El maestro Ángel Loochkartt viendo uno de los
hermosos tapices de Olga de Amaral en la Galería La Cometa (Cra. 10 No. 94 A -
25, Bogotá).
La exposición de la famosa artista colombiana,
con sus obras solares, varias de ellas elaboradas con metales nobles y un
penetrable que pertenece a la jerarquía de lo mágico, junto con la muestra de
Jim Amaral, que reúne sus más recientes esculturas –oficioso trabajo cósmico–, estará
abierta al público hasta el próximo 2 de abril.
Viaje a la exposición de Jim Amaral
Por Gastone
Bettelli
Reproducimos
el mensaje del artista colombo-italiano Gastone Bettelli sobrecogido ante la
muestra de Jim Amaral, actualmente expuesta en Bogotá.
Jim Amaral muy gentil,
me manda su taciturno chofer, tan serio que me acordó de Buster Keaton, para
que yo pueda ir a ver su exposición, en La Cometa. La tarde es gris y fría. Jim
de robusta contextura y 82 años encima tiene las piernas que le duelen, aun así
decide acompañarme.
Las obras que estaremos a punto de ver en la más lujosa Galería de Arte de Bogotá, galería de dos pisos y abundante espacio parecen haber sido chatarrizadas antes de exhibirlas.
Las obras que estaremos a punto de ver en la más lujosa Galería de Arte de Bogotá, galería de dos pisos y abundante espacio parecen haber sido chatarrizadas antes de exhibirlas.
Habrá quien ame la
obra de Jim y quién no. En el arte pasa eso pero nadie podrá negar que tanto la
obra de Jim como la de Olga ya hacen parte de la historia de arte de Colombia y
sus obras viajan por el mundo en primera clase.
Me gustan las obras
de Jim no porque Jim sea mi amigo, me gustan porque tautológicamente hablando
me gustan, así de sencillo. Y ahora intentaré explicar porque me gustan no con
el afán de dármela de crítico de arte. El arte se parece a la cocina, conocer
recetas e ingredientes ayuda para luego servir el plato con etiqueta. Y si voy
a etiquetar la obra de Jim se espera su tolerante comprensión ya que a ningún
artista, fuera de Botero, le gusta ser una marca como se estila con los
jabones. Pero las marcas ayudan a vender y Botero lo sabe cómo nadie.
Normalmente las obras
tienen al lado un cartelito que alerta a no tocarlas, son el caso contrario de
las de Amaral, ya que en cambio Jim invita a tocarlas debido a que están llenas
de rodachines, ruedas, bisagras, campanitas y trampitas visuales y auditivas. Suenan
y suenan como sonaría una película de Fritz Lang y las del sombrío Dr. Caligari,
si tuvieran sonido. Si Usted no sabe nada del Doctor Caligari no se preocupe, son
cosas de otros tiempos. Cuando imperaba el expresionismo alemán en cine que
siendo en blanco y negro y mudo era aún más expresionista de lo normal. Hay un filón
de expresionismo en la obra de Jim y otro surrealista. Si la receta fuera solo
eso sería bastante insípida y aburrida, de suerte que hay mucho más y la obra
de mi amigo, es también narrativa, misteriosamente, narrativa. Es más, siempre
he tenido la impresión de que sus obras son pretextos para empacar arcanos. Jim
Amaral empaca arcanos erosionados, carcomidos por el tiempo que todo lo devora.
Sus obras terminadas la semana pasada, parecen exhumadas de siglos atrás, no es
solo por sus cabalísticas formas sino por sus secretas pátinas. “Te puedo
contar como las hago -me dice con su muy personalizado español-, pero jamás te
contaré como logro mis patinas antiguadas”. Y yo lo entiendo. Llevo años
tratando de captar el secreto de la luminosidad de los autorretratos de
Rembrandt.
Su estudio-¡laboratorio
huele a cera como si fuera el de Madame Tissot, está lleno de sopletes, hornos
y reverberos, calienta la cera y luego la moldea como hacia Medardo Rosso con
las suyas en su momento. Parece el estudio del dios Vulcano. Desde joven salió
de su zona de confort nuestro amigo Jim para meterse en el incómodo pero creativo
mundo del alquimista. Detrás de toda obra de arte hay un lenguaje estético
que no se puede eludir y las "cosas" de Jim son crípticas como si
fueran rescatadas de un galeón sepultado en los mares de Julio Verne. Mares
profundos y fantásticos. Hace años tuve ocasión de visitar la tumba de Edgar
Allan Poe en Baltimore, en el libro de visitas aparecía la firma de un señor
argentino llamado Jorge Luis Borges. Es que tanto en la literatura como en el
arte plástico hay todavía conveniente espacio para el arte fantástico que creo,
a riesgo de equivocarme, es el de Jim Amaral que habla de mitologías como si
fueran rescatadas de una antigua civilización escondida dentro del pasado de algún
rincón remoto de la tierra.
Jim Amaral, cultivador
de lenguajes arcaicos oxidados por el tiempo que solo él sabe dónde
se anidan pone a la vista curiosa y asombrada del visitante su última exposición.
Publicamos
a continuación el precioso afiche de la exposición que realizarán del 8 al 12
de abril en la prestigiosa Galería Agnès Monplasir de Sao Paulo, Brasil, los
artistas Olga y Jim Amaral.