Interrogantes que deja el Primer Salón de Artistas de Anapoima


Desde hace varias décadas los salones de Arte en Colombia y gran parte de Latinoamérica padecen de la misma enfermedad: persiguen las tradicionales manifestaciones pictóricas desarrolladas por siglos y al parecer sus organizadores no saben que Marcel Duchamp murió hace casi cincuenta años.
Aquí dos textos donde un profesor de estética y un reconocido pintor colombiano impugnan lo ocurrido en el evento de Anapoima, donde se reproducen los vicios que agobian al “arte visual”, convertido en un fácil y comercial reino de la especulación.


Por Jorge Armando Contreras*

El 6 de diciembre se inauguró el Primer Salón de Anapoima, con participación de 120 artistas, cada uno con dos obras. Unos participaron por convocatoria inscribiéndose a una preselección y otros por invitación directa del evento; según los términos de referencia se requería la participación de “artistas nacionales y extranjeros de reconocida trayectoria, radicados en Colombia o en su país de residencia, no existe límite de edad”. El salón tenía un asesor y director que coordinaba todas las etapas y ofrecía un premio de $30.000.000 y  menciones de honor, a juicio del jurado; las reglas del salón consignadas en la convocatoria consideraban que tanto los inscritos pre-seleccionados, como los invitados competirían en franca lid por los premios. Y aquí surgen las primeras preguntas:

1. ¿Por qué a última hora el jurado decidió sacar de competencia por el premio a los artistas invitados por la dirección del salón?
2. ¿Es legal cambiar las reglas del juego al final, tratándose de una convocatoria de un ente estatal que maneja recursos públicos?
Entre los 120 expositores, 110 presentaron trabajos en su gran mayoría pintura, también escultura, grabado, dibujo, fotografía y sólo 10 presentaron trabajos dentro del arte conceptual, como instalaciones y video. Aquí surgen otras preguntas:

3. ¿Por qué se nombran unos jurados que, todos sabemos, tienen un sesgo hacia el arte conceptual y sienten un profundo desprecio por la pintura, el grabado, la escultura, etc., cuando la mayoría (92%) de los trabajos estaban incluidos dentro de estas categorías?

4. ¿Por qué si se habla de hacer un salón en Anapoima para supuestamente “retar el centralismo que desde época inmemorial ha monopolizado la actividad artística” (2), se llevan jurados de Bogotá que han estado ejerciendo dicha monopolización?
El lamentable resultado que dieron estas decisiones fue el de otorgar el premio de los $30.000.000 a una pobre instalación, de una propuesta facilista que nada le aporta al arte. Igualmente dos menciones a otras dos simplistas instalaciones, una mención a una fotografía y otra a una floja pintura de una Venus, que en sus pies tiene unas latas de Coca Cola. Es este el decepcionante resultado de las ¿deliberaciones del jurado?
Pero ahora quiero hablar de lo bueno del salón de artistas de Anapoima, la muestra en las tres salas de exposición es muy buena y representa realmente lo que están haciendo los artistas en el país. La pintura llena las expectativas, se puede ver muy buen pintura, mucho oficio, lo mismo en el dibujo, la escultura y la fotografía. Esto significa el 92% de lo que hay en el salón, y es un termómetro artístico del país. El lamentable resultado de los premios contrasta con el excelente nivel de la muestra.
Creemos que los artistas que participaron en el Salón deben pronunciarse sobre esto, no permitamos que el nuevo traje del emperador siga imponiendo sus reglas para reinar. Queda abierto el debate.

1) Tomado del catálogo de la exposición, palabras del Curador Eduardo Márceles.

*Estudiante de Arte, U. Nacional