposa de
oro. Invoco la mano bendita del cirujano y el espíritu sanador
de las pócimas. Para que vuelvas pronto a
saborear el mango con sal. Un abrazo redondo con buena energía. Dioscorides Pérez
* * *
Qué
hermoso texto del Gonza! Un sabio. Alfredo
Fressia
* * *
Felicitaciones por sacar luz de la sombra. Iván Beltrán Castillo
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Aquí tienes mi abrazo
de profunda amistad y mis votos para el futuro excelente que tu mereces. Pasé
por esa dolencia y estoy curado, y sé que tú lo estarás. Casimiro de Brito
* * *
No me he perdido ni una
silaba de tu tremendo relato, aquí no hay quincallería, un sofocante placer al
leerlo tan bello, tan profundo y con una carga de sabiduría ( ¿irónica?) que
hace de este texto una de las expresiones más altas de la literatura colombiana
de todos los tiempos. Te lo dice alguien que algo sabe del cangrejo y algo de
literatura también o se anhela que sea así. Tal vez yo no tenga ningún mérito
para meterme a calificar textos pero mi -animula vagula tremula-, sí. Como
diosa hindú van todos mis abrazos. Gastone
Bettelli
* * *
Magistral crónica, la
acabamos de leer con María Teresa y estamos muy emocionados y conmovidos
"Que Viva la Vida". Eduardo
Esparza
* * *
La crónica bellísima,
conmovedora, y el final sencillo y hermoso. Sandra Soler
* * *
Leo y me complace la
crónica. Ahora sé que regresar a las instancias del dolor es conseguir otra
forma de serenidad. Socarrás
* * *
Querido poeta,
hermano, compañero gladiador, renovado éste y todos los saludos de la memoria
renacida. Estoy contento por ti, por tu retorno irónico y tu capacidad para exorcizar
la partida o acuñar bien la quedada. Desgarro más humor, más experiencia, igual
poesía. Julio César Goyes
* * *
Soy muy feliz de que futuro aparece para ti como un nuevo sol
en el horizonte.
Me siento orgullosa por conocerte. Maria
Bronnikova
* * *
Muy hermosa, mi conjurado. Me hiciste reír y llorar. Creo que el
asunto de tus huellas digitales está resuelto: las tuyas son las huellas de la
palabra. Martha Cecilia Rivera
* * *
Acabo
de leer tu crónica!. Emoción y lágrimas en los ojos. Fuimos muchos los que te
acompañamos en ese viaje. Celebro que respiras y vives y fecundas palabras,
igual o mejor que antes. Que los días y las noches te sigan abrazando con su
magia. Margarita Losada
* * *
Hermano ahí está la
dinamita de la palabra, sensación en la frase del cuerpo y acción para hablar
de todos los curanderos y consejeros que tienen la solución en la carne de
prójimo que padece la dificultad. Ahora se ha librado una batalla y vamos a
derrotar esa avaricia celular que quiere imponerse sobre nuestra existencia.
Paciencia mucha paciencia, solo tú sabes de que se trata, lo demás es
palabrería con muy buenas intenciones y en ti una sola alternativa; escribir y
escribir hasta el último suspiro, pero sé que irás por el camino y bastante
lejos. Jorge Torres Medina
* * *
Extraordinario testimonio del poeta Gonzalo Márquez Cristo,
lleno de inauditas y relampagueantes chispas de humor, dolorida lucidez y
aguzada inteligencia. Mis mejores deseos por su pronta y total recuperación. Jorge Bustamante García (Morelia,
México)
* * *
Propongo
ese irónico y sabio texto para el Nobel del Humor. Reí y lloré desde la primera
palabra hasta la última. El periodismo colombiano existe. A nadie se la había
ocurrido enfrentar el cáncer con la risa. Muchas gracias maestro Gonzalo. Luis Alberto Sierra.
* * *
Pienso
que ese texto va a salvar muchas vidas, es una especie de “cronicoterapia”, que
servirá a todas las personas enfrentadas a un padecimiento físico de esa
magnitud, ayudará a enfrentarlo, a luchar con alegría, con humor. Mi hermana
fue diagnosticada hace cuatro meses y sólo acepta medicina alternativa,
homeopatía. Está aterrorizada, no le quiere contar ni a nuestros familiares.
Espero convencerla de que inicie su tratamiento leyéndole ese profundo y jocoso
artículo. Salvar vidas, también debe ser la labor de un artista. Juan Antonio Duque
* * *
Admirado Gonzalo, gracias por tu crónica personal sobre el
viaje a ese país que nunca queremos visitar, pero al que tu desafías con la
evocación de la estela vital que has ido dejando en compañía de esas grandes
ilusiones: la literatura, los mitos, el arte. En tu crónica no hay asomo de
sombra: la mayor prueba de eso son las lunitas de tus uñas "que comienzan
a salir de su eclipse" y de las que sospechas "que en un par de meses
volverán a resplandecer". ¡Un inmenso abrazo! Octavio Mendoza
* * *
Qué maravilla de texto Gonzalo. Absolutamente bello, poeta
biónico. Javier Osuna
* * *
Muy bello texto. Gracias. Y salud… Eduardo Escobar
* * *
Leí tu crónica valiente y nuevamente confirmas con Scherezada
que la narración literaria puede prolongar nuestras vidas. Oscar Talero
Acosta
* * *
Solo un gran poeta puede convertir un gran dolor en una
fiesta de palabras. Salud. Gustavo
Quesada.
* * *
He vuelto
a leer Lírica 150 y quiero agradecer y reconocer tu gran decálogo de valentía,
poesía y humanismo desplegado en esta crónica exquisita. Para quienes hemos
estado cerca de ti durante tanta vida, para quienes padecimos con las primeras
noticias y con el arduo proceso que tuviste que enfrentar, leerte es volver a
celebrar tus sueños y junto a ellos tu amistad y tu cariño. El abrazo te
lo doy más tarde. Esperanza Vallejo
Osorio
* * *
Yo no he sabido qué
decirte, porque siempre suelo ser tan torpe con lo que debo decir. Así que sólo
puedo arriesgar referirme a tus palabras (a tus versos enormes): ya te
arriesgaste a la memoria para sobrevivir, ya conociste el ave de rapiña del
viento, ya escuchaste la oración del fuego y Reviviste, querido Gonzalo. Y qué grande decir que eres tan frágil
como fuerte en este tiempo que te correspondió, y que volveremos a reunirnos muchas
veces, sin duda muchas, para mirarnos a los ojos y continuar sabiéndonos en
nuestras precarias y bellas y tristes vidas y en versos tan plenos de vida como
tu vida, Gonzalo. Celebro. Tallulah
Flores
* * *
El eco del cuerpo es la escritura. Este peregrinaje por la enfermedad de
Gonzalo es la evidencia de esta contienda entre el vivir y el morir que
comienza el día de nuestro nacimiento. El privilegio del poeta está en resolver
esa inevitable lucha por medio de la escritura. El cuerpo se desdobla, se nutre
de vida, de imagen y de la fuerza viva de la poesía. Así lo he sentido con las
ultimas confesiones de Gonzalo Márquez sobre su enfermedad. La cura es el
poema, sin duda, siempre se levanta sobre la muerte y se despliega por encima
del tiempo y la materia. Gonzalo capturó esa energía en la palabra. Enrique Rodríguez Pérez