Última Columna de Armando Villegas


Villegas en su estudio,  6 de diciembre de 2013

El exterminio de la tradición
  Por Armando Villegas

Uno de los mayores maestros de la plástica latinoamericana, reflexionó dos semanas antes de su fallecimiento, sobre la importancia de oponer la riqueza de la tradición a las formas fugaces del arte que ha impuesto la contemporaneidad.
El director de Con-Fabulación estuvo la mañana del 6 de diciembre con el consagrado artista, durante un improvisado ritual protegido por la deidad del vino, donde la lucidez del maestro fue acompañada de misteriosos eventos premonitorios que serán relatados cuando el océano de su desaparición aquiete sus oscuras aguas.
A continuación la última y sabia columna periodística de Armando Villegas (1926-2013).

Cuando la cultura se ha globalizado y los fértiles e importantes valores de la aldea se encuentran en peligro, debemos reflexionar sobre la necesidad de proteger la tradición e inventar estrategias para que ese acervo de enseñanzas y prácticas milenarias que algunos seres veneramos nunca sea eliminado.
Nuestra civilización irrespeta la memoria. El mundo que hemos erigido a partir de raíces robustas de repente comienza a negar nuestro pasado, dejándonos desprotegidos de las destrezas artesanales y artísticas, y exponiendo nuestro pensamiento urdido en el curso de los siglos, a un imaginario torrentoso, constituido por formas que sólo poseen el valor de ser nuevas, como si la novedad fuese una cualidad por sí misma.
Toda innovación carece de importancia si no se origina en las raíces. Y es así como este trivializado escenario que vivimos, que muestra las conquistas del pasado sustituidas por formas nuevas y casi siempre fugaces, lleva a reflexionar sobre la obligación que tiene todo artista integral de beber en la misma fuente que calmó la sed de sus antepasados.
Por eso aquí, bajo el silencioso domo de mi sitio de creación, vigilado por mis esculturas compuestas con material desechable que pretenden alcanzar una posibilidad totémica, y protegido por las pinturas abstractas y figurativas que realizo desde hace sesenta años y que siempre afloran de mis raíces culturales Incas, aseguro que el artista, a la manera del caracol, debe ondularse, es decir retroceder para poder avanzar.
Y si mi larga y profunda experiencia puede interesarle a alguien, aseguro que estoy a favor de un diálogo fecundo con todos los saberes ancestrales, porque como ya lo dije, la reinante cultura falaz se ha empeñado en ultrajar nuestra memoria, y de nosotros depende la posibilidad de esforzarnos por construir un mundo de mayor riqueza, donde todo lo nuevo tenga verdadero sentido por constituirse en la necesaria renovación de las sabidurías más antiguas.
Y para que eso ocurra sólo debemos creer en lo nuevo que haya cumplido mil años.