Por Lucía Estrada
DJUNA
Pregunto por el sueño
y en
respuesta
lentos animales
de la noche
rodean
mi casa.
***
Cuando la noche se
inclina y parece que pronuncia tu nombre, hundes tus manos en la oscuridad y
buscas a tientas el cuerpo inabarcable de tu memoria.
Ese pálpito en la
punta de los dedos, la densa respiración de todo cuanto existe, te obliga a
permanecer en la sombra.
Ninguna imagen
tiembla en el espejo. Ninguna superficie se apiada de ti.
Todo está vuelto
sobre sí mismo y nada consigue reflejarte. Una pausa, y el tiempo detenido cae
sobre tu silencio.
Cuántas palabras a
punto de oscurecerse bajo tu lengua. Cuánto deseo en los ojos que se abren por
última vez.
Apártate un poco y
comprende que nada podría ser el inicio ni el centro
en este cuarto
cerrado. Que todo será dicho de golpe en medio de la sombra
y muy lentamente.
***
Abro la noche para
recibirte. En cada palabra
mis manos inician un
largo recorrido hacia la sombra,
hacia lo que no es
posible abarcar. Y sin embargo,
helo ahí como si
quisiera traernos un pedazo de nosotros mismos,
un fragmento de luz,
una sílaba cerrada en su misterio.
Nombrarte es el
comienzo del exilio. Y permanecer en ti
una constante
despedida. Ofrezco mis ojos a lo que se diluye bajo tu lámpara.
A la eternidad que se
desteje minuto a minuto para que yo pueda entrar en ella.
Sin cortejos. Sin una
guía para mis pasos.
Escribo en el polvo
este no saber hacia dónde,
a qué distancia se
oculta la rosa.
Nuestro diálogo es el
inicio del viaje, su silencio el camino de retorno.
Es necesario
permanecer a la intemperie.
***
Todas las voces están huérfanas de sí,
y en esa orfandad se asisten, se acompañan.
Ahí está el misterio. El que no podemos
tocar,
para el que no existen las manos.
Las manos.
esa región desconocida que nos acerca y nos
aleja al mismo tiempo.
Me pierdo en la penumbra de lo que quisiera
gritar y no puede.
El deseo es lo que nos rescata del abismo,
pero también se yergue lo que no admite
consuelo.
Palabras como pájaros en la soledad del aire.
Lucía Estrada (Medellín, Colombia, 1980). Ha publicado los libros de poesía Fuegos Nocturnos (Medellín, 1997); Noche líquida (Colección del Ministerio de Cultura, San José de Costa Rica, 2000), Maiastra (Ed. El Tambor Arlequín. Medellín, 2004), Las hijas del espino (1º Edición: Cobalto Ediciones. Medellín, 2006// 2º Edición: Hombre Nuevo Editores, 2008), El ojo de Circe (Antología - Colección Un libro por centavos de la Universidad Externado de Colombia, 2006); El Círculo de la Memoria (Selección de poemas – Lima, 2008; San José de Costa Rica, 2008); La noche en el espejo (Fundación Gilberto Alzate Avendaño, Bogotá, 2010); Cenizas de Pasolini (Editorial Pequeña Alejandría, Medellín, 2012) y Cuaderno del ángel (Sílaba Editores, Medellín 2012). Con su libro Las hijas del espino obtuvo el Premio de Poesía Ciudad de Medellín (2005).
Durante cinco años fue parte de la organización del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Con su libro Cuaderno del Ángel obtuvo la Beca de Creación en Poesía, otorgada por el Municipio de Medellín en 2008, y en 2009 fue nominada por la UNESCO al Premio Internacional de Poesía “Ponts de Strugas” de Macedonia. Ese mismo año (2009) obtuvo el Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá con La Noche en el espejo. Actualmente hace parte del comité editorial de la revista literaria Alhucema, Granada-España, y se desempeña como Coordinadora de Eventos Culturales en la Corporación Otraparte.